2007
Para la fortaleza de ustedes: Una conversación con la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes
Octubre de 2007


Para la fortaleza de ustedes: Una conversación con la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

La Presidencia General de las Mujeres Jóvenes —Susan W. Tanner, Presidenta (centro), Julie B. Beck, Primera Consejera (izquierda), y Elaine S. Dalton, Segunda Consejera (derecha)— hablan sobre las formas en que los padres y los líderes pueden ayudar a los jóvenes a aumentar su deseo y su determinación de vivir según las normas del Evangelio. Desde que tuvo lugar esta conversación, se ha llamado a la hermana Beck como Presidenta General de la Sociedad de Socorro, y Mary N. Cook ha pasado a integrar la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes.

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¿En qué temas deberían concentrarse los padres y los líderes al hablar con los jóvenes en cuanto a normas?

Hermana Susan W. Tanner: Como presidencia tenemos un lema: “Puedo hacer cosas difíciles”. Nuestro asesor del sacerdocio, el élder John B. Dickson, nos sugirió cambiarlo a: “Si sé quién soy, podré hacer cualquier cosa que Él me pida que haga”. Consideramos seriamente que si los jóvenes comprenden que son hijos de Dios, entonces guardarán las normas. Ese sentido de identidad les da confianza en sí mismos.

Hermana Elaine S. Dalton: Cuando hablamos de normas, no hablamos de reglas; las normas se tratan de lo que hacemos para hacernos merecedores de la compañía del Espíritu Santo; las normas son para permanecer en lugares santos a fin de ser dignos de que el tercer miembro de la Trinidad nos acompañe. Él será nuestro guía a lo largo del sendero en el que entramos al bautizarnos y recibir la confirmación, el sendero que lleva al templo.

Hermana Julie B. Beck: Recuerdo a una periodista que atacó nuestras normas diciendo que son restrictivas; había leído el librito Para la fortaleza de la juventud y en su opinión trataba sólo de reglas. Entonces le hablé sobre seguridad y decisiones, empleando las palabras liberar, libre y proteger. Por ejemplo, le dije que si una joven guarda nuestra norma de no beber bebidas alcohólicas ni usar drogas, nunca será esclava de esos hábitos; será libre y su capacidad para tomar decisiones se multiplicará porque no tendrá el problema de la adicción. La periodista empezó a asentir con la cabeza al comprender que las normas no son un cercado que nos encierra, sino que son lo que nos ayuda a salir y funcionar bien en un mundo que está lleno de opciones. Podemos así hacer nuestra contribución en este mundo y llevar una vida feliz y productiva, porque estamos protegidos.

¿Qué deben hacer los padres y los líderes para inculcar las normas en el corazón de los jóvenes?

Hermana Tanner: A veces, al observar las dificultades que los jóvenes enfrentan, tenemos una visión inmediata en lugar de una a largo plazo. Es interesante leer Para la fortaleza de la juventud y buscar las promesas que se encuentran allí; es interesante leer las Escrituras y tratar de encontrar promesas. Siempre que se nos amonesta a hacer algo, por lo general a ello le sigue una promesa. Los padres y los líderes que han vivido las normas son un gran ejemplo; los jóvenes ven que en nuestra vida han sucedido cosas buenas y que hemos podido establecer una familia eterna. Ésas son promesas que se han cumplido para nosotros.

Hermana Dalton: Nunca he conocido a nadie que no quisiera las promesas de Para la fortaleza de la juventud: “…serán capaces de llevar a cabo las labores de su vida con mayor sabiduría y capacidad”, podrán “soportar las aflicciones con más valor”, “tendrán la ayuda del Espíritu Santo”, “tendrán un buen concepto de ustedes mismos”, “serán una influencia positiva en la vida de los demás” y “serán dignos de entrar en el templo” (págs. 2–3).

Hermana Beck: Si no se siente vergüenza de recibir las bendiciones, entonces uno no se puede avergonzar de aquello que le permita recibirlas.

Hermana Dalton: A veces, los padres piensan que una norma no tiene mayor importancia, y dicen: “No voy a pelear esa batalla ni morir para escalar esa montaña”. Pero no se trata de montañas, sino de santidad. Una norma le ayuda a la persona a comprender quién es en calidad de hijo o hija de Dios.

¿Cómo pueden los padres y los líderes superar el temor de ofender a los jóvenes o de que se alejen por lo que les digan?

