2006
Escogí la Escuela Dominical
febrero de 2006


Escogí la Escuela Dominical

Había estado repasando una extensa lista de lecturas para el examen comprensivo que necesitaba pasar para obtener mi maestría en inglés. Tenía la esperanza de haberme preparado adecuadamente, pero me preocupaba que quizás no fuese así. Había regresado a la universidad a la edad de 35 años y el recordar conceptos a menudo parecía más difícil de lo que había sido cuando era más joven.

El examen se iba a llevar a cabo el lunes, y cuando llegó el domingo, empecé a justificarme y a pensar que utilizaría mejor mi tiempo estudiando en vez de asistir a la Escuela Dominical y a la Sociedad de Socorro. Casi había decidido asistir solamente a la reunión sacramental, pero al final sentía demasiada culpa y me pregunté qué tipo de ejemplo estaría dándoles a mis hijos pequeños, así que decidí asistir a la Escuela Dominical y a la Sociedad de Socorro.

La lección de la clase de Doctrina del Evangelio trataba del libro de Job, y el maestro, el hermano Clayton Smith, era un maestro humilde y elocuente que impartía un poderoso mensaje espiritual. Durante la clase, tenía las Escrituras abiertas sobre el regazo, y fijé la vista en unos cuantos versículos en particular, los que leí una y otra vez.

Al día siguiente llegué al salón donde se iba a realizar el examen y la persona que iba a supervisarlo repartió la prueba. Consistía en tres preguntas de redacción y tenía tres horas para hacerlo. Imagínense mi sorpresa cuando leí una de las preguntas: “Analice el concepto del sufrimiento, tal como se ilustra en por lo menos tres de las obras literarias de la lista de lecturas”. El libro de Job era una las obras de la lista.

Me sorprendió enormemente la facilidad con la que pude responder a esa pregunta, dando realce a mi respuesta con citas directas de los versículos que había leído el día anterior en la Escuela Dominical. El poder escribir rápido y fácilmente esa composición me permitió tener tiempo adicional para responder a las otras dos preguntas.

Al concluir el examen, me sentí muy agradecida por mi preparación “adicional”; también pensé que el haber participado en la clase del hermano Smith me había dado una perspectiva espiritual de Job que me permitió responder a la pregunta con mayor profundidad, fervor y entendimiento, que no habría podido lograr de otra manera.

Varias semanas más tarde, cuando se dieron a conocer los resultados del examen, descubrí que yo había sido la única estudiante que había recibido honores académicos.

Ésa fue una clase de la Escuela Dominical que nunca olvidaré, sobre todo porque reafirmó el concepto de guardar santo el día de reposo y de nunca faltar a mis reuniones. Estoy agradecida porque fui inspirada a asistir a la clase de Doctrina del Evangelio, en vez de tratar de estudiar desesperadamente a último minuto.

Helen Walker Jones es miembro del Barrio Ensign 1, Estaca Ensign, Salt Lake.