2004
El ser padre, un llamamiento eterno
Mayo de 2004


El ser padre, un llamamiento eterno

Prestemos atención a la voz de los profetas quienes, desde el principio de los tiempos, nos han amonestado acerca de la importancia de los padres en el hogar.

Al contemplar detenidamente el mundo actual, se hace cada vez más evidente que Satanás se esmera sin respiro a fin de esclavizar las almas de los hombres. Su blanco principal es la unidad fundamental de la sociedad: la familia.

Durante el transcurso de las últimas décadas, Satanás ha hecho una agresiva campaña para denigrar a esa organización, la más básica e importante de todas. Su éxito se vuelve cada vez más obvio, y a diario se ven, se reportan y se escuchan hechos desalentadores que tienen que ver con el desmoronamiento de muchas familias. Con la decadencia de la familia, presenciamos los terribles efectos de dicho deterioro en nuestra sociedad: más delitos, problemas de comportamiento, pobreza, consumo de drogas, y la lista sigue aumentando.

A mi modo de ver, el visor de la mira telescópica de Satanás apunta a los esposos y padres. Por ejemplo, los medios de comunicación actuales lanzan ataques despiadados de burla y menosprecio a los maridos y a los padres en sus funciones que Dios les ha dado.

Ejemplos de las Escrituras

Tal vez sea útil refutar con las Escrituras la forma en que los medios de comunicación presentan a los maridos y a los padres, puesto que en ellas tenemos tantos excelentes modelos.

El Padre y el Salvador. En el Nuevo Testamento alcanzamos a vislumbrar la relación del Salvador con el Padre. Una de las vislumbres más vívidas es lo que ocurrió en el huerto momentos antes de que fuese traicionado.

“…y puesto [Jesús] de rodillas, oró,

“diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.

“Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle”1.

Moisés y Jetro. En Éxodo contamos con el ejemplo de Jetro, el suegro de Moisés, que observaba la forma en que su yerno gobernaba a los hijos de Israel:

“Viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde?

“Y Moisés respondió a su suegro: Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios…

“Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces.

“Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo”2.

A continuación Jetro enseñó a Moisés cómo delegar esta responsabilidad al llamar a hombres capaces y temerosos de Dios y dejar que ellos juzgaran como gobernantes en Israel:

“Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga sobre ti, y la llevarán ellos contigo”3.

Alma. En el Libro de Mormón tenemos el relato de Alma, hijo de Alma, el cual se contaba entre los rebeldes que obraban toda clase de iniquidad. Alma padre oró con mucha fe para que su hijo fuera traído al conocimiento de la verdad, una oración que fue contestada de manera muy especial:

“Ahora bien, aconteció que mientras se ocupaba en destruir la iglesia de Dios… el ángel del Señor; y descendió como en una nube; y les habló como con voz de trueno…

“y tan grande fue su asombro que cayeron por tierra, y no comprendieron las palabras que les habló.

“Sin embargo, clamó otra vez, diciendo: Alma, levántate y acércate, pues ¿por qué persigues tú la iglesia de Dios? Porque el Señor ha dicho: Ésta es mi iglesia, y yo la estableceré; y nada la hará caer sino la transgresión de mi pueblo.

“Y dijo además el ángel: He aquí, el Señor ha oído las oraciones de su pueblo, y también las oraciones de su siervo Alma, que es tu padre; porque él ha orado con mucha fe en cuanto a ti, para que seas traído al conocimiento de la verdad; por tanto, con este fin he venido para convencerte del poder y la autoridad de Dios, para que las oraciones de sus siervos sean contestadas según su fe”4.

Cuando Alma joven se recuperó de esa experiencia, era un hombre cambiado.

La función del padre se va desvaneciendo

Satanás, como parte de un plan minuciosamente creado a fin de destruir a la familia, procura reducir la función del padre. La falta de la influencia positiva del padre en el hogar se manifiesta en el incremento de violencia entre los jóvenes, los delitos juveniles, el aumento de pobreza y la falta de seguridad económica5. La familia necesita del padre a modo de ancla.

No cabe duda de que a estas alturas, tras siglos de experiencia, hemos aprendido que la familia básica proporciona el fundamento más estable y seguro para la sociedad, y que es básica en la preparación de los jóvenes para sus responsabilidades futuras. Ya deberíamos haber aprendido que los estilos de estructuras familiares alternativas no han funcionado, ni jamás lo harán. La Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles lo afirmaron claramente en “La familia: una proclamación para el mundo”.

“Nosotros, la Primera Presidencia y el Consejo de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, solemnemente proclamamos que el matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios y que la familia es la parte central del plan del Creador para el destino eterno de Sus hijos.

