2003
Amor divino
febrero de 2003


Amor divino

Aunque al amor divino se le puede llamar perfecto, infinito, duradero y universal, es incorrecto caracterizarlo como incondicional.

En el mundo actual asolado por el terror y el odio, nuestro conocimiento del amor divino es de suma importancia. Somos responsables de entender y testificar que nuestro Padre Celestial y Jesucristo son seres glorificados, vivos y amorosos. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”1. Jesús “de tal manera amó al mundo que dio su propia vida, para que cuantos crean lleguen a ser hijos de Dios”2. De hecho, el Padre y el Hijo son uno en propósito y en amor3.

El amor divino es perfecto e infinito

Su amor es divino por definición; las Escrituras también lo describen como perfecto4. Es infinito porque la Expiación fue un acto de amor por todos los que han vivido, por los que ahora viven y por todos los que vivirán5. También es infinito porque sobrepasa el tiempo.

El amor divino es duradero

El amor divino es duradero6: “…Jehová… guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones”7 .

El amor divino es universal

El amor divino es universal8 . Dios “hace salir su sol sobre malos y buenos, y… hace llover sobre justos e injustos”9 . Jesús es la luz del mundo10, da la vida y es la ley por la que se gobiernan todas las cosas11. “…él invita a todos… a que vengan a él y participen de su bondad; y a nadie de los que a él vienen desecha, sean negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres”12; y se invita a todos a orar a nuestro Padre Celestial13.

El amor divino también es condicional

Aunque al amor divino se le puede llamar perfecto, infinito, duradero y universal, es incorrecto caracterizarlo como incondicional , palabra que no aparece en las Escrituras. Por otro lado, en muchos versículos se afirma que los niveles más elevados de amor que el Padre y el Hijo tienen por nosotros, así como ciertas bendiciones divinas que resultan de dicho amor, son condicionales . Antes de citar algunos ejemplos, haremos bien en examinar diversas formas de expresión condicional que aparecen en las Escrituras.

Formas condicionales

En las Escrituras se pueden encontrar varias formas de expresión condicional:

  • Si… [se dan ciertas condiciones] , entonces… [se producen ciertas consecuencias]”. (Los indicadores si y entonces pueden estar escritos o implícitos.)

  • Y según… o en tanto que [se dan ciertas condiciones] … [se producen ciertas consecuencias]”14.

  • A menos que… no podréis…15.

  • Probar… si… ”. Por ejemplo, un versículo sobre nuestra creación revela el propósito principal de nuestra estancia terrenal: “y con esto los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare”16. La vida es un periodo de prueba terrenal, y nuestros pensamientos y hechos determinan si ese periodo probatorio terrenal es merecedor de la aprobación celestial17.

La naturaleza condicional del amor divino

Teniendo en mente los modelos de las Escrituras sobre declaraciones condicionales, encontramos muchos versículos que hablan del carácter condicional del amor divino hacia nosotros. Entre los ejemplos se incluyen:

  • Si guardareis mis mandamientos, [ entonces ] permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor”18.

  • Si no guardáis mis mandamientos, [ entonces ] el amor del Padre no permanecerá con vosotros; por tanto, andaréis en tinieblas”19.

  • “El que me ama, [ entonces ] mi palabra guardará; y mi Padre le amará”20.

  • “Yo amo a los que me aman, y me hallan los que… me buscan”21.

  • “Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia”22.

  • El Señor “ama a los que lo aceptan como su Dios”23.

  • “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”24.

La naturaleza condicional de las bendiciones divinas

Es igualmente evidente que ciertas bendiciones proceden de un Señor amoroso sólo si se cumplen las condiciones requeridas. Entre los ejemplos se incluyen:

  • “Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos… [ entonces ] yo alargaré tus días”25.

  • Si anduvieres en mis estatutos e hicieres mis decretos, y guardares todos mis mandamientos… [ entonces ] yo cumpliré contigo mi palabra”26.

  • “Yo, el Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo; mas cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa tenéis”27.

  • “Cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se basa”28.

  • “Y a cada reino se le ha dado una ley; y para cada ley también hay ciertos límites y condiciones”29.

  • El Señor declara: “Porque todos los que quieran recibir una bendición de mi mano han de obedecer la ley que fue decretada para tal bendición, así como sus condiciones…

“Y en cuanto al nuevo y sempiterno convenio, se instituyó para la plenitud de mi gloria; y el que reciba la plenitud de ella deberá cumplir la ley, y la cumplirá, o será condenado, dice Dios el Señor.

