1990–1999
Lo mas importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe
Octubre 1997


Lo mas importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe

“Debemos concentrarnos en los cosos internas del corazón, las que intuitivamente conocemos y valoramos, y que no obstante muchas veces dejamos a un lado por lo que es trivial, superficial o arrogante.”

Mis amados hermanos y hermanas, y amigos. He rogado con fervor que ustedes entiendan las palabras que les dirigiré en esta ocasión con el espíritu con el que tengo la intención de hacerlo. Por tanto, busco su fe y sus oraciones en mi favor.

Jesús de Nazaret describió Su obra fundamental al decir: “… esta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (1). Su obra se lleva a cabo por medio de Su Evangelio, el cual conlleva la marca distintiva del Salvador mismo. Humildemente, deseo hablar de la esencia del Evangelio. El Salvador enseñó que la justicia, la misericordia y la fe son “lo mas importante de la ley” (2).

Deseo declarar manifiestamente que los mandamientos de Dios deben observarse a fin de recibir las bendiciones y las promesas del Salvador. Los Diez Mandamientos siguen siendo parte primordial del Evangelio de Cristo; con Su venida, llegaron nueva luz y vida que brindan una mayor medida de regocijo y de felicidad. Jesús introdujo una norma mas elevada y mas difícil de conducta humana, la cual es mas sencilla así como también mas difícil por motivo de que se centra en requisitos internos en lugar de externos: Haz con los demás lo que quieras que los demás hagan contigo (3). Ama a tu prójimo como a ti mismo (4). Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra (5). Al que quiera quitarte la túnica, déjale también la capa. (6). Perdona, no solo una vez, sino aun hasta setenta veces siete (7). Esa era la esencia del nuevo Evangelio, con mas énfasis en el harás que en el no harás. Se le. dio mas albedrío moral a cada uno.

José Smith, el Profeta de la dispensación del cumplimiento de los tiempos, estableció la Iglesia mediante la revelación como el receptáculo de la verdad del Evangelio. El trajo a la Iglesia mas luz, mas calidez y mas regocijo por conducto de las numerosas y sublimes revelaciones que recibió, como por ejemplo, la forma en la que debe ejercerse el sacerdocio: “Ningún poder o influencia se puede ni se debe mantener en virtud del sacerdocio, sino por persuasión, por longanimidad, benignidad, mansedumbre y por amor sincero” (8). Si se vive esta elevada norma de conducta, se cumplirá la promesa: “… existen los hombres para que tengan gozo” (9).

“A lo largo de los siglos, el dogmatismo, la coacción y la intolerancia han contaminado con demasiada frecuencia el agua viva del Evangelio que nos sacia eternamente la sed espiritual. (10). El Salvador exclamó en Sus tiempos: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo mas importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.

“¡ Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!” (11)

Del mismo modo, Pablo dijo: “… porque la letra mata, mas el espíritu vivifica” (12).

No sólo debemos evitar el mal y no sólo debemos hacer el bien, sino lo mas importante es que debemos hacer lo que es de mayor valor. Debemos concentrarnos en las cosas internas del corazón, las que intuitivamente conocemos y valoramos, y que no obstante muchas veces dejamos a un lado por lo que es trivial, superficial o arrogante.

Los principios salvadores y las doctrinas de la Iglesia están establecidos, son fijos e inmutables. La obediencia a ellos es indispensable para tener “la paz en este mundo y la vida

eterna en el mundo venidero” (13). Sin embargo, la forma en que la Iglesia administra los complejos y variados retos por todo el mundo cambia de vez en cuando. Bajo la guía de Profetas vivientes, se instituyen nuevas pautas y nuevos procedimientos. Acojo encantado esos inspirados cambios, puesto que constituyen una prueba de la veracidad del Evangelio restaurado.

Pero tengo mis temores de que algunos miembros consideren que las pautas y los procedimientos son tan importantes como las leyes eternas e inmutables del Evangelio tales como: “No cometerás adulterio” (14). En lugar de alguna definición legalista del adulterio, la indicación mas esclarecida del Salvador es que el pensamiento engendra la acción: el “que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (15).

¿ Quien decide lo que es correcto y lo que es incorrecto en determinadas circunstancias? ¿Quien tiene la responsabilidad de emitir un fallo moral? Guando se trata de personas maduras, desde luego, esta descansa sobre cada persona. En el caso de los niños, la responsabilidad de dar orientación moral descansa sobre los padres; ellos conocen el modo de ser. el entendimiento y la inteligencia de cada hijo. Los padres pasan toda una vida procurando establecer y mantener una buena comunicación con cada uno de sus hijos. Ellos se encuentran en el lugar mas ventajoso para tomar las decisiones morales fundamentales con respecto al bienestar de sus vástagos. Los principios mas elevados del Evangelio -la justicia, la misericordia y la fe- son muy importantes en todas las relaciones familiares.