“Todos los seres humanos, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo o hija espiritual de padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un destino divinos. El ser hombre o mujer es una característica esencial de la identidad y el propósito eternos de los seres humanos en la vida premortal, mortal y eterna…

“El primer mandamiento que Dios les dio a Adán y a Eva tenía que ver con el potencial que, como esposo y esposa, tenían de ser padres. Declaramos que el mandamiento que Dios dio a Sus hijos de multiplicarse y henchir la tierra permanece inalterable. También declaramos que Dios ha mandado que los sagrados poderes de la procreación se deben utilizar sólo entre el hombre y la mujer legítimamente casados, como esposo y esposa…

“Por designio divino, el padre debe presidir sobre la familia con amor y rectitud y tiene la responsabilidad de protegerla y de proveerle las cosas necesarias de la vida. La responsabilidad primordial de la madre es criar a los hijos. En estas responsabilidades sagradas, el padre y la madre, como iguales, están obligados a ayudarse mutuamente. Las incapacidades físicas, la muerte u otras circunstancias pueden requerir una adaptación individual. Otros familiares deben ayudar cuando sea necesario…

“Advertimos a las personas que violan los convenios de castidad, que abusan de su cónyuge o de sus hijos, o que no cumplen con sus responsabilidades familiares, que un día deberán responder ante Dios. Aún más, advertimos que la desintegración de la familia traerá sobre el individuo, las comunidades y las naciones las calamidades predichas por los profetas antiguos y modernos”6.

La función del padre

En vista de advertencias tan urgentes sobre el futuro de los hijos de nuestro Padre Celestial, las madres y los padres deben hacerse un examen de conciencia a fin de asegurarse de que estén siguiendo las indicaciones del Señor sobre cómo edificar familias eternas. Para los padres, la pregunta es: ¿qué espera el Señor que hagamos?

Una vez que se ha establecido una familia, las funciones del padre incluyen lo siguiente:

1. El padre es cabeza de familia.

“La paternidad es liderazgo, el liderazgo más importante. Siempre lo ha sido, y siempre lo será. Padre, con la ayuda, el consejo y el aliento de tu compañera eterna, tú presides en el hogar. No se trata de que tú seas más digno o estés mejor preparado, sino que tiene que ver con [una asignación divina]”7.

El liderazgo que presten en sus hogares debe incluir dirigir a la familia al adorar.

“Tú presides cuando la familia se sienta a la mesa y cuando hace la oración familiar. Presides la noche de hogar y, con la guía del Espíritu del Señor, te aseguras de que tus hijos reciban la enseñanza adecuada con respecto a principios correctos. Tu responsabilidad principal consiste en brindar la dirección relacionada con toda la vida familiar.

“Ofreces bendiciones de padre. Tomas parte activa en el establecimiento de reglas y disciplina familiares. Como director de tu hogar, haces planes y te sacrificas para lograr las bendiciones de una familia unida y feliz. A fin de convertir esto en una hermosa realidad, toda tu vida debe girar alrededor de tu familia”8.

Tal como aconsejó el presidente Joseph F. Smith: “Hermanos, en el hogar son demasiado limitados la devoción religiosa, el amor y el temor de Dios; la mundanería, el egoísmo, la indiferencia y la falta de reverencia en la familia son excesivos; de lo contrario, no existirían tan abundantemente alrededor. De manera que es el hogar lo que debe reformarse. Hoy, mañana, procuren efectuar un cambio en su hogar…”9.

Recuerden, hermanos, que en su función de líder de la familia, tienen a sus esposas por compañeras. Como enseñó el presidente Gordon B. Hinckley: “En esta Iglesia, el hombre no camina delante de su esposa ni detrás de ella, sino al lado de ella. Son mutuamente iguales…”10. Desde el principio, Dios ha indicado a la humanidad que el matrimonio debe de juntar a marido y mujer en unión11, por lo cual en la familia no hay presidente ni vicepresidenta. Ambos cónyuges trabajan juntos eternamente por el bien de la familia. Al liderar, guiar y dirigir a su familia, se unen en palabra, obra y acción. Se encuentran en igualdad de condiciones, y así, juntos y unánimes, avanzan en la planificación y organización de los asuntos familiares.

2. El padre es maestro.

El consejo del presidente Joseph F. Smith se aplica hoy en día: “No dejen a sus hijos en manos de especialistas… sino instrúyanlos por su propio precepto y ejemplo, en su propio hogar. Sean ustedes mismos especialistas de la verdad”12.

“Cuando reconoces la importancia de enseñar a tus hijos, te vuelves humilde, ya que inmediatamente comprendes que sólo puedes lograrlo por medio del precepto y del ejemplo. No puedes ser de una manera y enseñar con eficacia lo contrario. Debes vivir, estudiar y orar para lograr la constante compañía del Espíritu Santo. Debes purificarte y organizar tu vida de tal modo que tu ejemplo y dirección reflejen la luz del Evangelio de Jesucristo.

