1990–1999
Vayan A La Sociedad De Socorro
Octubre 1998


Vayan A La Sociedad De Socorro

“No importa de donde provengan, ni cuales sean sus debilidades, ni que apariencia tengan: ¡aquí es donde deben estar! El Señor ama a coda una de ustedes, en forma individual y colectiva”.

Durante la ultima conferencia general de abril, nosotras, como presidencia de la Sociedad de Socorro, nos regocijamos cuando el presidente Boyd K. Packer se puso de pie ante este púlpito y dijo: “Tengo el propósito de dar incondicional encomio y apoyo a la Sociedad de Socorro, de instar a todas las mujeres a unirse a ella y asistir a sus reuniones; y a los lideres del sacerdocio, de todos los oficios, a hacer cuanto este de su parte para que la Sociedad de Socorro florezca”1.

Hermanas, ese es también mi propósito esta noche. La presidenta Mary Ellen Smoot les ha hablado acerca de invitaciones. Pues bien, yo tengo una invitación para ustedes: ¡vayan a la Sociedad de Socorro!

La Sociedad de Socorro fue organizada mediante la autoridad del sacerdocio y es dirigida hoy por esa misma autoridad. El profeta José Smith dijo del sacerdocio: “Es la autoridad eterna de Dios por medio de la cual se creo y se gobernó el universo, y se crearon las estrellas del firmamento”2. Al hablar específicamente a las mujeres de la Iglesia en 1945, el presidente George Albert Smith dijo de la Sociedad de Socorro: “Es de Dios que viene tal concesión y vino como resultado de la revelación a un profeta del Senor”3. ¿Cómo debemos considerar una organización que fue creada a través de esta autoridad profética del sacerdocio? Como lideres de la Sociedad de Socorro, servimos como una organización auxiliar del sacerdocio para traer mujeres y sus familias a Cristo.

¿Qué hay en la Sociedad de Socorro que las debe compeler a “unirse y a asistir”, como dijo el presidente Packer?

Dentro de la Sociedad de Socorro hay programas diseñados para ayudarnos a las mujeres a hallar significado y propósito en la vida para nosotras mismas y para nuestras familias. Según el presidente Spencer W. Kimball: “No hay promesas más grandiosas ni más gloriosas para las mujeres que las que vienen por medio del Evangelio y la Iglesia de Jesucristo”4. Esta es una época en la cual a dondequiera que miremos en la sociedad, las mujeres y sus familias están en crisis. Los matrimonios están fracasando a un ritmo alarmante. Hay demasiados niños maltratados y descuidados. Las mujeres luchan por escuchar la voz de la justa verdad en medio de una confusa cacofonía de voces que las instan con persuasión a hacer lo que es fácil o lo que es aceptable desde un punto de vista liberal o social. Hay muchas entre los 4.2 millones de miembros de la Sociedad de Socorro que están sufriendo y están confusas. ¿Nos damos cuenta de lo que tenemos, hermanas? ¿Entendemos quienes somos? ¿Apreciamos cabalmente el hecho de que dentro de la organización de la Sociedad de Socorro tenemos todos los elementos y todos los recursos que necesitamos para aliviar una sola alma o para sanar un mundo trastornado?

El primer objetivo de la Sociedad de Socorro es desarrollar la fe en Jesucristo y enseñarse unas a otras las doctrinas del reino de Dios. Mediante las lecciones de la Sociedad de Socorro, las actividades y las experiencias compartidas, ustedes pueden obtener un testimonio o pueden fortalecer el testimonio que ya tienen. Al final de todo, eso puede ser lo más importante que hagamos en la Sociedad de Socorro, ya que la fortaleza espiritual y los testimonios firmes de las mujeres de la Iglesia son absolutamente fundamentales tanto para ellas mismas como para sus familias, para sus ramas y barrios, y para el mundo mismo.

El segundo objetivo de la Sociedad de Socorro es ayudar a cada hermana a entender que es una amada hija espiritual del Padre Celestial y que, como tal, tiene una naturaleza y un destino divinos, incluso la más maravillosa de todas las posibilidades: la vida eterna en la presencia de Dios como Su heredera. Una vez mas cito al presidente Kimball: “¿En que otro lugar pueden aprender quienes son en verdad? ¿En que otro sitio se les pueden dar las explicaciones y las afirmaciones necesarias acerca de la naturaleza de la vida? ¿De que otra fuente pueden aprender acerca de su propia singularidad e identidad?”5.

