2004
Desayuno de Nochebuena
diciembre de 2004


Desayuno de Nochebuena

En la Nochebuena de hace aproximadamente 18 años, yo era una joven madre dolorosamente consciente de la gran brecha que existía entre la realidad de mi familia y lo que consideraba era la Navidad ideal: la que aparece en la televisión y en las revistas; la Navidad de las decoraciones hermosas, de las comidas deliciosas y de los hijos felices y sonrientes. Me había esforzado por terminar de envolver los regalos y limpiar a la vez que trataba de lograr algo de orden y paz en casa mientras cuidaba a mis tres hijitos, uno de los cuales era un bebé muy malhumorado. Aquella noche sentía sobre mí el peso de un sentimiento que me deprimía; me sentía abrumada.

Empezaba a oscurecer. El bebé estaba en su silla alta y yo intentaba darle de comer y después prepararlo para la cama. La hora de la cena se aproximaba con rapidez pero esta vez no había mesa con velas, nada de comida caliente; en realidad no había nada en el horno. Entonces, mi esposo, que había estado haciendo algunas compras de última hora, entró en la cocina y puso sobre el mostrador una bolsa de harina preparada para panqueques, zumo de naranja congelado y un paquete de carne de salchicha. A su manera, él me estaba diciendo que sabía que yo ya no podía más y que, si fuera necesario, él estaba dispuesto a preparar la cena de Nochebuena.

Así que aquella Nochebuena, nuestra familia compartió el desayuno. No recuerdo el sabor, pero sí lo que me sentí al ser amada y comprendida. Desde entonces, los alimentos del desayuno han sido siempre típicos de nuestra cena de Nochebuena. Tal vez nuestros hijos no comprendan su significado, pero el desayuno es una tradición que permanece inalterable.

El pequeño acto de servicio que mi esposo realizó por mí aquella Nochebuena de hace tanto tiempo puede parecer insignificante, pero me enseñó que los pequeños actos amables y caritativos, en medio del ajetreo mundano, pueden cambiar nuestra vida. Mediante el servicio desinteresado, el Espíritu puede obrar en nuestro corazón y Cristo puede entrar en nuestra vida, y eso es en lo que consiste la Navidad. Puede que las decoraciones acondicionen el ambiente, pero el amor y el servicio constituyen la parte esencial de la Navidad.

Toni Hakes pertenece al Barrio Willow Canyon Ocho, Estaca Sandy Este, Utah.