Hermana Beck: Se me ocurren algunos pasajes de las Escrituras: “No temas delante de ellos, porque contigo estoy…” (Jeremías 1:8); y “…Abre tu boca y se llenará…” (Moisés 6:32). El Señor espera que Sus líderes —y todo padre y madre es líder— digan la verdad.

Hermana Tanner: En la sección 121 de Doctrina y Convenios se nos dice que cuando reprendemos “en el momento oportuno con severidad”, después debemos demostrar “mayor amor” (vers. 43). Si lo primero que saben los jóvenes es que ustedes los aman, estarán más dispuestos a escuchar. Y si a continuación les demuestran amor, podrán hablarles de cosas severas.

Hermana Beck:Creo que subestimamos el potencial de los jóvenes. Ellos están en una etapa de búsqueda; es la edad del “¿por qué?”; y hay una razón para ello: es que el Señor quiere que obtengan su propio testimonio. Los líderes y los padres tienen el deber de explicarles los “porqués” doctrinales y de reforzar las normas enseñándoles las razones en las que éstas se apoyan. Recuerdo algunas conversaciones que tuve con una de mis hijas sobre la manera de vestirse los domingos; le expliqué lo que pensaba sobre la forma en que debía vestirse para asistir a la reunión sacramental. También le hablé de la Santa Cena y le expresé mi testimonio del porqué de asistir a la Iglesia. Lo hice todo con amor. Ella no cambió su manera de vestir aquel domingo ni la semana siguiente, pero poco después adoptó una norma más formal de vestirse para la reunión sacramental. Yo esperé pacientemente hasta que recibió su propia confirmación de lo que debía hacer, y nunca más volvió a vestirse como lo hacía antes. Se le había enseñado la doctrina y su “¿por qué?” había recibido respuesta.

¿Cómo ayuda Para la fortaleza de la juventud a padres y a líderes a contestar los “¿por qués?”

Hermana Tanner: Me encanta ese librito porque se basa en la doctrina, y ésta es la verdad eterna, establecida desde antes de la fundación del mundo. Y las normas se basan en la doctrina, por lo que tampoco las normas van a cambiar. No son algo que los adultos, con sus ideas anticuadas, inventaron sólo para hacer la vida más difícil. En Para la fortaleza de la juventud se explican la doctrina y las normas probablemente de manera más clara que en cualquier otra fuente; también habla de las consecuencias. Por eso, se puede ver lo que es la verdad eterna, qué debemos y qué no debemos hacer, y por qué debemos o no hacerlo. Ese librito puede resultar de gran ayuda para los padres. A veces, cuando pienso: “Quisiera explicar esto correctamente y en términos comprensibles”, lo consulto y encuentro la idea que busco resumida en una cláusula.

¿De qué otras maneras pueden los padres y los líderes emplear Para la fortaleza de la juventud?

Hermana Beck: Se puede analizar una norma a la vez en la noche de hogar y marcar en cada sección la doctrina, las normas y las consecuencias. Como maestros en la Iglesia, lo pueden emplear en cualquier lección. A mí me ha ayudado el memorizar algunas frases claves que quiero destacar, y me doy cuenta de que cuando hablo con los jóvenes, esas frases me vienen inmediatamente a la memoria.

Hermana Dalton: Por ejemplo, una frase clave es: “Satanás quiere hacerte pensar que no puedes arrepentirte, pero…”

Hermana Dalton y hermana Beck, al unísono: “¡…eso es absolutamente falso”! (pág. 30).

Hermana Tanner: Con frecuencia, los jóvenes son los mejores maestros para enseñarse unos a otros. Una de las cosas que nos gusta hacer cuando hablamos a la juventud es entregar a algunos un librito Para la fortaleza de la juventud y decirles: “Quiero que elijan cualquiera de esas normas y dentro de unos minutos den un discursito sobre ella”. He presenciado muchos discursos espontáneos que llenan la sala con el Espíritu. Cuando los jóvenes cuentan sus experiencias y expresan su testimonio, ellos sienten el Espíritu y empiezan a experimentar la fuerza del libro.

Hermana Beck: El tener la noche de normas una vez por año no es suficiente. Podemos emplear Para la fortaleza de la juventud en los campamentos, en las conferencias para jóvenes y en situaciones formales o no tan serias. Es un recurso que debe estar siempre frente a nuestros jóvenes, y los padres y los líderes deben vivir de acuerdo con sus enseñanzas. Un líder no puede decir a los jóvenes qué películas deben evitar y luego ir a verlas; una madre no puede decir a su hija: “No te pongas ese vestido indecente”, para después ponerse ella uno así; un padre no puede decir: “Paga el diezmo” y no pagarlo él mismo.

