2005
No temas
febrero de 2005


Ven y escucha la voz de un profeta

No temas

Soy optimista en lo que concierne a la obra del Señor. Por supuesto que me doy cuenta de que en el mundo nos rodean muchos problemas graves. He estado en lugares donde la guerra causa estragos y el odio arde en el corazón de la gente; he visto con gran preocupación cómo se han ido derrumbando los principios morales de nuestra sociedad. Pero aún así, soy optimista, porque tengo una fe firme y absoluta en que la justicia triunfará y la verdad prevalecerá.

Cuando salí de mi casa para cumplir una misión hace unos sesenta y dos años, mi padre me dio una tarjeta en la cual figuraban cuatro palabras: “No temas, cree solamente” (Marcos 5:36).

Creo en el triunfo del Evangelio de Jesucristo, de la Iglesia y el Reino de Dios en la tierra. El Señor declaró que “será predicado este Evangelio del reino… para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). ¿Será posible lograrlo? Recuerdo algo que ilustra la forma en que puede suceder.

En América del Sur, conocí a una señora que recientemente se había unido a la Iglesia. Motivada por el gran amor por lo que había encontrado, se había ocupado de hablar animadamente de ello con otras personas. Tan sólo siete meses después de su bautismo, había entregado a los misioneros trescientas referencias de conocidos. En un momento dado, sesenta se habían unido a la Iglesia.

Sí, esta obra requiere sacrificio, requiere esfuerzo, requiere valentía para hablar y fe para esforzarnos por hacerlo. Como Pablo le escribió a Timoteo: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

“Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor…” (2 Timoteo 1:7–8).

Desearía que todos los miembros de la Iglesia pusieran esas palabras donde pudieran verlas al comenzar el día, ya que nos darían la valentía necesaria para hablar con los demás acerca de la obra, nos darían la fe necesaria para tratar de hacerlo y fortalecerían nuestra convicción del Señor Jesucristo. Estoy convencido de que en esa forma ocurrirían más milagros sobre la tierra.

Sé que Dios vive, que Jesús es el Cristo, que ésta es Su santa obra.

Adaptado de “No temas, cree solamente”, Liahona, mayo de 1996, págs. 2–7.