2003
Todo lo bueno y hermoso
marzo de 2003


Todo lo bueno y hermoso

El rebatir los valores del mundo podría ser una tarea de enormes proporciones, pero hay varios conceptos clave que pueden ayudar a los padres a facilitar a sus hijos un firme cimiento para vestirse de forma modesta durante toda la vida.

Prestamos atención especial a la ropa de nuestros hijos en unas pocas ocasiones especiales. Vestimos cuidadosamente al precioso bebé que va a recibir un nombre y una bendición; preparamos con la blanca ropa bautismal al hijo querido que se va a bautizar; y en uno de los días más importantes de nuestra existencia, puede que tengamos el privilegio de presenciar cómo nuestro querido hijo o hija hace convenios eternos vestido con la hermosa ropa del templo. En cada una de esas ocasiones, reconocemos que la manera de vestir de nuestros hijos contribuye a la reverencia y al significado sagrado de las ordenanzas del Evangelio.

Pero puede que no nos percatemos de que la forma habitual de vestir de nuestros hijos también tiene gran importancia. De hecho, la ropa cotidiana de nuestros hijos puede o acercarles o alejarles de las ordenanzas y las bendiciones del Evangelio. ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a vestirse de forma tal que les guíe del sagrado momento de una bendición o del bautismo a los sagrados convenios de la casa del Señor?

Sepamos que somos hijos de Dios y vistámonos de acuerdo con ese conocimiento

Hoy más que nunca, nuestros hijos precisan una guía clara para vestirse con modestia, pues en muchas sociedades modernas las normas de modestia y de decencia en el vestir se han desvanecido casi por completo. Estilos que hasta hace poco eran más propios de un bar o de una revista inapropiada ahora van dirigidos a los niños, y a edades cada vez más tempranas. Así que aguardar a que nuestros hijos lleguen a la adolescencia para enseñarles acerca de la modestia es aguardar demasiado tiempo.

La tarea de rebatir los valores del mundo puede ser de enormes proporciones, especialmente cuando los hijos crecen y quieren congeniar bien con sus amigos; pero al comenzar desde sus primeros años, podemos facilitarles un firme cimiento para vestirse de forma modesta durante toda la vida. ¿Qué conceptos clave asegurarán este cimiento? Consideremos las siguientes verdades del Evangelio y por qué el entenderlas influirá en las decisiones que tomamos relativas a nuestro modo de vestir:

  • Soy un hijo de Dios. Él me dio el sagrado don de mi cuerpo con un fin específico: hacer Su obra.

  • Dios desea que me vista con modestia. El hacerlo refleja mi origen y mi destino divinos.

  • El vestirme con modestia me ayuda a centrarme en el objetivo que Dios tiene para mí y sirve para que los demás me traten con respeto.

Un reflejo exacto

Una madre reafirmó estos puntos durante la lección de una noche de hogar. Para empezar, mostró una lámina del Templo de Salt Lake y otra de un casino de juego. Los miembros de la familia hablaron de cómo los arquitectos se esfuerzan por armonizar la forma con la función durante el diseño de los edificios y se dieron cuenta de cómo los chapiteles del Templo de Salt Lake guían la vista hacia el cielo, invitando a la reverencia y a la admiración. “Les expliqué que la dignidad exterior del templo y su grandiosidad reflejan con exactitud el objetivo del edificio: conducirnos a Dios”, dice la madre.

Luego hablaron de cómo el exterior del casino refleja el propósito de dicho edificio. “Podíamos ver cómo el aspecto ostentoso del edificio es señal de exceso, y atrae a la gente a buscar los placeres del mundo”, prosigue esta madre. La familia habló de cómo los materiales empleados en la construcción, los colores y el diseño contribuyen al propósito general de un edificio.

“Cuando sostuve en alto las fotografías de una persona con ropa modesta y de otra con ropa inmodesta, nuestros hijos relacionaron de inmediato la ropa como reflejo del propósito de una persona”, explica. La familia pudo ver que la ropa inmodesta llama la atención al cuerpo de quien la lleva. También pudieron ver que la ropa modesta permite irradiar al espíritu de la persona que la viste. “Terminamos hablando de por qué la forma de vestirnos contribuye o resta méritos a nuestro propósito divino como hijos de Dios”, concluye. “Desafié a nuestra familia a asegurarse de que nuestra forma de vestir refleje con precisión quiénes somos en realidad y cuáles son nuestros valores”.

Establecer normas de modestia en la familia

Las lecciones por sí mismas no son la forma más eficaz de enseñar la modestia. Los siguientes son algunos modos de establecer normas que sirvan de apoyo para nuestros hijos a fin de que se vistan con modestia:

  • Para fijar una norma familiar, vista usted siempre de manera apropiada. Si ha ido al templo, lleve ropa que cubra por completo el gárment. Aun si no ha ido al templo, lleve ropa que sea apropiada una vez que lo haya hecho.

  • Elimine de su hogar cualquier entretenimiento que entorpezca en sus hijos el sentido de lo que es apropiado y lo que no lo es. Todo medio visual —películas, juegos de computadora, programas de televisión, videos musicales— conlleva un mensaje sobre el vestir. Si la estrella musical favorita de un hijo se viste de forma provocativa, puede que su hijo desee imitarle y empiece a creer que esos estilos no son del todo malos.

  • Si no puede encontrar ropa adecuada, confecciónela usted o pida a alguien que se la confeccione, si es posible.

  • Escriba o acuda a las tiendas de ropa para hacerles saber que desea ropa adecuada para sus hijos.

  • Aun cuando usted o sus hijos tomen parte en competiciones deportivas, puede vestir con modestia y buen gusto, así como con propiedad para la actividad. Si se le pide que su hijo lleve un uniforme inmodesto a la escuela o una actividad extraescolar, colabore con el entrenador, el maestro o el director del centro para poder encontrar un estilo más apropiado. Es posible que sea preciso ayudar a su hijo a considerar el dejar una actividad que le obligue a vestirse de forma inadecuada.

  • No compre ropas que no sean recatadas ni las que sean nada más “un poco” inmodestas simplemente para ayudar a sus hijos a llevarse bien con los demás o ser populares entre sus amistades. Para ayudarles a sentirse cómodos siendo diferentes, explíqueles que ese tipo de “diferenciación” es una forma de afirmar su fe y de dar un ejemplo a los demás.

El presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) nos animó a establecer normas de modestia, diferentes de las que puedan existir fuera de nuestros hogares. “Podemos crear un estilo propio… Debemos ser diferentes . No tenemos que hacer nada que no queramos. Podemos crear un estilo y normas propios. Podemos influir en las tendencias de nuestra propia gente y colaborar en el desarrollo de pautas comunitarias adecuadas”1.

¿Cuál es la norma?

Las pautas básicas de la Iglesia sobre lo que no se debe vestir se encuentran en Para la fortaleza de la juventud :

“Entre la ropa inmodesta se cuentan los ‘shorts’ y las faldas sumamente cortos, ropa ajustada, camisas o blusas que no cubren el estómago y otras prendas atrevidas. Las jovencitas deben llevar prendas que cubran los hombros y evitar ropa sumamente escotada por delante o por detrás, o que sea atrevida de cualquier otra manera. Los jóvenes también deben mantener la modestia en su apariencia. Todos deben evitar ser extremistas en el vestir, en la apariencia y en el peinado…

“…Si no estás seguro o segura de lo que es apropiado, solicita la ayuda de tus padres o de tus líderes”2.

Una actitud modesta

Claro está que la modestia va más allá de la longitud exacta o del estilo de una prenda de vestir. Un logotipo inapropiado puede convertir en inmodesta una sudadera. La modestia tiene que ver con los motivos y la actitud del que lleva la ropa. Los que hacen ostentación de sus cuerpos o los emplean para recibir atención no tienen una apariencia modesta, sin importar la ropa que vistan. Una apariencia buena y una actitud modesta reflejan el siguiente precepto:

“Tu cuerpo es la creación sagrada de Dios; respétalo como un don de Dios y no lo profanes de ninguna manera. Mediante tu modo de vestir y tu apariencia le demuestras al Señor que sabes cuán valioso es tu cuerpo; puedes demostrar que eres un discípulo o una discípula de Jesucristo.

“…Cuando estás bien arreglado o arreglada y vistes de manera recatada, invitas la compañía del Espíritu y puedes ejercer una buena influencia en las personas que te rodean.

“Nunca rebajes tus normas del vestir para ninguna ocasión; si lo haces, transmites el mensaje que estás haciendo uso de tu cuerpo para obtener atención y aprobación, y que la modestia es importante únicamente cuando es conveniente”3.

Preguntas ante el espejo

Antes de que los niños salgan para la escuela o a una actividad, por lo general suelen dedicar unos minutos a mirarse al espejo para asegurarse de que su apariencia esté en orden. Preguntas como las siguientes pueden ayudar al niño a centrarse no tanto en lo que está de moda como en tener un aspecto atractivo pero a la vez sano y recatado:

  • ¿Llama mi ropa la atención a mi cuerpo o a mis creencias? ¿Tengo una apariencia provocativa o sana?

  • ¿Me visto para tener éxito ante el mundo o me visto por el respeto que merezco como hijo o hija de Dios?

  • ¿Refleja mi ropa con exactitud mi identidad de seguidor de Jesucristo y miembro de Su Iglesia?

La verdadera felicidad

Cuando al presidente Brigham Young (1801–1877) comenzó a preocuparle que sus propias hijas se estuvieran haciendo muy mundanas, dijo: “Estoy hastiado por la forma en que nuestras [jovencitas] compiten unas con otras en todas las modas tontas del mundo”. Luego les pidió que se “refrenaran”, que eliminaran lo mundano de su forma de vestir y de su comportamiento: “Deseo que se refrenen de su extravagancia en el vestir… Refrénense de todo lo malo y sin valor, y mejoren en todo lo que sea bueno y hermoso; no digo esto para hacerlas desdichadas, sino para que vivan de tal modo que puedan ser verdaderamente felices en esta vida y en la vida venidera”4.

Al ayudar a diario a nuestros hijos a resistir las modas inmodestas de nuestra época, les estaremos ayudando también a “[mejorar] en todo lo que sea bueno y hermoso”. Les estaremos ayudando a disfrutar más abundantemente del Espíritu en la vida al permanecer en el sendero que les conduce a las bendiciones del templo y de la vida eterna.

Jan Pinborough es miembro del Barrio East Mill Creek 4, Estaca Salt Lake East Mill Creek.

Limpios de Cuerpo Y Mente

“¿Pensaron alguna vez que su cuerpo es sagrado? Son hijos de Dios; el cuerpo de ustedes es la creación de Él… ¡Qué verdaderamente bella es la jovencita bien arreglada que es limpia en cuerpo y mente! Ella es una hija de Dios de quien su Padre Eterno se siente orgulloso. ¡Qué apuesto es el jovencito bien arreglado! Él es un hijo de Dios, considerado digno de poseer el santo sacerdocio de Dios”.

Presidente Gordon B. Hinckley (“El consejo y la oración de un profeta en beneficio de la juventud”, Liahona , abril de 2001, pág. 37).

Mantengámonos Erguidos

“Ustedes han escuchado la frase: ‘Tus acciones hablan tan fuerte que no puedo escuchar tus palabras’. Nuestras acciones realmente dicen mucho sobre nosotros. Debemos mantenernos erguidos al seguir los consejos de los profetas sobre el vestirnos en forma modesta… Madres, ustedes pueden ser nuestros ejemplos y nuestra conciencia en este importante asunto; pero recuerden, la gente joven puede detectar la hipocresía tan fácilmente como puede oler el rico aroma de un pan recién horneado. Padres, aconsejen a sus hijos e hijas a mantenerse erguidos ante la inmodestia”.

Obispo H. David Burton, Obispo Presidente (“Mantengámonos erguidos”, Liahona , enero de 2002, pág. 76).

Un Mensaje Claro

“A veces me pregunto si nosotras, las madres, no seremos las que hacemos que nuestros hijos sientan la presión de ser populares y aceptados. El cambiar nuestros deseos a fin de que nuestras normas sean las del Señor envía un mensaje claro de que en el reino del Señor no hay desigualdad de criterios… Estos observadores jóvenes se fijan en esas cosas: se fijan en cuán cortos son sus “shorts” y en si han tenido que ajustar la blusa que llevan puesta; se fijan en la ropa que usan (o que no usan) cuando trabajan en el jardín; se fijan en la película que van a entrar a ver en el cine”.

Sharon G. Larsen, ex segunda consejera de la presidencia general de las Mujeres Jóvenes (“ ‘No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros’ ”, Liahona , enero de 2002, pág. 78).

Notas

  1. Citado en “On my Honor”, Ensign, abril de 1979, pág. 3.

  2. (Folleto, 2001), págs. 15–16.

  3. Para la fortaleza de la juventud, págs. 14–15.

  4. Citado por Susa Young Gates en History of the Young Ladies’ Mutual Improvement Association, 1911, págs. 8–10.