2004
Venid En Pos de Mí
febrero de 2004


Un Testigo Especial

“Venid En Pos de Mí”

Echando las redes en el mar de Galilea, Pedro y Andrés se detuvieron cuando Jesús de Nazaret se acercó, les miró a los ojos y pronunció las sencillas palabras: “Venid en pos de mí”. Los dos pescadores, “dejando al instante las redes, le siguieron” (Mateo 4:18–22).

¿Se han preguntado alguna vez cómo hubiera sido vivir en los días del Salvador? Si hubieran estado allí, ¿habrían prestado oídos a Su llamado: “¡Venid en pos de mí!”?

Quizás una pregunta más realista sería: “Si el Salvador les llamara hoy, ¿estarían igual de dispuestos a abandonar sus redes e ir en pos de Él?”. Estoy seguro de que muchos lo harían.

Quizás para algunos ésta no sea una decisión tan fácil. Hay quienes han descubierto que, por su naturaleza, muchas veces no es tan fácil librarse de las redes.

Existen redes de todos los tamaños y formas. Algunas de esas redes podrían ser nuestro trabajo, nuestros pasatiempos, nuestros placeres, y más que todo, nuestras tentaciones y pecados. En una palabra, una red puede ser cualquier cosa que nos aleje de nuestra relación con nuestro Padre Celestial o de Su Iglesia restaurada.

¿Cómo seguimos al Salvador? Obe-deciéndolo. Él y nuestro Padre Celestial nos han dado mandamientos, no para castigarnos ni atormentarnos, sino para ayudarnos a alcanzar una plenitud de gozo tanto en esta vida como en las eternidades que están por venir.

Cuando el Señor del océano, de la tierra y del cielo nos dice: “Venid en pos de mí”, debemos abandonar las redes mundanas que nos atrapan y seguir Sus pasos.

Adaptado de un discurso de la conferencia general de abril de 2002.