Entonces, ¿tiene Para la fortaleza de la juventud importancia también para la gente que no es tan joven?

Hermana Dalton: Yo lo llamo Para la Fortaleza de “Ustedes”, porque se aplica a todos nosotros.

Hermana Beck: El mío tiene mi nombre escrito y está marcado para mí. Las normas no se especifican para un sexo ni para una edad determinados; son para los hijos de Dios.

¿Qué bendiciones inmediatas recibimos por vivir de acuerdo con las normas del Señor que se enseñan en Para la fortaleza de la juventud?

Hermana Dalton: Una conciencia tranquila.

Hermana Beck: La compañía del Espíritu Santo.

Hermana Dalton: Y confianza en uno mismo. Se relaciona estrechamente con el lema de la Mutual para 2007: “…deja que la virtud engalane tus pensamientos incesantemente; entonces tu confianza se fortalecerá en la presencia de Dios” (D. y C. 121:45). Esas bendiciones inmediatas son importantes porque a veces los jóvenes piensan: “Si decido hacer esto, no tendré amigos”. Lamentablemente, eso puede ser así.

Hermana Tanner: Eso me sucedió cuando estaba en el séptimo año escolar. Era honrada, lo cual no estaba de acuerdo con lo que un grupo popular de chicas quería que yo hiciera. Por ese motivo, no tenía amigas y estaba triste, pero tenía confianza en que lo que hacía estaba bien. Y estoy segura de que eso fue lo que me sostuvo durante un tiempo. Sabía que podía enfrentarme a quien realmente necesitaba enfrentar: a mi Padre Celestial y a mi familia. Pero el saberlo no impide que se sienta dolor.

Hermana Dalton: Para la fortaleza de la juventud no promete una vida libre de dificultades si se viven las normas, pero dice que se podrán “soportar las aflicciones con más valor” (pág. 2). Aun cuando no me di cuenta de ello la noche que salí de una fiesta y cerré la puerta de todo mi futuro social —los jóvenes populares me rechazaron desde aquel momento—, ahora sé que el obedecer las normas nos capacita para ser líderes. Una jovencita o un joven que tenga el valor de vivir de acuerdo con ellas y retirarse de una situación inapropiada brinda a otros como ellos el valor para hacer lo mismo.

¿Qué bendiciones a largo plazo se reciben por vivir en armonía con las normas de Para la fortaleza de la juventud?

Hermana Beck: La semana pasada fui de compras con mis nietas. Me fijé en que una de las empleadas observaba cómo nos divertíamos. Más tarde le di una tarjeta de obsequio de la Iglesia y me dijo: “Me encuentro en un momento en el que estoy tratando de tomar las riendas de mi vida, y no sé cómo hacerlo”. Nos pusimos a conversar. Lo último que le dije fue: “Si tú quieres tener esto cuando llegues a mi edad”, señalando a mis nietecitas, “debes tener mucho cuidado de lo que decidas hacer ahora. Las decisiones que yo tomé cuando tenía tu edad determinaron qué clase de persona soy actualmente”.

Hermana Dalton: Las bendiciones a largo plazo se extienden como una ola a través de generaciones, y algo pequeño que estemos haciendo ahora puede efectuar grandes cambios en nuestro propio futuro y en el de las generaciones que nos sigan. Tampoco debemos olvidar que las generaciones que nos precedieron se sacrificaron para que nosotros tuviéramos el Evangelio y conociéramos las normas.

¿Cómo deben los jóvenes enfrentar la tentación y recibir esas bendiciones inmediatas y a largo plazo?

Hermana Dalton: Cuando pregunto a los jóvenes: “¿Qué es lo más difícil para ustedes?”, muchos me contestan: “Es ir a una fiesta, que me ofrezcan una bebida y no tomarla”. Entonces les pregunto: “¿Y por qué vas a esa clase de fiestas?”. Y me dicen: “Porque quiero ser un buen ejemplo para los demás”. A esto, siempre les contesto: “Tú debes llevar a tus amigos a los lugares donde ellos puedan sentir el Espíritu. No vayas nunca a lugares adonde Él no va. ¡Evítalos!”.

