2000–2009
Gratitud
Octubre 2001


Gratitud

“La gratitud se puede aumentar al reflexionar constantemente en nuestras bendiciones y al dar gracias en nuestras oraciones diarias“.

Habiendo crecido en el Sur de Utah, algunos de nosotros solíamos buscar empleo en las muchas gasolineras que estaban a lo largo de la Ruta 91, la que pasa por el centro de la ciudad de Saint George. Mi hermano menor, Paul, que en aquel entonces tenía 18 años, trabajaba en el Servicentro Tom, una estación de servicio situada como a tres cuadras de nuestro hogar.

Un día de verano llegó un auto con placas de Nueva York y el conductor pidió que llenaran el tanque. (Hago notar a ustedes, hermanos menores de treinta años, que en esos días el dependiente llenaba el tanque, lavaba el parabrisas y revisaba el aceite). Mientras Paul limpiaba el parabrisas, el conductor le preguntó cuán lejos quedaba el Gran Cañón y Paul respondió que estaba a unos 240 kilómetros.

“He esperado toda mi vida para ver el Gran Cañón“, exclamó el hombre. “¿Cómo es ese lugar?“

“No sé“, dijo Paul, “nunca he estado allá“.

“¿Me vas a decir“, respondió el hombre, “que vives a dos horas y media de camino de una de las siete maravillas del mundo y nunca has estado allí?“

“Así es“, dijo Paul.

Luego de un momento, el hombre dijo: “Bueno, creo que puedo entender eso. Mi esposa y yo hemos vivido en Manhattan por más de veinte años y nunca hemos visitado la Estatua de la Libertad“.

“Yo he estado allí“, dijo Paul.

¿No es una ironía el que a menudo viajemos muchos kilómetros para ver las maravillas de la naturaleza o de la creación del hombre y, sin embargo, pasamos por alto la belleza que está a nuestro alrededor?

Supongo que es parte de la naturaleza humana el buscar la felicidad en otra parte. El logro de una carrera, la búsqueda de las riquezas y las recompensas materiales pueden nublar nuestra perspectiva y, a menudo, nos llevan a tener una falta de aprecio por las ricas bendiciones de nuestras circunstancias actuales.

Es precario pensar continuamente por qué no se nos ha dado más. Sin embargo, es beneficioso y humilde pensar continuamente en por qué se nos ha dado tanto.

Un antiguo proverbio dice: “La mayor riqueza está en conformarse con lo que se tiene“.

En su carta a los filipenses, Pablo escribió: “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera sea mi situación“ (Filipenses 4:11).

Alma instruyó a su hijo Helamán, dándole un consejo que todos los padres deberían dar a sus hijos: “Consulta al Señor en todos tus hechos, y él te dirigirá para bien; sí, cuando te acuestes por la noche, acuéstate en el Señor, para que él te cuide en tu sueño; y cuando te levantes por la mañana, rebose tu corazón de gratitud a Dios; y si haces estas cosas, serás enaltecido en el postrer día“ (Alma 37:37).

Alma dijo: “…rebose tu corazón de gratitud a Dios…“ El Señor desea que demos gracias. En Tesalonicenses, leemos: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios paracon vosotros en Cristo Jesús“(1 Tesalonicenses 5:18).

Como poseedores del sacerdocio debemos esforzarnos en forma constante por aumentar nuestra gratitud. La gratitud se puede aumentar al reflexionar constantemente en nuestras bendiciones y al dar gracias en nuestras oraciones diarias.

El presidente David O. McKay ha dicho: “El joven que cierra su puerta tras de sí, y las cortinas de su ventana y en silencio suplica a Dios por ayuda, primero debe derramar su alma en gratitud por su salud, por sus amigos, por sus seres queridos, por el Evangelio y por las manifestaciones de la existencia de Dios; primero debe contar sus muchas bendiciones y nombrarlas una por una“ (enConference Report,abril de 1961, págs. 7 –8).

En todas nuestras oraciones se debe incluir una constante expresión de gratitud. A menudo se ofrecen las oraciones por bendiciones específicas que nosotros, ante nuestro entendimiento incompleto, creemos necesitar. Aun cuando el Señor contesta las oraciones de acuerdo con Su voluntad, seguramente se debe sentir complacido cuando ofrecemos oraciones humildes de gratitud.

Hermanos, la próxima vez que oremos, en vez de presentar petición tras petición al Señor para nuestro beneficio, démosle sinceras gracias por todo con lo que él nos ha bendecido.

El presidente Joseph F. Smith nos ha instruido que “el espíritu de gratitud es siempre agradable y satisfactorio, porque lleva consigo una sensación de ayudar a otros; engendra amor y amistad, y procrea influencia divina. Se dice que la gratitud es la memoria del corazón“ (Joseph F. Smith,Doctrina del Evangelio, pág. 256).

En octubre de 1879, se llamó a un grupo de 237 Santos de los últimos Días de varios asentamientos pequeños del suroeste de Utah para ir a establecer una nueva ruta y colonizar lo que ahora es el Condado de San Juan, en el sureste de Utah. La jornada debería haberles llevado seis semanas, pero les llevó casi seis meses. Su lucha y heroísmo está documentado, en particular la travesía casi imposible del cruce del río Colorado en el punto denominado Hole-in-the-rock. Los que han visitado ese lugar se maravillan de que carromatos y tiros de animales hayan podido bajar por esa estrecha quebrada entre las paredes del cañón de roca roja para llegar hasta el río Colorado, allá muy abajo. Una vez que cruzaron el río Colorado, sin embargo, les esperaban muchas otras pruebas camino al Condado de San Juan. Cansados y agotados, a principios de abril de 1880, se enfrentaron al último obstáculo: Comb Ridge. El lugar era una cadena de cerros de arenisca sólida que formaba un empinado muro de cerca de 300 metros de altura.

Ciento veinte años más tarde, nuestra familia subió Comb Ridge un iluminado día de primavera. La cadena de cerros era una empinada peligrosa. Era difícil imaginar que carromatos, tiros, hombres, mujeres y niños hubieran hecho tal ascenso. Pero bajo nuestros pies estaban las marcas de las ruedas de esos carromatos como evidencia de su lucha hace tanto tiempo. ¿Cómo se sintieron después de perseverar tanto? ¿Estaban amargados después de tantos meses de duro trabajo y privaciones? ¿Criticaron a sus líderes por haberlos mandado a tan ardua jornada y haberles pedido que renunciaran a tanto? Nuestras preguntas se contestaron al llegar a la cima de Comb Ridge. Allí estaban grabadas desde hacía mucho tiempo las palabras en arenisca roja: “Te damos las gracias, oh Dios“.

Hermanos, ruego que podamos mantener nuestro corazón lleno de agradecimiento y aprecio por lo que tenemos y no pensar continuamente en lo que no es nuestro. Como poseedores del sacerdocio, adoptemos una actitud de agradecimiento en todo lo que hagamos, es mi oración, en el nombre de Jesucristo. Amén.