2004
El milagro del sacerdocio
abril de 2004


El milagro del sacerdocio

El Sacerdocio Aarónico se restauró hace 175 años. Para conmemorar esa ocasión, las revistas de la Iglesia pidieron al Obispado Presidente que compartiera algunos pensamientos sobre este sacerdocio y de qué modo bendice la vida de los jóvenes y de todos los miembros de la Iglesia.

¿Cuáles son algunos de sus pensamientos y sentimientos con respecto a cómo se ha extendido el Sacerdocio Aarónico por todo el mundo desde su restauración el 15 de mayo de 1829?

Obispo H. David Burton, Obispo Presidente: Me hubiera gustado estar presente cuando el sacerdocio fue restaurado; hubiera sido emocionante estar al otro lado del río Susquehanna, sentado junto a un arbusto, observando cómo Juan el Bautista ordenaba al profeta José Smith y a Oliver Cowdery. (Véase D. y C. 13.)

Pero a pesar de lo emocionante que hubiera sido, ahora entiendo que lo ocurrido desde entonces también es un milagro. Primero, unos hermanos adultos recibieron el sacerdocio a fin de organizar la Iglesia, y luego, a través del tiempo, ese sacerdocio se dio a los jóvenes. En la actualidad, todo joven digno tiene la oportunidad de poseer el Sacerdocio Aarónico.

La verdadera bendición del sacerdocio, concretamente del Sacerdocio Aarónico, es la preparación que tantos jóvenes han recibido para servir en misiones, ir al templo y proveer para sus familias. Qué emocionante es ver el fruto de estos 175 años.

¿Cuáles son algunos de los logros más importantes del Sacerdocio Aarónico en esta dispensación?

Obispo Keith B. McMullin, Segundo Consejero: La labor normal del Sacerdocio Aarónico es muy significativa, ya que es una fuente de inspiración y de gran valor en la vida de los miembros de la Iglesia. El Sacerdocio Aarónico posee “la llave del ministerio de ángeles y el evangelio preparatorio, el cual es el evangelio de arrepentimiento y de bautismo” (D. y C. 84:26–27).

El Sacerdocio Aarónico administra los asuntos temporales, entre los que se incluyen el bautismo, la Santa Cena y el cuidado de los necesitados. Los jóvenes poseedores del sacerdocio efectúan bautismos por los muertos a fin de que esas personas puedan disfrutar de las bendiciones del Evangelio. Reparten la Santa Cena para ofrecer a cada miembro la oportunidad de comulgar con el Santo Espíritu en los sagrados convenios del Evangelio. Reciben a los miembros cuando llegan al centro de reuniones y realizan la orientación familiar con sus compañeros del Sacerdocio de Melquisedec.

¿Difieren las funciones del Sacerdocio Aarónico según el lugar del mundo?

Obispo Burton: No importa si usted es diácono, maestro o presbítero en el valle de Salt Lake o en las Filipinas, tendrá idéntica autoridad y las mismas responsabilidades básicas.

Obispo McMullin: El poder es el mismo, no importa dónde se esté. Aun cuando sólo hubiera un único poseedor del Sacerdocio Aarónico en todo un barrio o una rama, podría llevar a cabo su deber.

¿Por qué se pide a los poseedores del sacerdocio que recojan las ofrendas de ayuno, repartan la Santa Cena y cumplan con otros deberes?

Obispo Richard C. Edgley, Primer Consejero: El Señor ha pedido a los jóvenes que cumplan con esos deberes; el sacerdocio representa Su gran confianza en ellos.

Obispo McMullin: Cuando la mano de un poseedor del Sacerdocio Aarónico se extiende portando una bandeja sacramental, no sólo está repartiendo la Santa Cena, sino que ofrece a los miembros los emblemas de la santa Expiación y eleva a los miembros hacia el cielo. Cuando extiende la mano para darnos el sobre de las ofrendas de ayuno, recoge esa ofrenda junto con una invitación del Señor mismo de venir a Él y de ayudar a los demás al dar.

El sacerdocio es sempiterno; bendecirá eternamente a los hijos de nuestro Padre Celestial y los elevará como sólo el sacerdocio puede hacerlo.

¿Por qué el Sacerdocio Aarónico recibe el nombre de “sacerdocio menor”? ¿Qué significado tiene que sea parte del Evangelio preparatorio? (Véase D. y C. 84:26; 107:14, 20.)

Obispo Burton: ¿Y si el Sacerdocio Aarónico no existiera y progresáramos durante nuestra juventud hasta tener 19 años y de repente recibiéramos el Sacerdocio de Melquisedec y se nos llamara a servir en una misión? ¿Qué sentirían los misioneros? ¿Con qué preparación contarían?

El evangelio preparatorio adquiere un significado diferente al pensar en cómo sería si los jóvenes no tuvieran el privilegio de participar en el Sacerdocio Aarónico. Creo que nuestros misioneros están mejor preparados gracias a su experiencia en el ejercicio del Sacerdocio Aarónico.