Hermana Beck: El élder Lynn G. Robbins, de los Setenta, nos ofrece esta analogía: Si usted está en una dieta en la que no pueda comer chocolate y, a pesar de eso, va a la cocina donde acaba de sacar del horno un pastel de chocolate —siente el delicioso aroma y puede imaginarse los trozos de pastel disolviéndose en su boca—, ¿cuánto tiempo transcurrirá antes de que pruebe un pedacito? ¿Cuánta fuerza de voluntad tiene en realidad? A eso se le llama resistir la tentación, o tratar de resistirla. Pero si está haciendo un régimen que le prive comer chocolate y no entra en la cocina donde está el pastel recién horneado ni lo prepara usted, entonces está evitando la tentación. ¡Y eso es más fácil!

¿Qué pueden lograr los jóvenes que viven de acuerdo con esas normas de rectitud?

Hermana Beck: Satanás ataca a nuestros jóvenes por todos lados. Pero tenemos una defensa, así que no debemos temer: Podemos confiar en las promesas del Señor. Él nos dice que los jóvenes, varones y mujeres soñarán sueños y tendrán visiones, y que Él derramará Su Espíritu sobre ellos en los últimos días e inundará la tierra con la justicia y la verdad (véase Joel 2:28–32; Moisés 7:62). ¡No hay nada que los jóvenes rectos no puedan hacer!

Hermana Dalton: Nuestros jóvenes son actores principales en las escenas finales de la tierra. Leemos sobre las calamidades y cosas malas que sucederán; pero el vivir las normas que se encuentran en Para la fortaleza de la juventud preservará, protegerá y fortalecerá a la juventud de tal modo que podrán prestar servicio y hacer lo que nadie más sea capaz de hacer.

Hermana Tanner: Los jóvenes de hoy son como los jóvenes soldados del ejército de Helamán. Aquéllos fueron criados para salvar a la generación nefita, y éstos son criados para salvar a esta generación.

Cómo ayudar a los jóvenes a fortalecerse

Una manera de empezar a hacer que las enseñanzas de Para la fortaleza de la juventud (36550 002) formen parte de nuestra vida —y de grabarlas en el corazón de los jóvenes— es señalar las doctrinas, las normas y las consecuencias que se describen en cada sección del librito. Por ejemplo, consideremos la sección “La pureza sexual”.

La doctrina responde a la pregunta: “¿Por qué tenemos que vivir esas normas?”: “La intimidad física entre marido y mujer es hermosa y sagrada; es ordenada por Dios para la creación de los hijos y la expresión de amor entre marido y mujer. Dios ha mandado que la intimidad sexual se reserve para el matrimonio” (pág. 26).

Las normas nos enseñan lo que debemos y lo que no debemos hacer: “No tengas ninguna clase de relación sexual antes del matrimonio, y sé completamente fiel a tu cónyuge después del matrimonio” (pág. 26).

Las consecuencias son los resultados positivos y negativos de vivir o no vivir las normas: “Cuando obedeces el mandamiento de Dios de ser sexualmente puro o pura, te estás preparando para hacer y guardar convenios sagrados en el templo, para establecer un matrimonio fuerte y para traer hijos al mundo como parte de una familia amorosa. Te estás protegiendo del daño emocional que siempre resulta cuando se comparten las intimidades físicas con otra persona fuera del matrimonio” (pág. 26).

Las normas se comparten

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Una joven a quien conozco estaba un poco frustrada con amigas que cuestionaban sus normas: “¿Por qué no puedes salir con un muchacho antes de los dieciséis años?”, “¿por qué no tomas bebidas alcohólicas?”. Cuando oró para saber cómo tratar esa situación, se le ocurrió esta idea: “Me voy a poner un librito Para la fortaleza de la juventud en el bolsillo del pantalón y cada vez que alguien me pregunte, por ejemplo, sobre salidas sola con un muchacho, le voy a dar el librito y decirle que lea la sección sobre salir con jóvenes del sexo opuesto”.

¡Y resultó ser una gran idea! En el transcurso de tres meses entregó cincuenta y dos libritos Para la fortaleza de la juventud, y tres amigas nuevas empezaron a asistir con ella a la Iglesia.

Aquella jovencita fue valiente de una manera amistosa y no se disculpó por guardar sus normas. Si los jóvenes viven las normas abiertamente y sin avergonzarse de ellas, los demás los respetarán y los verán como un ejemplo.

Mary N. Cook, Segunda Consejera en la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes.