2004
Las sagradas bendiciones del sacerdocio
octubre de 2004


Ven y escucha la voz de un profeta

Las sagradas bendiciones del sacerdocio

Una bendición del sacerdocio es sagrada y puede ser una declaración santa e inspirada de nuestros deseos y necesidades. Si estamos en armonía con el Espíritu, recibiremos un testimonio que confirme la veracidad de las bendiciones prometidas. Las bendiciones del sacerdocio nos darán guía en las decisiones que tomemos en la vida, ya sean pequeñas o grandes. Si mediante esas bendiciones del sacerdocio pudiésemos percibir [es decir, ver], aunque fuera en parte, la clase de persona que Dios desea que seamos, se nos quitaría el temor y nunca volveríamos a dudar.

Recuerdo lo intrigado [es decir, interesado] que estaba cuando era niño con una lupa que mi abuela usaba en su vejez para leer y tejer. Al enfocar el lente, todo lo que miraba me parecía mucho más grande. Pero lo que más me llamaba la atención era lo que sucedía cuando el lente hacía que se concentraran los rayos del sol en un objeto; al pasar a través del lente de aumento, el poder de la luz solar era absolutamente extraordinario.

Las bendiciones nos fortalecen y nos magnifican; en la Iglesia, esas bendiciones están a disposición de todos los que sean dignos mediante aquellos que han sido autorizados para dar bendiciones del sacerdocio. Los padres y los abuelos dignos, así como otros poseedores del Sacerdocio de Melquisedec, también pueden dar bendiciones a los miembros en momentos de enfermedad y cuando ocurran acontecimientos importantes. Tales bendiciones individuales son parte de la revelación continua que afirmamos tener los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Al igual que las imágenes en el lente de aumento de mi abuela, [por medio de las bendiciones del sacerdocio] nos haremos más fuertes, nuestro talento y nuestras habilidades se magnificarán y multiplicarán, nuestro conocimiento se ensanchará considerablemente y nuestra espiritualidad florecerá.

Adaptado de un discurso pronunciado en la conferencia general de octubre de 1995.