Obispo Edgley: Es impresionante pensar en los miles de misioneros de tiempo completo que poseen el Sacerdocio de Melquisedec y que fueron preparados con el sacerdocio preparatorio. El Sacerdocio Aarónico es el comienzo del más santo llamamiento en el sacerdocio: el Sacerdocio de Melquisedec.

Cuando me bauticé en la Iglesia, la ordenanza no la efectuó mi padre, sino un presbítero. Cuando yo fui presbítero, tuve la bendición de bautizar a mi hermana. Y una de las más grandes experiencias que he vivido como padre es haber visto a mi hijo, cuando era presbítero, ordenar a su hermano para ser maestro.

Considero importante que nuestros jóvenes poseedores del Sacerdocio Aarónico comprendan los poderes espirituales que acompañan a ese sacerdocio. Creo también que, cuando es adecuado, resulta deseable que los presbíteros del Sacerdocio Aarónico tomen parte en aquellas ordenanzas para las que están autorizados.

Obispo McMullin: El Sacerdocio Aarónico opera bajo la dirección del Sacerdocio de Melquisedec; no sólo prepara al poseedor sino a los miembros de la Iglesia para recibir las bendiciones de la exaltación que emanan del sacerdocio mayor. Entre los requisitos necesarios para la salvación se encuentran la fe en Jesucristo, el arrepentimiento y el bautismo. Todos deben participar de la Santa Cena, todos precisan esas ordenanzas, las que nos preparan para disfrutar de otras oportunidades.

¿Por qué los poseedores del Sacerdocio Aarónico se organizan en quórumes?

Obispo Burton: Cuando se ordena a alguien al oficio de diácono, no sólo recibe el sacerdocio, sino que se convierte en miembro de un quórum. ¡Cuánto poder hay en un quórum!

Conservo muchos recuerdos placenteros de mis años como poseedor del Sacerdocio Aarónico. Qué tiempo tan espléndido fue aquél. Cuando era presbítero, mi obispo siempre insistía en que todos los miembros del quórum de presbíteros participaran en las ordenaciones de los nuevos presbíteros del barrio. Tal vez aquélla fuera la primera vez que me di cuenta de todo lo que implica un quórum. Verdaderamente sentí el Espíritu al caer en la cuenta de que estábamos participando en una ordenanza sagrada.

Obispo Edgley: Tuve una experiencia con mi quórum del Sacerdocio Aarónico durante una excursión de los Scouts. Estábamos sentados alrededor del fuego con mi magnífico maestro Scout, que además era el asesor del quórum de diáconos. Un par de muchachos que no eran miembros activos estaban mirando alguna clase de material pornográfico.

El maestro Scout dejó de hablar con los Scouts y preguntó a esos muchachos si podían darle la revista. La cerró y nos dijo lo dolido y consternado que estaba. Entonces testificó del poder del sacerdocio cuando lo honramos y les devolvió la revista, pero los muchachos la arrojaron al fuego.

Aquel maestro Scout nos enseñó, por el poder del Espíritu, sobre el sacerdocio. De todas las lecciones que he recibido en los quórumes y en los centros de reuniones, aún me sigue impresionando aquella experiencia.

¿Qué consejo tienen para los poseedores del Sacerdocio Aarónico?

Obispo McMullin: Lean la sección 20 de Doctrina y Convenios referente a los deberes de los diáconos, los maestros y los presbíteros, y luego pregúntense: “¿Cómo se aplica a mí?”.

Obispo Edgley: El Señor hace una promesa maravillosa a todo poseedor del sacerdocio. Se llama el juramento y el convenio del sacerdocio y se explica en la sección 84 de Doctrina y Convenios:

“Porque quienes son fieles hasta obtener estos dos sacerdocios de los cuales he hablado, y magnifican su llamamiento, son santificados por el Espíritu…

“Llegan a ser los hijos de Moisés y de Aarón, y la descendencia de Abraham, y la iglesia y reino, y los elegidos de Dios.

“Y también todos los que reciben este sacerdocio, a mí me reciben, dice el Señor;

“porque el que recibe a mis siervos, me recibe a mí;

“y el que me recibe a mí, recibe a mi Padre;

“y el que recibe a mi Padre, recibe el reino de mi Padre; por tanto, todo lo que mi Padre tiene le será dado.

“Y esto va de acuerdo con el juramento y el convenio que corresponden a este sacerdocio.

“Así que, todos los que reciben el sacerdocio reciben este juramento y convenio de mi Padre, que él no puede quebrantar, ni tampoco puede ser traspasado” (versículos 33–40).

El sacerdocio es más que ser diácono, maestro o presbítero. Se trata del poder de Dios delegado al hombre. Por medio de la fe, uno puede obtener la plenitud de ese poder.