“…las condiciones de dicha ley son éstas: Todos los convenios, contratos, vínculos, compromisos, juramentos, votos, prácticas, uniones, asociaciones o aspiraciones que no son hechos, ni concertados, ni sellados… mediante el que ha sido ungido… ninguna eficacia, virtud o fuerza tienen en la resurrección de los muertos”30.

Hay otras leyes que tienen por objeto bendecirnos en la vida terrenal; una de ellas es la ley del diezmo: “Traed todos los diezmos al alfolí… y probadme ahora en esto… si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”31. Ésta es una bendición condicional . Los que no cumplen con el diezmo no reciben promesa alguna32.

Una vez más: “Y he aquí, todo cuanto él os requiere es que guardéis sus mandamientos; y os ha prometido que si guardáis sus mandamientos, prosperaréis en la tierra; y él nunca varía de lo que ha dicho; por tanto, si guardáis sus mandamientos, él os bendice y os hace prosperar”33.

¿Por qué el amor divino es condicional? Porque Dios nos ama y desea que seamos felices. “La felicidad es el objeto y propósito de nuestra existencia; y también será el fin de ella, si seguimos el camino que nos conduce a la felicidad; y este camino es virtud, justicia, fidelidad, santidad y obediencia a todos los mandamientos de Dios”34.

Nuestra defensa en contra de las ideologías falsas

El entender que el amor divino y las bendiciones no son enteramente “incondicionales” puede protegernos de aberraciones habituales como éstas: “Como el amor de Dios es incondicional, Él me amará aunque…”; o “Como ‘Dios es amor’35, Él me amará incondicionalmente aunque…”.

Los anticristos emplean estos argumentos para adular a la gente con engaños. Por ejemplo, Nehor se ensalzó a sí mismo mediante la enseñanza de falsedades y “testificaba al pueblo que todo el género humano se salvaría en el postrer día… porque el Señor había creado a todos los hombres… y al fin todos los hombres tendrían vida eterna36. Lamentablemente, algunas personas creyeron en los conceptos engañosos e incondicionales de Nehor.

En contraste con las enseñanzas de Nehor, el amor divino nos advierte que “la maldad nunca fue felicidad”37. Jesús explica: “…venid a mí y sed salvos; porque… a menos que guardéis mis mandamientos… de ningún modo entraréis en el reino de los cielos”38.

El amor divino y el pecador

¿Significa esto que el Señor no ama al pecador? Por supuesto que no. El amor divino es infinito y universal; el Señor ama tanto a santos como a pecadores. El apóstol Juan afirmó: “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero”39. Y Nefi, al ver en visión el ministerio terrenal del Señor, declaró: “Y el mundo, a causa de su iniquidad, lo juzgará como cosa de ningún valor; por tanto, lo azotan, y él lo soporta; lo hieren y él lo soporta. Sí, escupen sobre él, y él lo soporta, por motivo de su amorosabondad y su longanimidad para con los hijos de los hombres”40. Conocemos la amplitud del amor del Redentor porque Él murió para que todos los que mueran puedan vivir de nuevo41.

Inmortalidad y vida eterna

Dios declaró que Su obra y Su gloria consisten en “llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre”42. Gracias a la Expiación, el don de la inmortalidad es incondicional43. Sin embargo, el don mayor de la vida eterna es condicional44. A fin de merecerla, uno debe abstenerse de toda impiedad45 y honrar las ordenanzas y los convenios del templo46. El resplandeciente ramillete del amor de Dios, incluso la vida eterna, incluye bendiciones para las que debemos llenar ciertos requisitos, y no es algo a lo que tenemos derecho siendo indignos. Los pecadores no pueden someter la voluntad de Él a la de ellos y obligarle a que les bendiga estando en pecado47. Si desean disfrutar de cada flor de Su hermoso ramo, deben arrepentirse48.

El consejo de arrepentirse

El presidente Brigham Young (1801–1877) declaró: “Toda bendición que el Señor derrama sobre Su pueblo está sujeta a condiciones, las cuales son: ‘Obedeced mi ley, guardad mis mandamientos, caminad en mis ordenanzas, observad mis estatutos, amad la misericordia… conservaos puros en la ley y entonces tendréis derecho a estas bendiciones, pero no antes de ello”49.

El presidente Joseph F. Smith (1838–1918) expresó un pensamiento semejante: “Así es como yo veo los requisitos que Dios ha impuesto a este pueblo colectiva e individualmente, y creo que no puedo reclamar a Dios ni a mis hermanos bendición, favor, confianza o amor a menos que demuestre mediante mis obras que jamás esperaré recibir bendiciones de las que no soy merecedor”50.

El presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) dijo que el Señor “ ‘no [puede] considerar el pecado con el más mínimo grado de tolerancia’ (D. y C. 1:31)… Podremos apreciar mejor Su amor y bondad si un aborrecimiento similar del pecado… nos impulsa a transformar nuestra vida por medio del arrepentimiento”51.

Dadas las imperfecciones que todos tenemos, la iniciativa individual es de obligado cumplimiento: “No obstante, el que se arrepienta y cumpla los mandamientos del Señor será perdonado;

“y al que no se arrepienta, le será quitada aun la luz que haya recibido; porque mi Espíritu no luchará siempre con el hombre, dice el Señor”52.

A la hora de seguir el camino del arrepentimiento, cuenta tanto el esfuerzo como el resultado. El Señor enseña que los dones espirituales se conceden a “los que me aman y guardan todos mis mandamientos, y… los que procuran hacerlo53.

El amor divino nos facilita un modelo

Jesús nos pide que nos amemos los unos a los otros como Él nos ama54. ¿Es eso posible? ¿Puede nuestro amor por los demás acercarse realmente al amor divino? ¡Claro que sí!55 El amor puro de Cristo se concede a todos los que lo buscan y se hacen merecedores de él56. Este amor incluye el prestar servicio a los demás57 y requiere obediencia58.

La conformidad con la ley divina requiere fe, el elemento esencial de las pruebas de la vida terrenal. Al mismo tiempo, la fe manifiesta nuestro amor por Dios59. Cuanto más nos ocupemos de modelar nuestra vida a la de Él, más puro y divino será nuestro amor60.

Es posible que ningún amor en la vida terrenal se acerque más al divino que el que los padres tienen por sus hijos. Como padres, tenemos la misma obligación de enseñar la obediencia que la que tuvieron nuestros padres celestiales de enseñarnos a nosotros. Aunque podemos enseñar la necesidad de ser tolerantes con las personas que son diferentes de nosotros61, no podemos tolerar sus infracciones de las leyes de Dios. Debemos enseñar a nuestros hijos las doctrinas del reino62, a confiar en el Señor y a saber que reciben las bendiciones de Su amor si primero obedecen Sus mandamientos63.

El amor divino es perfecto, infinito, duradero y universal. La plena medida del amor divino y nuestras más grandes bendiciones son condicionales y se basan en nuestra obediencia a la ley eterna. Ruego que podamos ser merecedores de dichas bendiciones y nos regocijemos para siempre.

¿qué Significa el Término Condicional??

El término condicional procede de las raíces latinas: con, y dicere, que significan “hablar”; por lo que condicional quiere decir “límites o condiciones que han sido comunicados verbalmente”.

El término incondicional significa “sin condición o limitación; absoluto”.

Notas

  1. Juan 3:16.

  2. D. y C. 34:3.

  3. Véase 2 Nefi 31:21; Alma 12:33; D. y C. 93:3.

  4. Véase 1 Juan 4:12, 15–18.

  5. Véase Alma 34:9–12. El amor divino también es infinito porque todos los fieles pueden llegar finalmente a quedar “[circundados por] la incomparable munificencia de su amor” (Alma 26:15).

  6. Véase Isaías 54:10; véase también 3 Nefi 22:10.

  7. Deuteronomio 7:9; véase también 1 Crónicas 16:15; Salmos 105:8.

  8. Definido como “relativo a, que se extiende o que afecta a todo el mundo o a todo lo comprendido en el mundo; mundial” ( The American Heritage Dictionary, 4ª edición, 2000, “Universal”, 1883).

  9. Mateo 5:45; véase también 3 Nefi 12:45.

  10. Véase Juan 8:12; 9:5.

  11. Véase D. y C. 88:6–13.

  12. 2 Nefi 26:33.

  13. Véase Mateo 6:6; véase también 3 Nefi 13:6; Moroni 7:48.

  14. Para otros ejemplos, véase 1 Nefi 2:20; 4:14; 2 Nefi 1:9, 20; 4:4; Jarom 1:9; Omni 1:6; Alma 9:13; 36:1, 30; 38:1; 50:20; Helamán 4:15.

  15. Otro ejemplo es: “… a menos que cumpláis mi ley, no podréis alcanzar esta gloria” (D. y C. 132:21, cursiva agregada). Véase también Éter 12:34; D. y C. 25:15; 132:21.

  16. Abraham 3:25, cursiva agregada; véase también Malaquías 3:10; 3 Nefi 24:10.

  17. Véase Mateo 25:21, 23.

  18. Juan 15:10, cursiva agregada.

  19. D. y C. 95:12, cursiva agregada.

  20. Juan 14:23, cursiva agregada.

  21. Proverbios 8:17.

  22. Hechos 10:34–35.

  23. 1 Nefi 17:40.

  24. Juan 14:21.

  25. 1 Reyes 3:14, cursiva agregada; véase también Deuteronomio 19:9.

  26. 1 Reyes 6:12, cursiva agregada.

  27. D. y C. 82:10.

  28. D. y C. 130:21.

  29. D. y C. 88:38; véase también 132:5.

  30. D. y C. 132:5–7; véase también Alma 9:12; 42:13, 17.

  31. Malaquías 3:10, cursiva agregada; véase también 3 Nefi 24:10. El Señor no restringió el cómo bendeciría a los pagadores del diezmo. Algunos son bendecidos más espiritual que temporalmente.

  32. Véase D. y C. 119:4–5. El diezmo también se requiere de todo el que desee formar parte del pueblo de Dios (véase D. y C. 85:3).

  33. Mosíah 2:22, cursiva agregada. Este consejo condicional se repite muchas veces a lo largo de las Escrituras. Véase 1 Nefi 2:20; 4:14; 2 Nefi 1:9, 20; 4:4; Jacob 2:17–19; Jarom 1:9; Omni 1:6; Mosíah 1:7; 2:31; Alma 9:13; 36:1, 30; 37:13; 38:1; 48:15, 25; 50:20; Helamán 3:20.

  34. José Smith, Enseñanzas del profeta José Smith, pág. 312, cursiva agregada.

  35. 1 Juan 4:8, 16.

  36. Alma 1:4, cursiva agregada; véase también 1:3, 5–6; 2 Nefi 28:8–9. Semejante concepto (de vida eterna para todos) de forma incondicional negaría la necesidad de las ordenanzas, los convenios y la obra del templo.

  37. Alma 41:10.

  38. 3 Nefi 12:20, cursiva agregada.

  39. 1 Juan 4:19.

  40. 1 Nefi 19:9, cursiva agregada.

  41. Véase Romanos 5:8; 2 Corintios 5:14–15; véase también 1 Corintios 15:22.

  42. Moisés 1:39.

  43. Véase Hechos 24:15; 1 Corintios 15:22; Alma 12:8; D. y C. 76:17; Traducción de José Smith, Juan 5:29.

  44. Véase D. y C. 14:7.

  45. Véase Moroni 10:32; Traducción de José Smith, Mateo 16:26.

  46. Véase D. y C. 132:19.

  47. Véase Alma 11:37.

  48. El Señor dijo: “…no hay justificación para tus transgresiones; pero ve, y no peques más” (D. y C. 24:2). Véase también Juan 8:11; D. y C. 6:35; 29:3; 82:7; 97:27.

  49. Discourses of Brigham Young, compilación de John A. Widtsoe, 1954, pág. 454.

  50. Deseret News, 12 de noviembre de 1873, pág. 644.

  51. El milagro del perdón , pág. 59.

  52. D. y C. 1:32–33.

  53. D. y C. 46:9, cursiva agregada.

  54. Véase Juan 13:34; 15:12.

  55. Véase Éter 12:33–34; Moroni 7:46–47.

  56. Véase Moroni 7:48.

  57. Véase Gálatas 5:13; Mosíah 2:18–21; 4:15.

  58. Juan enseñó: “…el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado” (1 Juan 2:5).

  59. Véase Deuteronomio 13:3; Juan 14:15; 15:6–7.

  60. Véase Mateo 6:19–22; D. y C. 88:67–68; 93:11–20.

  61. Véase Artículos de Fe 1:11.

  62. Las doctrinas incluyen el plan de salvación, fe, arrepentimiento, bautismo y el don del Espíritu Santo (véase Moroni 8:10; D. y C. 68:25; Moisés 6:57–62).

  63. Véase Mosíah 4:6–7.