2007
El regalo que no recuerdo
Septiembre de 2007


El regalo que no recuerdo

Uno de los mayores regalos que recibí de mi padre es uno que ni siquiera recuerdo. Nunca me habló de él, así era mi padre. Supe de él muchos años más tarde, a través de mi madre.

Tanto mi madre como mi padre se habían criado en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pero como mi padre fumaba, no habían podido casarse en el templo. El buen obispo que llevó a cabo la ceremonia civil de mis padres les animó a fijarse la meta de casarse en el templo antes de que llegaran los hijos. Cuando yo nací, todavía estaban trabajando en ello.

Cuando iba a cumplir dos años, mis padres todavía no habían ido al templo. Mi mamá realmente deseaba que nos selláramos como familia antes de que naciera un segundo hijo, pero papá todavía fumaba.

A veces pienso que ojalá pudiera recordar lo que sucedió en aquel cumpleaños, porque fue cuando recibí el regalo. Mi padre llegó a casa del trabajo aquella tarde de principios de noviembre, y después de dejar su recipiente del almuerzo y quitarse el abrigo, me tomó en brazos. “Gary”, dijo, “tengo un regalo de cumpleaños especial para ti”. Mamá me explicó que eso la sorprendió, ya que sabía que papá no tenía dinero suficiente para comprarme un regalo.

Se llevó la mano al bolsillo de la camisa y sacó un paquete de cigarrillos empezado y me lo dio. Mamá empezó a oponerse, pero papá levantó la mano como si dijese: “Este asunto es entre mi hijo y yo”.

Con una voz suave, me dijo: “Hace varios días que lo estoy pensando. He decidido que no quiero que tú, hijo mío, recuerdes haber visto fumar a tu padre. El regalo que te voy a dar hoy es que voy a dejar el tabaco y nunca más volveré a fumar”.

Y desde entonces, dejó de fumar. Estoy seguro de que ese cambio tan repentino le costó mucho. Aunque no lo recuerdo, aquel fue su regalo especial para mí, pero fue mucho más que eso.

Unos meses más tarde, con mi madre embarazada de nuevo, logramos ir al Templo de Logan, Utah, donde nos sellamos como familia eterna.

Me siento verdaderamente agradecido por aquel regalo que hace tantos años me dio mi amoroso y cariñoso padre.