2003
Damos testimonio de Él
febrero de 2003


Ven y escucha al profeta

Damos testimonio de Él

Adoramos al Señor, declaramos Su divinidad y la realidad de que Él vive. Reiteramos nuestro amor por Él y nuestro conocimiento de Su amor por nosotros.

Hay personas que no nos consideran cristianos. Eso no es importante. Lo que importa es la forma en que nos consideremos a nosotros mismos. Reconocemos que existen diferencias entre nosotros; si no fuera así, no habría habido necesidad de la restauración del Evangelio.

Confío en que no discutamos por este asunto. Sencillamente, de un modo apacible y sin disculparnos, testificamos que Dios se ha manifestado a Sí mismo y a Su Hijo Amado al dar comienzo a esta plena y última dispensación de Su obra.

No debemos volvernos descorteses al hablar de las diferencias doctrinales. Sin embargo, nunca podemos acomodar a otros pareceres el conocimiento que hemos recibido por revelación. No olvidemos nunca que ésta es la restauración de [la Iglesia del Salvador].

Podemos respetar otras religiones, y debemos hacerlo. Debemos reconocer el gran bien que realizan; debemos ser tolerantes y amistosos con las personas que no sean de nuestra fe.

Tengo en mi poder la carta de un hombre de nuestra comunidad que no es miembro de la Iglesia. En ella dice que a su hijita la han aislado [de participar en actividades] sus compañeros de escuela que son Santos de los Últimos Días y menciona que se cuenta por ahí que un niño Santo de los Últimos Días le arrancó una medalla religiosa del cuello a otro niño. Espero que eso no sea verdad. Si lo es, pido disculpas a los que hayan sido agraviados.

Elevémonos por encima de ese tipo de comportamiento. Seamos verdaderos discípulos de Cristo al observar la Regla de Oro, haciendo con los demás como queramos que ellos hagan con nosotros.

Qué agradecido estoy por el testimonio con que Dios me ha bendecido del llamamiento divino de José Smith, de la realidad de la Primera Visión, de la restauración del sacerdocio, de la veracidad de ésta, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Adaptado de un discurso de la conferencia general de 1998.