1990–1999
Superación personal, de la familia y del hogar
October 1999


Superación personal, de la familia y del hogar

“Estamos deseosas de que cada hermana se fortalezca a sí misma espirítualmente y de que adquiera los conocimientos prácticos que son esenciales para enfrentar los desafíos que sobrevendrán”.

Cuando la Sociedad de Socorro celebró su aniversario número 50, el 17 de marzo de 1892, las hermanas de las ramas, de los barrios y de las estacas de toda la Iglesia, además de las congregadas aquí, en el Tabernáculo de Salt Lake, se reunieron para ofrecer una oración simultánea. Joseph F. Smith, que en ese entonces era consejero del presidente Wilford Woodruff, ofreció una oración especial de alabanza y acción de gracias, que contenía las siguientes palabras: “Bendice a las… hermanas miembros de la Sociedad de Socorro por toda la tierra… Acompáñalas con Tu espíritu para bendecirlas, para hacer que sus corazones se regocijen ante Ti” (actas de la Mesa Directiva General de la Sociedad de Socorro, 17 de marzo de 1892, Archivos del Departamento Histórico, págs. 233–234).

Más de un siglo más tarde, estamos reunidas como hermanas esta noche con el fin de regocijamos. Mi corazón está lleno de alegría y de gratitud por la gran bendición que ustedes y yo tenemos de ser miembros de esta maravillosa Iglesia y de conocer el plan de salvación que diseñó nuestro Padre Celestial. Me regocijo por las maravillosas bendiciones que recibimos a medida que aprendemos y progresamos por medio de los programas de la Iglesia. Esta noche, me regocijo especialmente por los programas de la Sociedad de Socorro. Me regocijo por lo que éstos han hecho por nosotras en el pasado, y aun más, por lo que nos ayudarán a lograr en el futuro.

El presidente Joseph F. Smith recomendó la Sociedad de Socorro para nuestro beneficio cuando dijo que ésta fue “hecha por Dios, autorizada por Dios, instituida por Dios, y ordenada por Dios” (actas, 17 de marzo de 1914, pág. 54).

El élder Ezra Taft Benson nos recordó: “La Iglesia se estableció en gran medida para ayudar a la familia, pero mucho después de que la Iglesia haya cumplido con su misión, [la familia] todavía seguirá desempeñando su función” (“Strengthening the Family”, Improvement Era, diciembre de 1970, pág. 46).

Me gustaría hablar acerca de la edificación de hogares en los que cada una de nosotras, en forma individual —ya sea que seamos casadas o solteras, jóvenes o ancianas—, podamos progresar y alcanzar nuestro máximo potencial; donde los miembros de la familia puedan aprender todo lo que deben saber para seguir el plan de salvación, que es el plan que nuestro Padre Celestial tiene para que cada uno de nosotros halle el camino de regreso a Él y a nuestro hogar celestial cuando haya terminado este período de probación terrenal.

Me hago eco del fervor del presidente David O. McKay, que dijo: “Creo con todo mi corazón… que el mejor lugar para prepararse para la vida eterna es el hogar” (“Blueprint to Family Living”, Improvement Era, abril de 1963, pág. 252).

Pero las Escrituras advierten que debe haber una oposición en todas las cosas (2 Nefi 2:11). En efecto, el presidente Boyd K. Packer nos dice: “El objetivo principal del adversario… es perturbar, desbaratar y destruir el hogar y la familia” (“El padre y la familia”, Liahona, julio de 1994, pág. 22).

Durante la pasada primavera, dos familias de pájaros construyeron nidos en el jardín de mi casa. Una gorriona pequeña escogió una rosal del patio para hacer su nido. Una y otra vez voló de un lado a otro, llevando en el pico briznas de césped y ramitas pequeñas. Con cuidado se abría paso entre las espinas del rosal y colocaba sus materiales de construcción en el lugar escogido. Trabajó sin descansar hasta terminar el pequeño nido. Quedé asombrada al ver la meticulosidad con que estaban entretejidas las hierbas para formar una estructura fuerte y estable. Casi lloro de emoción al ver en el fondo del nido cuatro pedazos pequeños de algodón, puestos en el lugar preciso para hacer un lecho blando para sus pequeños.

