2002
Regocijémonos en las bendiciones del templo
diciembre de 2002


Mensaje de las Maestras Visitantes

Regocijémonos en las bendiciones del templo

Por medio de la oración, seleccione y lea de este mensaje los pasajes de las Escrituras y las enseñanzas que mejor satisfagan las necesidades de las hermanas a las que visite. Comparta sus experiencias y su testimonio, e invite a las hermanas a las que enseñe a hacer lo mismo.

Isaías 2:2–3: “Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová… y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas”.

Élder David B. Haight, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Sean dignos de asistir al templo y háganlo con frecuencia. Con ello, no solamente traerán bendiciones sobre los que han fallecido, sino que podrán gozar libremente de la prometida revelación personal que bendecirá la vida de ustedes con poder, conocimiento, luz, belleza y verdad desde lo alto, lo cual les servirá de guía, a ustedes y a su posteridad, en el camino hacia la vida eterna. ¿Hay persona alguna que no deseara estas bendiciones que pronunció el profeta José Smith en la inspirada oración de la dedicación del Templo de Kirtland?: ‘Te rogamos, Padre Santo, que tus siervos salgan de esta casa armados con tu poder, y que tu nombre esté sobre ellos, y los rodee tu gloria, y tus ángeles los guarden’ (D. y C. 109:22).

“Cuando vuelvan del templo, digan a sus hijos y a sus seres queridos lo que sientan. No hablen de las ordenanzas sagradas, sino del amor y del poder que ellas manifiestan.

“…Sus expresiones siempre positivas acerca del templo despertarán en ellos el deseo de recibir las mismas bendiciones y les motivarán a resistir las tentaciones que podrían negarles las bendiciones del templo” (véase “Venid a la casa del Señor”, Liahona, julio de 1992, pág. 18).

Presidente Howard W. Hunter (1907–1995): “El Señor desea que Su pueblo sea gente deseosa de asistir al templo. Repito lo que he dicho antes: Complacería al Señor que todo miembro adulto fuera digno de obtener una recomendación para entrar en el templo, y que la tuviera, aun cuando viva lejos de ellos y no pueda asistir inmediatamente ni muy seguido. Las cosas que debemos y que no debemos hacer para ser dignos de una recomendación para el templo son las mismas cosas que nos asegurarán que seremos felices como personas y como familias” (“Un pueblo deseoso de asistir al templo”, Liahona, mayo de 1995, pág. 2).

Presidente Gordon B. Hinckley: “Todo hombre y toda mujer que vaya al templo sale de él siendo un hombre o una mujer mejor de lo que era cuando entró. Se trata de algo notable que sucede con todos nosotros… ¿Tienen ustedes problemas y preocupaciones? ¿Anhelan tener paz en el corazón y la oportunidad de estar en íntima comunión con el Señor y meditar en Sus caminos? Vayan a la casa del Señor y sientan Su Espíritu, y estén en comunión con Él, y conocerán una paz que no podrán hallar en ninguna otra parte” (conferencia de estaca, Wandsworth, Inglaterra, 27 de agosto de 1995).

  • ¿Cómo pueden las ordenanzas y los convenios del templo influir en nuestra vida?

  • ¿De qué forma podemos enseñar a nuestros familiares y a otras personas sobre el templo para que deseen ser dignos de entrar allí?

  • ¿Por qué nuestro conocimiento de las bendiciones del templo da más sentido a la celebración de la Navidad?