2008
Compartamos el Evangelio por medio de Internet
Junio de 2008


Compartamos el Evangelio por medio de Internet

Adaptado de un discurso pronunciado en la Universidad Brigham Young–Hawai el 15 de diciembre de 2007.

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Elder M. Russell Ballard

Este año cumpliré ochenta. Según algunos, me estoy poniendo viejo. Hay quien llega a pensar que algunas Autoridades Generales son demasiado mayores para estar al tanto de lo que sucede en su mundo. Permítanme que les diga que estamos muy al corriente. Mis nietos me dicen incluso que estoy “muy en la onda”.

Un mundo cambiante

A lo largo de casi ochenta años he observado muchos cambios. Cuando comencé mi misión en Inglaterra en 1948, lo normal era recurrir a los periódicos y a la radio para informarse.

El mundo de hoy es completamente diferente. Muchos de ustedes, si leen periódicos, lo hacen por Internet. Vivimos en el mundo del ciberespacio, los teléfonos celulares que graban videos, las descargas de videos y música, los sitios de intercambios sociales, la mensajería de texto y los blogs, las agendas electrónicas y los podcasts.

Éste es el mundo del futuro. En su vida, como en la mía, llegarán otros inventos que ahora ni siquiera alcanzamos a imaginar. ¿De qué manera utilizarán estos maravillosos avances? Y más concretamente, ¿cómo los utilizarán para sacar adelante la obra del Señor?

Tienen una oportunidad excepcional de convertirse en una influencia positiva en la Iglesia y en el mundo. Tiene mucho de verdad aquel dicho de “la pluma es más poderosa que la espada”.1 En muchos casos, la palabra nos permite llevar a cabo las grandes obras que nos proponemos hacer. Precisamente, la manera de compartir esa palabra es el tema del que les quiero hablar.

Desde sus inicios, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ha utilizado el poder de la palabra impresa para transmitir el mensaje del Evangelio restaurado por todo el mundo. El Señor, a lo largo de los siglos, ha extendido Su mano para inspirar a personas a inventar herramientas que faciliten la difusión del Evangelio. La Iglesia ha adoptado estas herramientas con los brazos abiertos, entre ellas la imprenta, los medios de comunicación y transmisión e Internet.

Quizá haya pocos inventos más influyentes en el mundo que la imprenta, inventada por el inspirado Johannes Gutenberg aproximadamente en 1436, y que hizo posible que el conocimiento, como el de la Santa Biblia, se transmitiera a una escala mucho mayor que nunca.

Internet: la imprenta moderna

En la actualidad, disponemos de un equivalente moderno de la imprenta, es decir, Internet, que permite que cualquier persona publique sus ideas y las dé a conocer, el cual está revolucionando la sociedad. Antes de Internet, existían grandes obstáculos para imprimir. Hacía falta dinero, poder, influencia y mucho tiempo para publicar. Sin embargo, en la actualidad, debido a la aparición de lo que algunos llaman los nuevos medios de comunicación, que Internet ha hecho posible, muchas de esas barreras ya no existen. Los nuevos medios de comunicación consisten en herramientas facilitadas por Internet para que prácticamente cualquier persona pueda publicar o transmitir contenidos a una amplia audiencia o a un segmento específico. Ya he mencionado algunas de estas herramientas. El surgimiento de los nuevos medios de comunicación hace posible conversaciones sobre cualquier tema, entre ellos la religión, y casi cualquier persona puede participar. Este equivalente moderno de la imprenta no está reservado exclusivamente para un grupo selecto.

Ahora bien, algunas de estas herramientas, como cualquier herramienta en manos inexpertas o indisciplinadas, pueden resultar peligrosas. Internet se puede utilizar para proclamar el Evangelio con la misma facilidad que se puede usar para vender la suciedad y sordidez de la pornografía. Las aplicaciones informáticas como iTunes se pueden utilizar para descargar música edificante e inspiradora, así como la peor clase de música, con letras antisociales y cargadas de vulgaridad y blasfemias. Los sitios Web de intercambios sociales pueden emplearse para establecer amistades sanas con la misma sencillez que para engañar a incautos e intentar abusar de ellos. Esto no es nada nuevo, puesto que la televisión, las películas y las bibliotecas también se pueden utilizar de muchas maneras. Satanás siempre está listo para explotar el poder negativo de los nuevos inventos, así como para desbaratar, degradar y neutralizar todos sus efectos positivos. Asegúrense de que las decisiones que tomen respecto al uso de los nuevos medios de comunicación ensanchen su mente, aumenten sus oportunidades y nutran su alma.

Como ya saben, los nuevos medios de comunicación ya han revolucionado profundamente el antiguo mundo de los periódicos y los otros medios de comunicación tradicionales. Hubo un tiempo en que, como líder de la Iglesia, me hacían una entrevista para un periódico y tenía que esperar un día o dos para que apareciera publicada en algún lugar entre muchas otras páginas. Después aquel periódico iba a la basura, con lo que se disipaba rápidamente cualquier influencia que pudiera haber tenido.

Ahora, cuando salgo de una cita y voy a la siguiente, el informe de mi visita o entrevista comienza casi inmediatamente a aparecer en el sitio Web del periódico o en blogs, desde donde se puede copiar y distribuir por toda la red. Ya pueden ver lo importantes que son las palabras adecuadas en estos días. Las palabras registradas en Internet no desaparecen. Uno puede encontrar sus propias palabras buscando en Google o Yahoo!, y probablemente estarán disponibles durante muchísimo tiempo.

Valga lo siguiente como ejemplo: en 2007, la cadena de televisión NBC vino a entrevistarme a Salt Lake para un reportaje sobre la Iglesia que estaban preparando. El reportero Ron Allen y yo pasamos una hora juntos en la capilla del Edificio Conmemorativo José Smith. Allí hablamos largo y tendido sobre la Iglesia. Unos días más tarde apareció el reportaje, y durante el segmento de 4 minutos que se emitió, sólo apareció una breve cita de unos seis segundos sacada de la entrevista de una hora. Ese fue el tiempo que necesité para testificar de nuestra fe en Jesucristo como parte central de todo aquello en lo que creemos. Repito, sólo se utilizaron seis segundos de aquella entrevista de sesenta minutos. Se trata de una cantidad de tiempo muy habitual, por cierto, para los medios de comunicación televisivos tradicionales, que parecen pensar en emitir fragmentos de la entrevista. La gran diferencia en relación con los viejos tiempos es que el reportero añadió quince minutos de nuestra entrevista al sitio Web de NBC Nightly News. Y esos quince minutos todavía están disponibles. Lo que decimos, ya no aparece y desaparece de la pantalla en un abrir y cerrar de ojos, sino que pasa a formar parte de un archivo permanente y puede aparecer en otros sitios Web que reutilizan los contenidos. Las personas que utilizan los buscadores de Internet para informarse sobre temas relacionados con la Iglesia encontrarán esa entrevista y muchas otras.

Dichas herramientas permiten que las organizaciones y las personas pasen por alto completamente los medios periodísticos y transmitan sus mensajes de forma íntegra a la audiencia deseada. Por ejemplo, el Departamento de Asuntos Públicos de la Iglesia realizó el año pasado una entrevista al élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, y al élder Lance B. Wickman, de los Setenta, en cuanto a la postura de la Iglesia en cuanto a la atracción entre personas del mismo sexo. Antes, cuando queríamos comunicar al público nuestro mensaje sobre un asunto como éste, teníamos que pasar a través de los periódicos. No obstante, esta detallada entrevista fue elaborada por el personal de Asuntos Públicos de la Iglesia y se publicó íntegramente en el sitio Web de la Iglesia, sin pasar por el filtro de los medios periodísticos.