El segundo pájaro, un petirrojo, escogió construir su nido en el frente de la casa, cerca de la canaleta que recoge el agua de la lluvia, un lugar alto, donde los animales de rapiña o las personas no pudieran alcanzarlo. Como ella era más grande, su nido también lo era, y, además de ser más grande, el exterior estaba cubierto de barro, lo cual mantenía unidas las hierbas y las ramitas, y lo sostenía en la curva de la canaleta. En el interior había briznas de césped entretejidas en forma de tazón que acomodaban perfectamente al pájaro.

Cuando estuvieron terminados los nidos, ambas aves pusieron sus huevos y empezaron la vigilia diaria de protegerlos y empollarlos. Hora tras hora, día tras día, las aves estuvieron echadas sobre sus huevos. Después de que los polluelos rompieron el cascarón y salieron, las madres trabajaron sin descanso para alimentar a sus hambrientas crías.

Un día particularmente caluroso me di cuenta de que la madre petirrojo estaba posada en el nido jadeando con el pico abierto. Obviamente, estaba incómoda bajo la luz intensa del sol, y me pregunté por qué se quedaba allí. Entonces me di cuenta de que no estaba echada totalmente en el fondo del nido como lo había hecho cuando tenía que mantener calentitos a sus pollitos, sino que estaba estirada cuidadosamente sobre la parte superior del nido formando un techo protector para que sus pichones, que todavía no tenían plumas, no se quemaran.

Me di a la tarea de leer acerca de los pájaros y del gran esfuerzo que hacen por construir la vivienda para su familia. Las golondrinas de los graneros hacen más de 1.200 viajes para transportar barro con el fin de construir sus nidos. Se descubrió que el nido de una oropéndola tiene 3.387 trozos de material en un solo nido. Me parece que ios pájaros lo invierten todo —su tiempo, sus energías, sus medios y su propia comodidad— para formar su hogar y criar a sus pequeños. No es una labor importante a la que se le concede el segundo lugar o que se evita, sino todo lo contrario, se le da el primer lugar.

Desde que vi a los pájaros en el patio de mi casa, he deseado saber quién les enseñó a ellos lo que deben hacer. ¿Cómo aprendieron a construir un nido y a dar sombra a sus vástagos? Los pájaros siguen su instinto para proveer, proteger y alimentar con cariño. Ése es el instinto que Dios les ha dado, y, el meditar en ello me ha hecho exclamar junto con el salmista: “¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová!” (Salmos 92:5).

Nosotras también somos bendecidas con instintos divinos. Por instinto, deseamos tanto para las personas que amamos; sin embargo, como seres humanos, nos salen al paso muchos problemas más que a los pájaros que observé. En la sociedad actual hay muchas personas que ponen en entredicho la importancia del hogar tradicional y de la familia. Algunos piensan que el tiempo y los talentos de la mujer tienen otros usos que son más importantes que la familia. Pero los profetas han declarado incesantemente que la función que implican los quehaceres del hogar es una de las ocupaciones más sagradas y significativas que un hombre o una mujer puedan tener. Las hermanas, en todas las circunstancias de la vida, tienen oportunidades de edificar y de atender a otras personas con amor dentro de su esfera de influencia. A medida que ustedes y que yo aprendemos más acerca del plan de salvación de nuestro Padre Celestial, se nos afianza la certeza de que no importa cuáles sean las circunstancias individuales de nuestra vida, el crear un ambiente seguro y edificante para quienes amamos es de suma importancia.

El élder Neal A. Maxwell dijo: “El hogar es por lo general el lugar donde gran parte de nuestra fe se establece y aumenta… Por tanto, cuán triste es que algunos hogares sean apenas una parada en la ruta, cuando deberían ser una escuela de preparación para el reino celestial” (Lord, Increase Our Faith, 1994, pág. 117).

A medida que luchemos contra las influencias negativas del mundo y nos esforcemos por edificar hogares que sean “una escuela de preparación para el reino celestial”, recordemos que nuestras actividades terrenales tienen un cimiento espiritual y un final celestial.

Como Presidencia General de la Sociedad de Socorro deseamos reafirmar nuestras metas y nuestra dedicación al propósito de la Sociedad de Socorro, el cual es ayudar a las hermanas y a sus familias a venir a Cristo. Queremos aseguramos de que la Sociedad de Socorro sea una ayuda y una bendición para todas las hermanas de la Iglesia, cualesquiera que sean sus circunstancias. Estamos deseosas de que cada hermana se fortalezca a sí misma espiritualmente y de que adquiera los conocimientos prácticos que son esenciales para enfrentar los desafíos que sobrevendrán.

