2009
Llévame al templo
Julio de 2009


Llévame al templo

Un sábado por la mañana, mientras prestaba servicio en el Templo de Lima, Perú, un grupo de unos veinte niños de una de las estacas de Lima fue a visitar el templo. Después de estrechar cariñosamente la mano de cada niño, el presidente del templo les habló de la sagrada obra que se lleva a cabo en él. Recalcó especialmente la perpetuación de los vínculos familiares y el significado de la frase “Las familias son eternas”.

Los niños se mostraron reverentes y escucharon con atención. Uno de estos visitantes era una niña de cinco años que se llamaba Rosita. Aquella noche se quedó despierta hasta tarde, esperando en el borde de su cama, hasta que su padre volvió del trabajo.

Cuando llegó, le sorprendió encontrar a su hija todavía despierta. Rosita saltó de la cama y corrió hacia él. Su papá la tomó en brazos, y ella le rodeó el cuello con los suyos y le dio un beso.

“¿Cómo está mi querida Rosita?”, preguntó.

“Estoy bien, papi”.

“¿Has sido una niña buena hoy?”

“Sí, papi”.

“¿Hay algo que quieres que haga por ti?”

Ella asintió con la cabeza.

“¿Qué es? ¿Qué es lo que quieres, cariño?”

“Papi”, dijo, tras una breve pausa, “¿cuándo me vas a llevar al templo?”

Su padre se quedó pensando unos segundos antes de responder.

“Te voy a llevar, Rosita. Lo único es que estoy trabajando mucho ahora, y estoy muy ocupado; pero te prometo que te llevaré”.

“Gracias, papi”, dijo Rosita, mientras lo abrazaba y besaba otra vez.

“Ahora acuéstate y procura dormir”.

Muchos meses más tarde, la familia de Rosita se reunió en una de las salas de sellamiento del templo. Hubo momentos de inmenso gozo después de la ceremonia de sellamiento; el padre de Rosita, con mucho amor y ternura, abrazó a cada uno de sus hijos, terminando con Rosita, la más pequeña.

“Hace unos meses, esta niñita visitó el templo con los niños de la Primaria de nuestra estaca”, dijo el padre de Rosita al sellador que llevó a cabo la ceremonia. “Esa noche, se quedó esperando a que yo volviera del trabajo y me preguntó cuándo la llevaría al templo. Supe que lo que ella quería no era solamente ver el exterior del templo, así que tuve que poner mi vida en orden y desechar mis malas costumbres. Me ha costado mucho esfuerzo, pero finalmente lo he logrado. Hoy es el día más hermoso de mi vida, porque hoy mi familia ha quedado unida por toda la eternidad”.