Participemos en la conversación

Las conversaciones acerca de la Iglesia se producen constantemente. Estas conversaciones seguirán, independientemente de que optemos por participar en ellas o no. Lo que no podemos hacer es permanecer al margen mientras otras personas, entre ellas quienes nos critican, se aventuran a definir lo que enseña la Iglesia. Si bien algunas conversaciones tienen audiencias de miles o incluso millones de personas, muchas otras son sumamente más pequeñas. No obstante, todas las conversaciones influyen en aquellos que participan en ellas. Las percepciones sobre la Iglesia se van estableciendo en una conversación tras otra.

El reto consiste en que hay demasiadas personas que participan en conversaciones sobre la Iglesia para que el personal de la Iglesia pueda dirigirse a ellas y responderles de manera individual. No nos resulta posible contestar a toda pregunta, satisfacer toda consulta y responder a todas las inexactitudes que existen. Tenemos que recordar que existe una diferencia entre el interés y la mera curiosidad, y que a veces algunas personas sólo quieren saber qué es la Iglesia. Otros buscan respuestas pero desean obtenerlas directamente de un miembro de la Iglesia; prefieren las conversaciones de persona a persona.

Todos ustedes saben que a los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se les recuerda continuamente la importancia de compartir el Evangelio con los demás y se les alienta a hacerlo. La Iglesia siempre procura encontrar las maneras más eficaces de declarar su mensaje. Predicar el Evangelio de la Restauración siempre ha sido algo especial para mí. Me encantó servir como misionero en Inglaterra. Me encantó ser presidente de misión en Canadá. También me encanta mi llamamiento actual, que me da la oportunidad de compartir el mensaje de la Restauración del Evangelio con el mundo y testificar que Dios el Padre y Su Hijo Jesucristo se aparecieron al profeta José Smith en 1820. Mediante José, se volvió a instaurar el Evangelio que Jesús estableció en los tiempos del Nuevo Testamento. Había desaparecido tras la muerte de los antiguos apóstoles. Yo tengo la oportunidad de compartir con el mundo el conocimiento de que la autoridad del sacerdocio, la doctrina y las ordenanzas de la Iglesia del Nuevo Testamento se encuentran otra vez sobre la tierra. Ésta es la obra más importante en la que podamos participar.

Ahora bien, quisiera pedirles que participen en la conversación por Internet y compartan así el Evangelio y expliquen en términos sencillos y claros el mensaje de la Restauración. La mayoría de ustedes ya saben que toda persona que tenga acceso a Internet puede crear un blog en cuestión de minutos y comenzar a compartir lo que sabe que es verdad. Ustedes pueden descargar videos del sitio web de la Iglesia y otros sitios apropiados, entre ellos newsroom.lds.org, y compartirlos con sus amigos; pueden escribir a los sitios Web de los medios de comunicación que hablan de la Iglesia y expresar su opinión en cuanto a la exactitud de sus informes. Por supuesto, esto implica que ustedes deben comprender los principios básicos del Evangelio.

Hay muchísimas personas que tienen una idea equivocada de la Iglesia debido a que toda la información que reciben procede de reportajes periodísticos basados en controversias. El enfoque excesivo en la controversia deteriora la percepción de las personas en cuanto al verdadero carácter de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Recientemente, un columnista de un importante periódico estadounidense describió la Iglesia, sus creencias y sus prácticas de una manera inexacta e irresponsable. Decenas o incluso cientos de miembros de la Iglesia y otras personas que comprenden nuestras creencias dejaron comentarios en el sitio web del periódico, rechazaron las ideas equivocadas y reclamaron que se corrigieran.

Ejemplos de lo que se puede hacer

Permítanme que les dé unos cuantos ejemplos más de la manera en que los miembros de la Iglesia están utilizando los nuevos medios de comunicación.

