2004
Sobrellevar el dolor nos hizo mejores
agosto de 2004


Sobrellevar el dolor nos hizo mejores

Nunca olvidaremos el domingo en el que una familia de origen alemán se mudó a la Rama Pusuqui en Quito, Ecuador. El presidente de la rama presentó a la familia Fuchs durante la reunión sacramental y de inmediato pudimos sentir que eran personas especiales.

Después de la reunión sacramental llevé a mi familia para darles la bienvenida. Andreas, el hijo mayor, nos saludó cariñosamente y se presentó como Andy. Algo en aquel momento señaló el comienzo de una amistad que llegaría a ser profunda, verdadera y, ciertamente, eterna, una amistad que nos dejaría un legado inolvidable.

Pasó el tiempo y la familia Fuchs participó activamente en la rama. En ese entonces yo era presidente de los Hombres Jóvenes y no tardé en ver cómo el entusiasmo de Andy se manifestaba en todos los aspectos. Cuando iniciamos un proyecto de servicio, él fue el primero en aparecer, con una gran sonrisa.

Andy era una persona extraordinaria debido a la bondad de nuestro Padre Celestial y la guía de sus padres terrenales. Desde muy pequeño, Andy había sido nutrido por el afecto y la paciencia de ellos. Él y su padre, Horst, compartían muchas actividades y eran indispensables el uno para el otro. Ese ejemplo influyó tanto en Andy, que a los 14 años ya era una persona muy capaz y útil. Sus muchos talentos jamás dejaron de sorprendernos a pesar de que él era muy humilde al respecto. Se dedicaba por completo a aprender el Evangelio de Jesucristo y no desaprovechó ninguna oportunidad de conversar con la gente sobre la Iglesia.

Nadie pensaba que Andy se iría de nosotros tan pronto. Aún recordamos aquel doloroso sábado en que nos enteramos de su trágica muerte.

Aquella mañana, Andy decidió pasear en bicicleta hasta lo alto de un cerro cercano. Ya lo había hecho una vez con su padre y estaba resuelto a repetir solo aquella hazaña. Después de recibir permiso de su padre, se puso en marcha. Mientras pedaleaba cerro arriba, un camión que bajaba cargado de madera perdió el control y arrolló a Andy, que murió instantáneamente. Nos fue difícil aceptar que esta tragedia le ocurriera a un joven tan brillante y prometedor.

El conductor del camión resultó gravemente herido y fue llevado a un hospital de Quito bajo custodia policial para que no huyera de la justicia por lo que había hecho. Todos pensábamos que se le debería tener por responsable del accidente, pero de Horst Fuchs todos aprendimos a perdonar.

El presidente de la rama y yo acompañamos al hermano Fuchs a identificar el cuerpo de Andy. No obstante que la muerte de su hijo fue muy dolorosa, perdonó a la persona que le había quitado la vida a Andy; se negó a abrigar enemistad en su corazón. Unos días después visitó al conductor en el hospital y le dijo que lo perdonaba; le ofreció ayuda y le habló del Evangelio de Jesucristo. Mientras se recuperaba en casa, el conductor comenzó a recibir las charlas de los misioneros, a los que acompañaba el hermano Fuchs.

Éste también solicitó al sistema judicial que se retiraran todos los cargos contra ese hombre.

Sé que esta demostración de amor se fundamenta en el Evangelio de Jesucristo, el evangelio por el que se rige la familia Fuchs. De hecho, esta familia es excepcional; su ejemplo nos demostró que sólo mediante Cristo podemos recibir gran fortaleza, al igual que consuelo y apoyo.

El superar el dolor nos hizo personas mejores y, aunque comprendimos que habría lágrimas a lo largo de nuestro sendero por la vida, nuestra rama vio en el legado de Andy y en el ejemplo de su padre que debemos tener fe y trabajar diligentemente para vivir y compartir el Evangelio cada día. Y gracias a Jesucristo, tenemos fe en que volveremos a ver a Andy.

Washington Zambrano es miembro del Barrio San Juan, Estaca Santa Ana, Quito, Ecuador.