2006
Confianza para contraer matrimonio
febrero de 2006


Confianza para contraer matrimonio

Muchos miembros de la Iglesia tienen un matrimonio feliz a pesar de los temores que sentían cuando eran solteros.

“¿Tengo las cualidades necesarias para ser un buen cónyuge?” “Mis padres pasaron por un penoso divorcio y tengo miedo de que si me caso, también termine divorciándome”.

“Si me caso, ¿estaré en condiciones de mantener a mi familia?”

Temores como éstos pueden a veces desanimar de casarse a los Santos de los Últimos Días solteros. ¿Qué podemos hacer para vencer ese espíritu de temor y reemplazarlo con uno de amor?

Muchos miembros de la Iglesia se han encontrado con que, por confiar en el Señor, aun cuando sus temores no desaparezcan del todo, el Padre Celestial les ayudará a formar un matrimonio feliz.

El temor al divorcio

Quizás usted mismo haya pasado por el divorcio; o puede ser que sus padres o alguna otra persona muy cercana se hayan divorciado; tal vez el número cada vez mayor de divorcios que hay actualmente le preocupe mucho. Esa preocupación sobre la posibilidad de divorciarse ha llevado a muchos adultos solteros a evitar los riesgos que podrían conducir a un matrimonio feliz, satisfactorio y eterno. Pero si busca la ayuda del Señor, sin duda aprenderá lecciones valiosas, aunque duras, de las experiencias negativas de las personas que le rodean, y luego seguirá adelante con fe y descubrirá que la felicidad en el matrimonio es una posibilidad muy real.

Scott Balloch, de Bristol, Inglaterra, tenía dieciocho años cuando sus padres se separaron dando fin al matrimonio; como resultado, temía la posibilidad de tener que divorciarse algún día; pero también aprendió lecciones importantes de la experiencia de sus padres.

“Por el divorcio de mis padres”, dice el hermano Balloch, “no tomaba a la ligera las citas con el sexo opuesto; al contrario, consideraba muy serio el compromiso del matrimonio”.

Antes de casarse él y su esposa, hablaron de lo que le preocupaba; además, oraban y leían las Escrituras con regularidad.

“Eso tuvo una enorme influencia en nuestra relación”, dice el hermano Balloch; “hubo menos contención y muchos de nuestros temores desaparecieron.

“Nefi nos enseña una gran lección: ‘Iré y haré…’ (1 Nefi 3:7)”, continúa. “El temor puede hacer que nos apoyemos más en nuestro Padre Celestial. Él nos proporcionó la manera de hacerlo”. Los Balloch explican que han sido bendecidos por haber tratado de seguir los mandamientos de nuestro Padre Celestial en su matrimonio.

El temor de no ser un buen cónyuge

Todos tenemos imperfecciones y a veces éstas se hacen más evidentes en el matrimonio. Cuando Ken Nollsch, de Highlands Ranch, Colorado, se casó con su esposa Chalyce, siguió tratando de sobreponerse a los temores que siempre había sentido de no ser un buen cónyuge. Al aprender a compartir sus cargas con el Señor, sus temores disminuyeron.

El hermano Nollsch dice que quiere estar completamente dedicado a “atender las necesidades de ella antes que las mías”; y explica: “Me preocupa la forma en que paso el tiempo y trato de evitar las actividades egoístas”. Cuando se siente abrumado por sus temores, se recuerda a sí mismo que debe imitar el ejemplo del Salvador, que dijo humildemente a nuestro Padre Celestial: “…hágase tu voluntad” (Mateo 26:42). “Me repito eso mentalmente una y otra vez, y luego pongo manos a la obra para lo que tenga que hacer”, dice.

El hermano Nollsch afirma que su confianza en sí mismo y en su esposa ha aumentado con el tiempo. También se concentra en el gozo que siente por ser esposo y padre. “Dios quiere que seamos felices”, comenta, “y el ser esposo y padre es una de las mejores maneras de hallar la felicidad”.

El temor de la situación económica

Al hablar a un grupo de hombres jóvenes, el presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) se refirió al temor general que sienten los jóvenes de tener que ser el que gane el sustento de la familia.

“Soy consciente de que algunos de ustedes, hermanos, tienen miedo de la gran responsabilidad que tendrán si se casan. Les preocupa la idea de no ser capaces de mantener a la esposa y a la familia, y darles lo que necesiten en esta época de incertidumbre económica. Pero esos temores deben descartarse para dar lugar a la fe.