Un miembro de la Iglesia que vive en el medio oeste de los Estados Unidos realiza un esfuerzo coordinado para compartir el Evangelio todos los días en persona. Después escribe en su blog acerca de sus esfuerzos cotidianos para compartir las enseñanzas del Libro de Mormón y entregar tarjetas de obsequio a todas las personas con las que se encuentra. Sus esfuerzos por compartir el Evangelio de manera tan diligente son admirables, y su labor de escribir acerca de ello sin duda inspira a muchos otros a seguir su ejemplo.

Otras personas han grabado y publicado su testimonio de la Restauración, de las enseñanzas del Libro de Mormón y de otros temas del Evangelio en los sitios web más populares donde se comparten videos. Ustedes también pueden contar sus experiencias de este modo a aquellos que no son miembros. Empleen experiencias y palabras que puedan comprender. Hablen de manera franca y sincera sobre la influencia que el Evangelio ha tenido en su vida, y cómo les ha ayudado a superar debilidades o retos y a definir sus valores. Es posible que la audiencia de éstos y otros nuevos medios de comunicación muchas veces sea pequeña, pero el efecto combinado de miles de aportaciones como éstas puede ser fenomenal. Esta labor conjunta ciertamente vale la pena, aunque sean pocos los que sientan la influencia de sus palabras de fe y el amor de Dios y de Su Hijo Jesucristo.

No me cabe duda de que la restauración del Evangelio de Jesucristo ha influido enormemente en la vida de ustedes. Tiene mucho que ver en quiénes son ustedes hoy y cómo será su futuro. No tengan miedo de compartir con los demás su historia, sus experiencias como seguidores del Señor Jesucristo. Todos tenemos experiencias interesantes que han marcado nuestra identidad. Compartir esas experiencias es una buena manera de hablar con los demás sin intimidarlos. Esto puede ayudar a aclarar las cosas en cuanto a la Iglesia. Ustedes pueden ayudar a luchar contra las ideas erróneas dentro de su esfera de influencia, la cual debería incluir Internet.

Cosas que se deben evitar

Todo discípulo de Cristo logrará los mejores resultados y hará mucho más bien al adoptar un comportamiento digno de un seguidor del Salvador. Las conversaciones que se centren en cuestionar, debatir y dudar de los principios del Evangelio servirán de muy poco para edificar el reino de Dios. El apóstol Pablo nos dio el ejemplo cuando dijo: “No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16). Permanezcamos firmes y hablemos con fe al compartir nuestro mensaje con el mundo. Muchos de ustedes son ex misioneros y son capaces de entablar una conversación significativa en el idioma que aprendieron en su misión. Pueden tener un alcance internacional.

Mientras participen en esa conversación y utilicen las herramientas de los nuevos medios de comunicación, recuerden quiénes son: Santos de los Últimos Días. Recuerden lo que dice el proverbio: “La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor” (Proverbios 15:1). Recuerden también que la contención es del diablo (véase 3 Nefi 11:29). No es necesario discutir ni contender con otras personas en cuanto a nuestras creencias. No hay necesidad de mostrarse a la defensiva o beligerantes. Estamos sobre terreno firme: la Iglesia es verdadera. Lo único que necesitamos es tener una conversación, como la tendrían unos amigos que se reunieran en una habitación, siempre con la guía de los susurros del Espíritu y recordando constantemente la Expiación del Señor Jesucristo, que nos recuerda cuán preciosos son los hijos de nuestro Padre en los cielos.

Que el Señor los bendiga a todos para que influyan de manera poderosa en aquellas personas con las que se pongan en contacto. Como dije al principio, el poder de las palabras es increíble. Alcen la voz por esta gran causa del Evangelio de Jesucristo.

Nota:

  1. Edward Bulwer-Lytton, Richelieu, acto 2, escena 2; en John Bartlett, comp., Familiar Quotations, 14a. edición, 1968, pág. 601.