Si entendemos plenamente que somos hijas de Dios con derechos y privilegios que se extienden para toda la eternidad-que tenemos derecho a recibir bendiciones de Dios, de acuerdo con nuestra fidelidad-, entonces veremos el mundo, nuestro lugar en el y nuestra responsabilidad hacia el de una manera diferente. Escuchen lo que el presidente Gordon B. Hinckley nos dice: “Sepan que son hijas de Dios, hijas con una primogenitura divina. Anden en la luz con la cabeza en alto, sabiendo que se les ama y se les honra, que son parte de Su reino, y que tienen que llevar a cabo una gran obra, la cual no se puede dejar para otros”6.

¿A que obra se refiere el presidente Hinckley cuando dice una obra “que no se puede dejar para otros”? La respuesta, como pueden suponer, la encontramos en la Sociedad de Socorro. El tercer objetivo de la Sociedad de Socorro indica que se alienta a cada hermana a servir a los miembros de su familia, así como a su barrio y a su comunidad. Como hermanas, tenemos la habilidad y la responsabilidad de ayudarnos mutuamente a andar en la luz del Señor. No importa dónde vivamos ni cual sea nuestra edad, nacionalidad, estado civil o llamamiento en la Iglesia, hay personas a nuestro alrededor que necesitan nuestro amor y servicio.

Todos estamos familiarizados con la vida y la obra de la fallecida Madre Teresa, quien pasó la mayor parte de su vida trabajando entre los pobres del mundo y que hizo mucho para aliviar el dolor y el sufrimiento. En una ocasión, cuando ella estaba en Australia, ofreció limpiar la choza de un aborigen solitario, en la que había una hermosa lampara, pero que estaba sin encender. Cuando le preguntaron por que no la encendía, contestó: “Nadie viene aquí”. Ella le hizo prometer que encendería la lampara y, a su vez, le prometió hacer que las hermanas lo visitaran. Posteriormente, el hombre le mandó decir a la Madre Teresa: “Dígale a mi amiga que la luz que ella encendió en mi vida todavía arde”7.

Como hermanas de la Sociedad de Socorro, podemos llevar luz a la vida de aquellas personas a quienes servimos junto con el pan que horneamos y las comidas que compartimos. Podemos dar esperanza, podemos animar y podemos inspirar. Podemos enseñar acerca de Cristo y ayudar a los demás a hallar paz y consuelo dentro de la luz de Él. Las mujeres tenemos la tendencia natural a amar y a cuidar con amor Las mujeres enseñan a los niños, animan a los amigos, alientan a su marido y alegran a los descorazonados. Las mujeres dan vida y nutren a los seres vivientes. Cada una de nosotras tiene algo que dar, algo que compartir, alguien a quien servir. Como dijo la segunda presidenta de la Sociedad de Socorro, Eliza R. Snow: “No hay ninguna hermana tan aislada … ni su influencia es tan limitada que no pueda hacer mucho para establecer el reino de Dios sobre la tierra”8.

El cuarto objetivo de la Sociedad de Socorro es fortalecer y proteger a las familias. ¿Ha habido alguna vez una época en toda la historia en la que se necesitara tan desesperadamente esa fuerza y protección? Yo creo sinceramente que la protección más poderosa contra el estado de deterioración de la familia es una madre fiel y recta. En 1993, el presidente Hinckley dijo: “Recuerdo a las madres de todas partes la santidad de su llamamiento. Ninguna responsabilidad es mayor, ninguna obligación es más apremiante que la de criar con amor, con paz y con integridad a los hijos que han traído al mundo”9.

Como presidencia general de la Sociedad de Socorro, reiteramos que la maternidad es la obra más noble a la que la mujer puede dedicarse. Sin embargo, al hacer esto, recordamos que hay muchas mujeres entre las más devotas de la Iglesia que aun no han tenido la oportunidad de ser madres. Para ellas, las palabras del élder Dallin H. Oaks ofrecen una perspectiva:

“Sabemos que hay muchos excelentes y dignos Santos de los Ultimos Días a quienes les faltan las oportunidades ideales y los requisitos esenciales para su progreso. La soltería, la falta de hijos, la muerte y el divorcio frustran los ideales y posponen el cumplimiento de las bendiciones prometidas. Además, algunas mujeres que desean dedicar todo su tiempo a la maternidad y al hogar se han visto forzadas a entrar en las filas de los que trabajan en empleos regulares; pero esas frustraciones son sólo temporales, pues el Señor ha prometido que en la eternidad no se negara ninguna bendición a Sus hijos que obedezcan los mandamientos, sean fieles a sus convenios con Él y deseen lo correcto”10.

