2004
Una voz para los valores
agosto de 2004


Una voz para los valores

Como Liriel no podía hablar de sus valores, éstos hablaron a través del medallón que había obtenido al vivirlos.

Raquel “Liriel” Domiciano iba a cantar ante millones de personas. ¿Le preocupaba que saliera mal? Un poco. ¿Le preocupaba qué ropa ponerse? Por supuesto. Pero, ¿qué era lo que más le preocupaba?

En aquel entonces Liriel, que tenía 19 años y hacía cinco que era miembro de la Iglesia, deseaba ser testigo “de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar” (Mosíah 18:9).

Liriel iba a actuar en el concurso televisado de talentos de más audiencia de Brasil, El show de los aficionados de Raúl Gil . Le habían dicho que no podía decir nada sobre su religión, pero sabía que muchos Santos de los Últimos Días de Brasil estarían viéndola y deseaba que todos supieran que no se avergonzaba del Evangelio. Después de orar en el camerino antes de su actuación, alzó la vista y vio su medallón de las Mujeres Jóvenes. Era la respuesta que había estado buscando.

Liriel llevó puesto el medallón en cada nivel del concurso. Finalmente, ella y su acompañante, el tenor Rinaldo Viana, ganaron el concurso, firmaron un contrato de grabación y vieron como su primer CD se convirtió en el segundo más vendido de toda la historia de Brasil, con más de un millón de copias.

Casi de la noche a la mañana, Liriel y Rinaldo se convirtieron en la pareja de éxito. Sin embargo, los logros de Liriel eran el fruto de años de preparación durante los cuales se capacitó como soprano lírico; de hecho, ella atribuye su participación en el programa de las Mujeres Jóvenes a su preparación para la vida.

El aprendizaje de valores espirituales

Liriel se bautizó a los 14 años de edad después de conocer la Iglesia gracias a su hermana mayor, Patricia, que vivía en otra parte del país.

“Nos invitó a las reuniones una vez que estuve de visita en su casa”, dice Liriel. “Las personas eran espirituales e iban bien vestidas. Tenían normas que me gustaban y era muy feliz. Sentí el poder del Espíritu Santo obrar en mi corazón. Tenía hambre del Evangelio de Jesucristo”.

Poco después de conocer la Iglesia, Liriel y su hermana menor, Priscila, se bautizaron; luego lo haría su madre. Liriel y Priscila participaron activamente en el programa de las Mujeres Jóvenes.

“Muchas veces íbamos a la misma clase; estábamos muy unidas”, dice Liriel. “Siempre que alcanzábamos una meta del Progreso Personal, hablábamos de cómo lograr la siguiente”.

Al poco tiempo, Liriel obtuvo el reconocimiento a la Mujer Virtuosa, el medallón que iba a llevar delante de millones de personas. Para ella, el medallón representa su deseo de seguir al Salvador.

“Obtener el medallón de las Mujeres Jóvenes fue todo un logro”, dice. “Para mí, significa que estoy espiritualmente preparada para el matrimonio en el templo y para tener una familia”.

Ella desea que toda jovencita logre su medallón. “No importa qué edad se tenga, cada vez que veas el medallón recordarás las metas que lograste, lo que representa para ti y cómo te preparó para la vida”, dice.

Llevar el medallón mientras actuaba fue su manera de decir a la gente que era miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y que deseaba ser un testigo, incluso delante de millones de personas.

Un valor para toda la vida

Desde que se unió a la Iglesia, Liriel, que ahora tiene 22 años, ha aprendido mucho sobre los valores de las Mujeres Jóvenes, especialmente en cuanto a la fe.

“Aun de pequeñita, siempre leía las Escrituras”, dice. “Siempre deseé saber de Dios y sentirme cerca de Él”.

A medida que crecía, cobraba forma su sueño de ser cantante, pero no tan rápido como le hubiera gustado, debido en parte a las dificultades económicas de su familia. “Lloraba sin parar”, dice. “Era impaciente, pero una voz me decía: ‘Ten calma. Aún no ha llegado tu hora’”.

Siguió trabajando en pos de su sueño mientras colaboraba para ayudar a su familia en lo económico. Fueron tiempos difíciles. “Dios nos probará, pero todas estas cosas son para nuestro bien”, explica.

Gracias a ello, Liriel ha aprendido mucho de sí misma y de su Padre Celestial. “Sé que mi Padre Celestial me ama”, dice. “En tanto yo sea humilde, Él escuchará mis oraciones y me ayudará a resolver mis problemas. Sé que Él escucha nuestras oraciones con atención y las contesta; no siempre como nos gustaría, pero no tengo la menor duda de que lo hace”.

Liriel espera que su historia inspire a otras personas, y llegar a ser un buen ejemplo no sólo para los Santos de los Últimos Días, sino para la gente joven de todo Brasil. Ha empezado con buena suerte, luego de haber salido en varios programas de televisión de Brasil.

De gran valor

El pasaje favorito de las Escrituras de Liriel está en Proverbios 31:10, 25–26, una referencia que tiene mucho que ver con las jovencitas que viven el lema de las Mujeres Jóvenes:

“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas…

“Fuerza y honor son su vestidura; y se ríe de lo por venir.

“Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua.”

Si cada jovencita “acepta y pone en práctica los valores de las Mujeres Jóvenes”, sus talentos también sobrepasarán largamente a los de las piedras preciosas, tanto si es testigo delante de millones de personas o en la quietud de su habitación, ya que “[estará preparada] para fortalecer el hogar y la familia, hacer convenios sagrados y cumplirlos, recibir las ordenanzas del templo y gozar de las bendiciones de la exaltación”1.

Jeanette N. Oakes sirve como misionera de tiempo completo con su esposo, George, en la oficina del Área Brasil Sur.

Nota

  1. Lema de las Mujeres Jóvenes, en El progreso personal para las Mujeres Jóvenes, 2001, pág. 5.