“Les aseguro, hermanos, que si son trabajadores, si pagan el diezmo y las ofrendas fielmente y si son conscientes para cumplir los mandamientos, el Señor los sostendrá. Sí, tendrán que sacrificarse, pero eso les hará progresar y llegarán a ser mejores hombres por haberlo hecho.

“Esfuércense en sus estudios y en su trabajo. Confíen en el Señor, tengan fe y todo se arreglará. Él nunca nos da un mandamiento sin darnos también la capacidad y los medios para cumplirlo”1.

Cuando Clyde y Joyce Hlongwane, de Johannesburgo, Sudáfrica, empezaron el noviazgo, al hermano Hlongwane le preocupaba la idea de poder mantener a su futura familia.

“Antes de casarnos”, recuerda él, “estuve escuchando un discurso de una conferencia en el que se hablaba de la forma en que el Señor provee cuando se paga el diezmo, y me di cuenta de que ésa era la clave de todas las preocupaciones económicas que yo tenía; que, pase lo que pase, hay que pagar el diezmo”.

El hermano Hlongwane se sintió alentado por pasajes de las Escrituras como el de 1 Nefi 17:3: “…Y si los hijos de los hombres guardan los mandamientos de Dios, él los alimenta y los fortifica, y provee los medios por los cuales pueden cumplir lo que les ha mandado”.

“Yo sabía que el contraer matrimonio es un mandamiento y que por eso, el Señor proveería lo necesario para que pudiéramos cumplirlo”, comenta.

Además, reconoció la necesidad de poner de su parte. Cuando se casaron, él estaba trabajando en un empleo de sueldo muy bajo y su entrada no era suficiente para mantener a una familia, por lo que decidió seguir su educación; su situación económica ha mejorado y ahora el hermano Hlongwane espera con anhelo tener la carrera de su vocación.

Temor de los cambios en el estilo de vida

El matrimonio afecta la forma en que las personas viven, ya sea económica, social, emocional e incluso espiritualmente.

A Amy Byerly, de Walpole, Massachusetts, le preocupaban los cambios que trae el matrimonio en el estilo de vida. El hecho de hablar de esa preocupación con Bart, que pronto sería su esposo, le hizo sentir más tranquila. También recurrió a las Escrituras, y en Mosíah 2:41 leyó esto: “…quisiera que consideraseis el bendito y feliz estado de aquellos que guardan los mandamientos de Dios. Porque he aquí, ellos son bendecidos en todas las cosas, tanto temporales como espirituales; y si continúan fieles hasta el fin, son recibidos en el cielo, para que así moren con Dios en un estado de interminable felicidad. ¡Oh recordad, recordad que estas cosas son verdaderas!, porque el Señor Dios lo ha declarado”.

“Ese versículo me hizo verlo todo en su debida perspectiva”, dice la hermana Byerly. “Aun cuando mi estilo de vida cambiara, todavía podía ser feliz si era fiel; además, me enseñó que el tener una familia eterna es mucho más importante que todas las diversiones que tenía mientras era soltera”.

La hermana Byerly tuvo fe en que el Padre Celestial le ayudaría en su matrimonio. “El saber que Dios aprobaba nuestro casamiento me ayudó a enfrentar cualquiera de los temores que tenía”, afirma. “Y sabía que podía ser feliz a pesar del cambio en mi estilo de vida”.

El temor de cambiar las metas

A algunos adultos solteros quizás les preocupe la idea de que el matrimonio les impedirá terminar la carrera o alcanzar la meta de estudios que tengan. “Antes de casarnos, los dos estábamos preocupados por los estudios y la carrera”, dice Thekla Schenk, de Mililani, Hawai. “Al principio de nuestro matrimonio, yo quería que todo fuera a mi manera; nos casamos con la condición de que yo seguiría estudiando”.

La hermana Schenk oró y le pidió al Padre Celestial que le ayudara a terminar sus estudios universitarios. Tuvo la impresión de que eso sucedería cuando tuviera que suceder, a pesar de que ella no sabía cómo.

Aun cuando ambos están estudiando en la actualidad, la pareja ha decidido que se concentrarán en la carrera de él primero a fin de que la hermana Schenk pueda quedarse en casa cuando tengan hijos. “Lo convertimos en algo ‘nuestro’ en lugar de ‘mío’”, comenta.

Ella y su marido han procurado la felicidad en el matrimonio al tratar de hacerse felices mutuamente. “Es difícil aprender a dar prioridad a las necesidades de otra persona”, dice la hermana. “Tenemos que esforzarnos por ser bastante espirituales para escuchar las impresiones de lo que debemos hacer”.

