2005
Jóvenes trabajadores en Fiji
abril de 2005


Jóvenes trabajadores en Fiji

Los jóvenes santos desempeñan un papel importante en satisfacer las necesidades de los miembros.

Sikeli Vuli se ríe cuando trata de recordar, sin éxito, cuántas veces se ha caído en el río. Hasta hace poco, el darse un baño accidentalmente era algo que ocurría con regularidad para los que viven en la pequeña aldea de Navatuyaba, cerca de Suva, Fiji.

La razón es que si tenían que ir a la ciudad, a la escuela o a la tienda local, debían cruzar el río que serpentea lentamente junto a la aldea, caminar un buen trecho hasta llegar al puente más cercano (más o menos dos horas) o pagar el pasaje del autobús con dinero escaso y ganado con el sudor de la frente.

“Tengo que cruzar el río muchas veces al día”, dice Sikeli, de trece años de edad. “Mis amigos viven del otro lado del río”.

Sin lugar a dudas, cruzar el río era la opción más fácil, aunque ello significara usar una balsa inestable fabricada de unos cuantos palos largos de bambú amarrados. Y si esperaban para cruzar más de un par de personas, resultaba más rápido levantar sobre la cabeza los textos y el uniforme escolar y nadar hasta la otra orilla, y llevar siempre ropa que pudiera mojarse, porque lo más probable era que de todas maneras se cayeran de la balsa.

Por lo menos, así era la situación antes de que la Iglesia les ayudara a solucionar el problema. La Iglesia proporcionó una barca, pero por la forma en que se han animado los miembros, pensaría uno que es un avión.

“Estamos agradecidos por la barca”, dice Litiana Delai, de doce años de edad. “Ahora es mucho más fácil cruzar el río”.

Agradecidos por la ayuda

La barca de la rama Navatuyaba es tan sólo uno de los muchos proyectos que ha emprendido la Estaca Nausori, Fiji, para ayudar a los jóvenes y a otros miembros de la Iglesia. Hallar un empleo en esa zona es casi imposible para los adolescentes; aun para los padres es difícil y eso presenta una situación muy difícil. A los miembros, al igual que a la mayoría de las personas en esa zona, se les dificulta mantener a su familia.

¿Por qué, entonces, son tan felices los miembros?

Porque saben que el Señor les ama.

“Sabemos que nuestro Padre Celestial nos ama porque la Iglesia nos ayuda tanto a satisfacer nuestras necesidades”, dice Makereta Elder, de catorce años de edad.

Los líderes de la estaca se han sentido inspirados a iniciar varios programas para ayudar a mantener a los miembros, y los jóvenes contribuyen en gran manera para que esos programas funcionen. Además de la barca, hay un invernadero, un grupo de nuevas granjas de bienestar y también algún ganado. Y a los jóvenes de Navatuyaba les encanta ayudar.

Deshierbando juntos

Un ruido que no se escucha mucho en Navatuyaba es el de los motores de equipo agrícola industrial, pero eso está cambiando ahora que el tractor que opera la estaca y que le pertenece se guarda en la aldea.

Los diecisiete jóvenes de la rama están agradecidos por el tractor, ya que sin él, los miembros de Navatuyaba tendrían que buscar la manera de cultivar casi una hectárea a mano. Pero el tractor no hace todo el trabajo de la granja. Todos los miembros trabajan unidos para sembrar, deshierbar y cosechar cultivos como el taro y la tapioca.

“Todos ayudamos en la granja”, dice Kuli Qaravanua, de quince años de edad. “Los jóvenes deshierban y siembran o llevan un refrigerio cuando los adultos están trabajando”.

“A mí me gusta trabajar en la granja”, dice Maca Baikeirewa, de catorce años de edad. “Ayuda de muchas maneras a mi familia”.

Los bendiciones de la granja no son únicamente en cuanto a tener suficientes alimentos para comer; los jóvenes están aprendiendo mucho acerca de la manera de cultivar alimentos y trabajar duro.

“Yo pienso que el trabajar en la granja ha unido más a los jóvenes de nuestra rama”, dice Tulia Tinaimolikula, de dieciocho años de edad. “Nos sirve para llegar a conocernos mejor”.

Pero, como dice Kuli: “Sobre todo el tractor y la granja nos ayudan a tener paz mental. No tengo que preocuparme por lo que comeré mañana”.

Vivir con animales de cría

Por más agradable que sea el trabajar juntos en el cultivo, para los jóvenes es mucho más divertido ayudar con los puercos o cerdos y las gallinas.

La rama comenzó con 120 pollitos, 64 gallinas y cuatro puercos, pero va a ampliar el gallinero. Los animales se dividirán entre los miembros de la rama y de la estaca. Algunos se venderán, algunos se comerán, pero más que nada proporcionan entretenimiento.

Los pollitos son lindos y dar de comer a los puercos puede ser divertido, pero los jóvenes han aprendido por experiencia propia lo difícil que es atrapar a un puerco que no quiere que lo atrapen.

Fortalecidos

En algunos países, cuando se menciona el tema del programa de bienestar de la Iglesia, muchos jóvenes dejan de escuchar porque no piensan que se aplique a ellos. Para los jóvenes de Navatuyaba, el programa de bienestar de la Iglesia está cambiando sus vidas por medio de puercos y tractores, gallinas y granjas.

Aun la barca representa mucho más que un medio para atravesar el río a salvo. Al cobrar unos cuantos centavos por pasajero, la rama puede pagar a la familia de Litiana para que mantenga la barca en buenas condiciones. Ella y sus hermanos se turnan para responder al silbato del otro lado del río cada vez que alguien necesita cruzar.

“Ha bendecido a mi familia”, dice Litiana con una amplia sonrisa. “Nos ayuda a tener los medios para comprar materiales escolares y comida. Y también pagamos diezmos de lo que ganamos”.

Los santos de Navatuyaba no son los únicos que han luchado por vencer obstáculos y mantenerse a flote. A través del programa de bienestar y el de ayuda humanitaria de la Iglesia, el Señor proporciona la manera para que muchos se mantengan a flote durante los tiempos difíciles. Y eso es algo que causa alegría.

“Hay personas que son como piedras que se echan en un mar de problemas; y éstos las ahogan. Sé más bien como un corcho; cuando una dificultad te hunda, lucha por liberarte con el fin de emerger y volver a prestar servicio con felicidad”.

Élder Richard G. Scott del Quórum de los Doce Apóstoles, “Cómo hallar gozo en la vida”, Liahona, julio de 1996, pág. 27.