Historia de la Iglesia
El gozo de un convenio eterno


El gozo de un convenio eterno

Como vicepresidente de una gran corporación, Helvécio Martins llevaba una vida cómoda en Río de Janeiro. Él y su esposa Rudá sentían un anhelo espiritual y comenzaron a asistir a varias iglesias locales. Sin embargo, con el tiempo, su búsqueda los dejó insatisfechos. Una noche de abril de 1972, mientras estaba atrapado en un embotellamiento, Helvécio clamó a Dios por ayuda. “Mi Dios”, pensó, “¿por qué no nos ayudas a encontrar eso que nos brindará alivio, satisfacción [y] gozo?”.

Cuando los misioneros llamaron a la puerta de la familia Martins unos días después, Rudá se negó a recibirlos, sabiendo que su esposo no quería visitas esa noche, pero Helvécio le dijo que los buscara y los invitara a volver.

Helvécio y Rudá, ambos de ascendencia africana, les preguntaron directamente a los misioneros: “¿Cómo trata su religión a los negros?”. Preocupados por cómo reaccionaría la familia a la restricción de la Iglesia que impedía que los miembros negros entraran al templo o tuvieran el sacerdocio, los misioneros pidieron orar con ellos primero. Luego explicaron lo mejor que pudieron las enseñanzas de la Iglesia sobre el sacerdocio y el templo. “Las explicaciones de los misioneros me parecieron claras”, dijo Helvécio más tarde. Recordó la “calma, serenidad y felicidad” que entró en su hogar. La pareja pronto fue bautizada.

Como era un excelente orador, se le pidió a Helvécio que actuara como portavoz de la Iglesia en Brasil. En 1975, cuando se anunció el Templo de São Paulo, Brasil, Helvécio formó parte del comité de relaciones públicas del templo. Aunque comprendía que no podría entrar en el templo, Helvécio viajó por el país explicando su importancia a los demás. Cuando se colocó la piedra angular del templo, el presidente Spencer W. Kimball habló en privado con Helvécio. “Permanezca fiel”, lo animó Kimball, “y disfrutará de todas las bendiciones del Evangelio”.

El 8 de junio de 1978, Helvécio regresó a casa del trabajo y encontró a Rudá muy emocionada. “¡Tengo noticias, noticias increíbles!”, declaró ella. Más temprano ese día, la Primera Presidencia había anunciado que las bendiciones del templo se extenderían a todos los miembros dignos, sin importar la raza. “No pude contener la emoción”, recordó Helvécio. “Lloramos mientras le agradecíamos a nuestro Padre Celestial”. Al poco tiempo fueron sellados en el Templo de São Paulo, Brasil.

El 31 de marzo de 1990, Helvécio Martins se convirtió en el primer hombre de ascendencia africana en ser llamado como Autoridad General.