Nuestro quinto objetivo es ayudar a cada hermana a sentirse necesitada, incluida, valorada y amada.

En la Sociedad de Socorro compartimos el amor que sentimos las unas por las otras y por nuestro Padre Celestial. Hace poco, una hermana expresó sus sentimientos acerca de su participación en la Sociedad de Socorro cuando nos dijo: “He experimentado el maravilloso sentimiento de hermandad y feminidad, pero también ha estado presente una fuerza sanadora [en la Sociedad de Socorro] que no he hallado en ninguna otra parte”.

Todas son bien recibidas en la Sociedad de Socorro. No hay un tipo único de mujer Santo de los Ultimos Días aceptable. No importa de dónde provengan, ni cuales sean sus debilidades, ni que apariencia tengan: ¡aquí es donde deben estar! El Señor ama a cada una de ustedes, en forma individual y colectiva. No somos mujeres comunes y corrientes. Somos mujeres del convenio, mujeres que hemos reconocido la verdad, aceptado el Evangelio de Jesucristo y hecho convenios con el Señor de seguirle y hacer Su voluntad. Y Él nos necesita-a cada una de nosotras-para hacer nuestra parte en el llevar a cabo Su gran obra de los últimos días entre los hijos de los hombres. Necesitamos la Sociedad de Socorro, y la Sociedad de Socorro nos necesita a nosotras.

Nuestro sexto objetivo es ayudar a cada hermana a entender la importancia de apoyar al sacerdocio, al igual que las bendiciones que se reciben del hacer y del guardar los convenios sagrados del templo. En el templo hacemos convenios eternos con nuestro Padre Celestial. Le hacemos promesas a Él, y a cambio Él nos hace promesas extraordinarias. La próxima vez que vayan al templo, ya sea por ustedes mismas o por alguno de sus antepasados, presten atención a las promesas que Dios les hace a ustedes, Sus hijas. En cada parte del templo, los santos corredores de la casa de Dios están llenos de convenios reconfortantes, convenios que nos aseguran de una manera personal e intima Su eterno amor.

En la Sección 115 de Doctrina y Convenios se nos amonesta de esta manera: “… Levantaos y brillad, para que vuestra luz sea un estandarte a las naciones;

“a fin de que el recogimiento en la tierra de Sión y sus estacas sea para defensa y para refugio contra la tempestad”11. Hermanas, al considerar los programas de la Sociedad de Socorro, permitamos que estos sean una defensa, un refugio contra la tempestad para nosotras y para los demás. Como ha dicho el presidente Packer: “Las Sociedades de Socorro firmes pueden surtir un efecto preventivo y curativo en madres e hijas, en quienes crían solas a sus hijos, en las hermanas solteras, en las ancianas y endebles”12.

Les testifico que la Sociedad de Socorro es una organización de origen divino. Las invitamos a todas a asistir a la Sociedad de Socorro. Permitan que sea una bendición en sus vidas como lo dispuso nuestro Padre Celestial. En el nombre de Jesucristo. Amén.

  1. “La Sociedad de Socorro”, Liahona, julio de 1998, pág. 78.

  2. Citado por el presidente James E. Faust, ‘‘Guardemos los convenios y honremos el sacerdocio”, Liahona, enero de 1994, pág. 42.

  3. “La Sociedad de Socorro”, Liahona, febrero de 1979, pág. 9.

  4. My Beloved Sisters, 1973, pág. 43.

  5. My Beloved Sisters, pág. 43

  6. Véase “Vivid conforme a vuestra herencia”, Liahona, febrero de 1984, págs. 139-144.

  7. Véase My Life for the Poor: Mother Teresa of Calcutta, editado por José Luis González-Balado and Janet N. Playfoot, 1985, pág. 76.

  8. Woman’s Exponent, 15 de septiembre de 1873, pág 62.

  9. “Instruye al niño en su camino …”, Liahona, enero de 1994, pág. 70.

  10. “El gran plan de salvación”, Liahona, enero de 1994, pág. 88.

  11. D. y C. 115:5-6.

  12. “La Sociedad de Socorro”, Liahona, julio de 1998, pág. 80.