Por consiguiente, con la aprobación de la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles, nos complace anunciar lo siguiente: A partir del Ia de enero de 2000, se cambiará el nombre de la reunión de Economía Doméstica. El nombre nuevo será Superación personal, de la familia y del hogar. El propósito del nombre nuevo es comunicar claramente lo que esta importante reunión de entre semana tiene por objeto cumplir. El objetivo adicional del nombre nuevo es lograr que cada una de nosotras vuelva a concentrar su atención en su propio fortalecimiento a fin de que, con esa fortaleza revitalizada, pueda edificar a los miembros de su familia, a sus amigos, a sus vecinos y a la comunidad, para que cada una se acerque más a nuestro Padre Celestial y a Su Hijo Jesucristo. Durante los 15 minutos que dura la parte de la lección de esta reunión, las maestras presentarán un tema espiritual, y durante la parte de actividades de 60 a 90 minutos de duración aprenderemos conocimientos prácticos que se basen en el tema espiritual de la reunión. Esos conocimientos prácticos pueden estar relacionados con el arreglo y las reparaciones de la casa, así como con el cultivo de hortalizas o con el hacer acolchados. Además podríamos resolver participar en actividades de servicio que bendigan y fortalezcan a los demás. Esta reunión debe embellecer y mejorar la vida de cada una de nosotras.

Dentro del Evangelio están las respuestas que el mundo necesita para resolver los problemas que hay a nuestro alrededor. Por medio del Evangelio de Jesucristo, tenemos el conocimiento y los medios para establecer hogares fuertes donde reinen la paz, el amor y la fe. No hace falta que lo hagamos solas. Los programas de la Iglesia pueden ayudarnos. También necesitamos la ayuda que nuestro Padre Celestial está deseoso de brindarnos. En Salmos 127:1 se nos advierte: “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican”.

Hace poco, mi amigo Richard llegó a casa después del trabajo y encontró a una niña muy pequeña sentada en la acera, delante de su casa, llorando. Él le preguntó qué le ocurría. Entre sollozos, la pequeña le explicó que estaba perdida. Él le dijo entonces que ésa era su casa y que su esposa se encontraba dentro. También le dijo que él sabía que ella no debía ir a ningún lado con extraños, pero que si quería entrar, él y su esposa tratarían de averiguar dónde quedaba su casa. Una vez que hubieron entrado en la casa, su esposa, Linda, empezó a consolar a la niñita. “Estoy segura de que estás muy asustada”, le dijo.

“Estaba asustada”, respondió la pequeña, “hasta que vi el cuadro de Jesús colgado en la pared. Entonces supe que no corría peligro”.

En todas partes del mundo, hay muchos hijos de Dios que andan perdidos. Los que conocemos la verdad podemos ayudarles. Podemos mostrarles un modelo de hogares fuertes y de miembros de familia rectos. Podremos ayudarles si tenemos al Salvador en nuestro hogar, no sólo un cuadro de Él colgado de la pared, sino también Sus enseñanzas, Su Espíritu y Su amor. A pesar de los instintos con los que hemos sido bendecidas, esta clase de hogar no se forma automáticamente, sino que necesitamos fortaleza espiritual y los conocimientos prácticos para formar un hogar donde el Espíritu del Señor esté presente. La reunión de Superación personal, de la familia y del hogar es para que pongamos en práctica la hermandad, adquiramos conocimiento, aprendamos conocimientos prácticos y aumentemos el testimonio. Esta reunión también tiene por objeto lograr que nos redediquemos a nuestro hogar y a nuestra familia, y a brindar servicio dondequiera que se necesite.

A medida que las hermanas líderes de la Sociedad de Socorro y todas nosotras como miembros captemos la visión y la motivación de la reunión de Superación personal, de la familia y del hogar, y actuemos con el entusiasmo resultante, progresaremos en testimonio y en fortaleza espiritual; nos acercaremos más a nuestro Salvador y sabremos cómo edificar hogares en los que Él pueda morar. Entonces, citando al presidente Thomas S. Monson: “el Señor, sí, nuestro inspector de construcción, nos dirá, como le dijo… a Salomón, un constructor de otra época, ‘…Yo he santificado esta casa que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre; y en ella estarán mis ojos y mi corazón todos los días”’ (1 Reyes 9:3; Pathways to Perfection, 1973, pág. 250).

La Sociedad de Socorro es una organización de origen divino. Dentro de ella existe el poder para fortalecer a las hermanas y a sus familias, así como para crear una familia mundial de hermanas. En el nombre de Jesucristo. Amén.