2007
Unidos por la oración
Agosto de 2007


Unidos por la oración

El entrenamiento militar básico resultaba durísimo, especialmente en el sentido espiritual. Me rodeaban el lenguaje soez y las malas influencias; la oración y las bendiciones del sacerdocio me dieron el poder para soportarlo, pero anhelaba tener algo más que las oraciones personales. Había servido en una misión y conocía el poder y la unidad que se reciben al orar con un compañero; pero la unidad era algo de lo que claramente carecía nuestro grupo de 56 aviadores de las fuerzas aéreas.

Habían transcurrido tres semanas de entrenamiento y aún nos costaba llevarnos bien y trabajar en equipo. Acudí a los suboficiales a fin de solicitar permiso para llevar a cabo una reunión de oración nocturna para cualquiera que pudiera estar interesado en asistir. Para mi sorpresa, no sólo me concedieron el permiso, sino que apoyaron mi idea.

A la primera reunión asistieron seis aviadores. Después del toque de silencio, al apagarse las luces, utilizamos una linterna para leer algunos versículos del Nuevo Testamento que se relacionaban con los retos que estábamos enfrentando. Entonces ofrecimos una oración pidiendo que tuviéramos el Espíritu de Dios con nosotros y que estuviéramos agradecidos por lo que teníamos.

Paulatinamente fueron viniendo más aviadores a nuestra reunión, al grado de que no tardamos en ser quince. A veces leíamos versículos de la Biblia; en ocasiones acudíamos al Libro de Mormón. Cada noche se concedía la oportunidad de orar a cualquiera que lo deseara.

Un aviador que se aventuró a acudir a nuestra reunión de oración se limitó a escuchar la primera vez y, cuando le llegó el turno de orar, pidió que lo hiciera otra persona. Pero a las pocas semanas, se unió a nosotros y oró una noche para que su familia recibiera ayuda con los problemas que tenían en casa y que él se viera fortalecido durante las últimas semanas de entrenamiento. Nos dijo que iba a echar de menos nuestras reuniones cuando terminara ese entrenamiento y que pensaba ofrecer una oración personal cada noche antes de irse a acostar.

Poco después, mientras oraba con nuestro grupo, manifestó su gratitud porque las oraciones por su familia habían obtenido respuesta. Además, dijo, él mismo se había visto fortalecido, lo cual le dio la confianza para proseguir con el entrenamiento básico.

La noche previa a la partida para las escuelas técnicas que se nos habían asignado, ese mismo aviador explicó que antes de llegar al entrenamiento básico, le habían enseñado pocas cosas sobre Dios y que no creía en Él, pero que comenzó a tener fe después de leer las Escrituras con nosotros y de ver el ejemplo de los otros aviadores que también oraban. También nos confió que la primera oración que había ofrecido en el grupo era también la primera oración de su vida.

Tal y como había esperado, aquellas reuniones nos sirvieron para que hubiera más unidad en nuestro grupo, pero hicieron más que eso: nos fortalecieron como personas y nos ayudaron a recurrir a nuestro Padre Celestial.