En un mensaje para sus nietas sobre la forma de llegar a ser mujeres excelentes, el presidente James E. Faust, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, dijo: “Mis queridas nietas, ustedes no pueden hacerlo todo al mismo tiempo y hacerlo bien; no pueden ser cien por ciento esposas, cien por ciento madres, dar cien por ciento de servicio en la Iglesia, ser cien por ciento profesionales y prestar cien por ciento de servicio civil al mismo tiempo”. El hacerlo todo en orden sucesivo, dijo, “da a la mujer la oportunidad de hacer bien cada cosa a su debido tiempo y de cumplir varias funciones a lo largo de su vida”2.

Cuando Sonia Lopreiato y Gabriel Piros, de São Paulo, Brasil, se comprometieron, hablaban de las decisiones que tendrían que tomar al nacer sus hijos; pero después de un año de matrimonio y del nacimiento de su primer hijo, “todo lo que había sido tan sencillo en teoría pasó a ser complicado en la práctica”, dice la hermana Piros. “Nos enfrentamos con el momento de decidir y se nos llenó de miedo el corazón. Mi marido temía no ganar lo suficiente para atender a nuestras necesidades, y yo tenía miedo de poner fin a mi prometedora carrera”.

Los hermanos Piros empezaron a repasar el manual El matrimonio eterno: Manual para el alumno (35311 002) y a asistir juntos a las clases de instituto. Sintieron la seguridad de que la decisión correcta era la que habían tomado antes de casarse: que la hermana Piros dejara a un lado la carrera por el momento, aun cuando los dos sabían que no sería fácil para él ganar lo necesario para cubrir las necesidades de la familia.

“Ejercimos la fe”, dice ella, “y como dice el pasaje de las Escrituras, pusimos a prueba la palabra de Dios” (véase 2 Nefi 11:3). La pareja empezó a recibir muchas bendiciones que fueron el resultado de su sacrificio, incluso un progreso en la profesión del hermano Piros.

“Todavía enfrentamos dificultades y temores, pero tenemos la certeza de que Dios estará a nuestro lado y que contestará nuestras oraciones”, comenta la hermana Piros.

“No nos ha dado Dios espíritu de cobardía”

El presidente Gordon B. Hinckley dijo: “Reconozcamos que el temor no viene de Dios, sino que más bien ese elemento torturador y destructivo viene del adversario de la verdad y la justicia. El temor es lo opuesto a la fe…”3.

Verdaderamente, en algunos noviazgos hay motivos legítimos para las dudas y la incertidumbre, por lo que las personas siempre deben procurar la guía del Señor al tomar la decisión de casarse. Pero al dar los pasos apropiados en sus relaciones y al sentir la paz que el Señor concede a los que toman decisiones correctas, podrán seguir adelante con fe, sabiendo que el matrimonio y la familia pueden brindar gran felicidad.

El apóstol Pablo enseñó esto: “…en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón…” (1 Corintios 11:11). También escribió: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7). Que podamos esforzarnos por reemplazar con fe y amor nuestros temores sobre el matrimonio.

Melissa Howell es miembro del Barrio Aurora Highlands, Estaca Aurora, Colorado.

Hagan frente a las dudas

“En toda decisión importante hay que actuar con cautela y consideración, pero una vez que haya habido inspiración, cuídense de la tentación de alejarse de algo que sea bueno. Si todo estaba bien cuando oraron al respecto, confiaron en ello y vivieron para ello, todavía sigue siendo correcto ahora. No se rindan ante la presión y sobre todo no se rindan a ese ser que está laborando concienzudamente para destruir la felicidad de ustedes. Hagan frente a las dudas; controlen sus temores. ‘No perdáis, pues, vuestra confianza’ [Hebreos 10:35]. Manténganse fieles y admiren la belleza de la vida que se despliega ante ustedes”.

Élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles, “No perdáis, pues, vuestra confianza”, Liahona, junio de 2000, pág. 38.

Notas

  1. Véase “A los adultos mayores solteros de la Iglesia”, Liahona, julio de 1988, pág. 51.

  2. “A Message to My Granddaughters: Becoming ‘Great Women’” [“Mensaje a mis nietas: Cómo llegar a ser mujeres excelentes”], Ensign, sep. de 1986, pág. 19.

  3. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía”, Liahona, febrero de 1985, pág. 21.