“Debes planificar tu día según la guía recibida del Espíritu del Señor, buscando afanosamente tanto tu bienestar como el de tu familia antes de que las otras preocupaciones enceguezcan el cuidado que debes brindar a las primeras responsabilidades. Tal como los profetas vivientes nos han enseñado: ‘Ningún éxito en la vida puede compensar el fracaso en el hogar’ (David O. McKay, en Conference Report, abril de 1964, pág. 5; citado de J. E. McCulloch, Home: The Savior of Civilization, 1924, pág. 42)”13.

3. El padre es la fuente de sustento temporal.

El presidente Ezra Taft Benson lo expresó con claridad: “El Señor le ha dado al hombre la responsabilidad de proporcionar el sustento a su familia, de tal manera que la esposa pueda cumplir con su función de madre en el hogar… a veces la madre trabaja fuera de la casa animada por su marido, e incluso ante la insistencia de él… [por] las conveniencias que puede comprar el dinero extra. Hermanos, en esos casos no sólo sufrirá la familia, sino que su desarrollo espiritual y su progreso quedarán obstaculizados”14.

Padres, por decreto divino, ustedes han de presidir sus familias. Tal responsabilidad es seria, y debido a que es eterna, es la más importante que jamás asumirán. Denle a la familia la prioridad debida. Es la parte de sus vidas que perdurará más allá de la tumba. Testifico que la siguiente declaración es verdadera:

“La posición de los hombres dentro de la familia, especialmente los que poseen el Sacerdocio de Melquisedec, es de suma importancia, y se la debe reconocer y guardar en el orden y con la autoridad que Dios confirió al varón cuando lo colocó a la cabeza del hogar”.

“No hay autoridad más alta en los asuntos relacionados con la organización familiar que la del padre, especialmente cuando preside esa organización un hombre que posee el Sacerdocio Mayor… El orden patriarcal es de origen divino y continuará a través de esta vida y de la eternidad. De modo que existe una razón particular por la que hombres, mujeres y niños deben entender este orden y esta autoridad en los hogares del pueblo de Dios, y procurar convertirlo en lo que Dios tuvo por objeto que fuese: una habitación y preparación para la exaltación más elevada de Sus hijos. En el hogar, la autoridad presidente siempre se confiere al padre, y no hay otra más primordial que ésta en todos los asuntos del hogar y de la familia”15.

Ahora bien, no identifiqué varias de las citas que presenté, pues lo hice a propósito, pero estarán claramente anotadas en la edición de mayo de las revistas Ensign y Liahona. Les invito a estudiar dichas fuentes y repasar estos mensajes de la conferencia; son revistas magníficas que desde luego deberían estar en todo hogar, de esa manera el espíritu de esta conferencia puede vivir en sus páginas durante todo el año.

Prestemos atención a la voz de los profetas quienes, desde el principio de los tiempos, nos han advertido acerca de la importancia de los padres en el hogar. Que tomemos una determinación más plena de cumplir con los deberes y responsabilidades que el Señor nos ha dado como padres en Sión es mi humilde plegaria, en el nombre de Jesucristo. Amén.

Notas

  1. Lucas 22:41–43.

  2. Éxodo 18:14–15, 17–18.

  3. Éxodo 18:22.

  4. Mosíah 27:10–14.

  5. Véase David Blankenhorn, Fatherless America: Confronting Our Most Urgent Social Problem, 1995, introducción, págs. 25–48; David Popenoe, Life Without Father, 1996, págs. 52–78.

  6. Liahona, enero de 1996, pág. 117.

  7. El Quórum de los Doce Apóstoles, Padre, considera tus obras: Un mensaje de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (folleto. 1973); reimpreso en Ensign, junio de 2002, pág. 16.

  8. Ensign, junio de 2002, pág. 16.

  9. “Worship in the Home”, Improvement Era, diciembre de 1903, pág. 138.

  10. En Conference Report, octubre de 1996, pág. 68; o, Ensign, noviembre de 1996, pág. 49. Presidente Gordon B. Hinckley, Liahona, enero de 1997, pág. 59.

  11. Véase Génesis 2:24.

  12. Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Joseph F. Smith, 1999, pág. 373.

  13. Ensign, junio de 2002, pág. 14.

  14. En Conference Report, octubre de 1987, págs. 60–61; o Ensign, noviembre de 1977, pág. 49.

  15. Joseph F. Smith, “The Rights of Fatherhood,” Juvenile Instructor, 1 de marzo de 1902, pág. 146.