2007
Doctores SUD otorgan el don de la vista
Octubre de 2007


Doctores SUD otorgan el don de la vista

Durante los primeros años de su vida, Blendina Muca sufría una enfermedad conocida como estrabismo o bizquera. Tras muchos años de tratamientos sin éxito en Albania, su país de origen, obtuvo la ayuda de un médico estadounidense que viajó a su país para aportar ayuda humanitaria.

“Era bizca desde que era muy pequeña”, explica Blendina. “Mi padre me envió al médico, quien me recetó unas gotas y gafas… esto no corrigió el problema de los ojos, sino que lo agravó, pero siempre albergaba la esperanza de que mejorarían”.

A pesar de sus limitaciones en la vista, la joven albanesa llegó a ser sastre profesional gracias a su perseverancia, y logró ser excelente en este campo.

Cuando la hermana de Blendina se unió a la Iglesia, se abrió una puerta para la joven con problemas de visión. Unos misioneros de servicios humanitarios de la Iglesia, que estaban presentes en su bautismo, invitaron a Blendina a visitar una clínica patrocinada por la Iglesia y compuesta por oftalmólogos miembros de la Iglesia procedentes de los Estados Unidos.

El Dr. Rick Olson, oftalmólogo pediatra y profesor de la Universidad de Iowa, llevó a cabo la operación de los ojos de Blendina. Antes de dicha operación, la joven paciente, su hermana y sus amigos se unieron en oración con el Dr. Olson.

“El doctor pidió a Dios que le diera manos de oro para restablecer mis ojos a la normalidad”, explicó Blendina, “y así lo hizo. Supe que Dios había hecho un milagro”.

Este don de la visión se está otorgando a los necesitados de los países en desarrollo, corrigiendo deficiencias visuales, donando equipo y proporcionando apoyo bajo los auspicios de los Servicios Humanitarios de la Iglesia.

El Dr. George Pingree, oftalmólogo jubilado de Salt Lake City, es el presidente de la iniciativa mundial por la visión y representa a más de 200 médicos que participan voluntariamente en el programa.

“En el mundo hay más de cuarenta millones de personas ciegas”, explica el Dr. Pingree, “muchos de ellos con cataratas, glaucoma u otros problemas de visión corregibles”.

Los líderes de la Iglesia y los misioneros de servicio humanitario determinan las necesidades específicas en los países en desarrollo, explica Dean Walker, director de iniciativas de gran magnitud de los Servicios Humanitarios de la Iglesia.

“Se tramita una solicitud, tras lo cual planificamos el proyecto en cuestión para satisfacer las necesidades locales”, añadió el hermano Walker. “Logramos llevar a cabo entre diez y quince proyectos al año, que sirven para capacitar al personal sanitario en cuanto a procedimientos y prácticas que aportan mejoras en la visión de muchas personas”.

Tras su operación, Blendina ve la vida de una manera muy diferente, y explica: “Ahora mi deseo es ir a la universidad y ayudar a los necesitados, ayudar a las personas de la misma manera en que Dios me ayudó. Los milagros sí existen”.