Hace muchos años, cuando yo era obispo, un concienzudo padre de familia fue a pedirme consejo; pensaba que las muchas y frecuentes actividades de la Iglesia dificultaban el reunirse en familia tan a menudo como el y su esposa lo consideraban necesario, y los hijos tenían la idea de que no eran leales a la Iglesia si no participaban plenamente en todas las actividades recreativas. Le dije que las actividades de la Iglesia existían para ayudarles a el y a su esposa a criar a sus hijos y que ellos, los padres, tenían no sólo el derecho sino también el deber de determinar la medida de la participación de sus hijos en las actividades sociales. La unidad, la solidaridad y la armonía de la familia deben conservarse. Después de todo, la familia es la unidad básica y permanente de la Iglesia.

Hay tres fuentes de orientación para emitir juicios morales. La primera es la orientación del Espíritu Santo. Ésta es siempre una guía infalible para los que se han bautizado y han recibido este don divino. La segunda fuente es el sabio consejo de los lideres del sacerdocio a los que el Señor ha instituido para guiarnos. La tercera es que la constante demostración de amor debe templar todos nuestros fallos. A veces, eso significa disciplina.

Una vez le preguntaron al profeta José Smith cómo gobernaba a tan diversas personas, a lo que el respondió: “Les enseño principios correctos y ellas se gobiernan a sí mismas” (16). Esa declaración es tan vigente hoy en día como lo fue en la época de José. Debemos escuchar y obedecer al Profeta viviente de la Iglesia. El presidente Romney lo expreso con elocuencia:

“Es fácil creer en los Profetas que han muerto, pero es mas importante creer en los Profetas vivientes. Les daré un ejemplo.

“Un día, cuando vivía el presidente Grant, me hallaba en mi despacho, al otro lado de la calle, después de una conferencia general, y fue a verme un hermano, un hombre de edad; se encontraba muy disgustado por lo que en esa conferencia habían dicho algunas de las Autoridades Generales, incluso yo mismo. Por su forma de hablar, me di cuenta de que provenía de un país extranjero. Tras haberle tranquilizado lo suficiente para que me escuchara, le pregunte: “Por que vino usted a este país?”

“’Vine porque un Profeta de Dios me dijo que viniera’.

“¿ Quien fue el Profeta?’, proseguí.

“’Wilford Woodruff’.

“’¿Cree usted que Wilford Woodruff fue un Profeta de Dios?’

“’Sí’, contestó.

“” Cree que el sucesor de el, el presidente Lorenzo Snow, fue un Profeta de Dios?’

“‘ Sí, claro que Sí’.

“” Cree que el presidente Joseph F. Smith fue un Profeta de Dios?’

“’Si, señor’.

“Entonces le hice la pregunta mas impportante, ¿Cree que Heber J. Grant es un Profeta de Dios?’

“El contesto: ‘Creo que debe callarse la boca con respecto a la ayuda a la gente de edad’” (17).

Hoy día tenemos un Profeta viviente, el presidente Gordon B. Hinckley, al que sostenemos como el Profeta de nuestros días. El nos ha amonestado a “defender públicamente las normas morales en un mundo en el que la indecencia, lo sórdido y vulgar, la pornografía y toda la maldad que de estos se

desprende nos azota como una tempestad”. Nos ha aconsejado: “Defiendan la integridad en sus negocios, en su profesión, en el hogar, en la sociedad de la que son parte” (18).

En efecto, las normas morales deben guardarse. En gran medida, los que son desobedientes se castigan a si mismos. Como lo dijo el Señor por medio de Jeremías: “Tu maldad te castigara, y tus rebeldías te condenaran …” (19).

Aquellos a los que se les ha confiado la responsabilidad de juzgar a otras personas en el Reino de Dios deben asegurarse de que la Iglesia permanezca limpia a fin de que las aguas vivas de la vida fluyan libremente, sin obstáculos.

No obstante, la verdadera religión no anda principalmente en busca de debilidades, de faltas y errores sino que es el espíritu de fortalecer y de pasar por alto las faltas de los demás tal como quisiéramos que nuestras propias faltas fueran pasadas por alto. Si concentramos toda nuestra atención en lo que pueda estar mal en lugar de en lo que pueda estar bien, perdemos la belleza sublime y la esencia del agradable Evangelio del Maestro.

La justicia, lo mas importante de la ley, que mencionó el Salvador, no puede separarse de las otras dos: la misericordia y la fe. Shakespeare escribió de “la cualidad de la clemencia [o misericordia]”. Hablando por medio de Porcia, dijo: “… rogamos para solicitar clemencia, y este mismo ruego, mediante el cual la solicitamos, nos enseña a todos que debemos mostrarnos clementes con nosotros mismos” (20). Soy franco al admitir que, cuando digo mis oraciones, no pido justicia; pido misericordia.

Uno de los grandes ejemplos de misericordia de nuestra época fue la que el profeta José Smith manifestó a W. W. Phelps durante las dificultades que pasaban los santos en el estado de Misuri. El élder Phelps cayó en la apostasía. Tras haber recibido los bofetones de Satanás, el 29 de junio de 1840, mientras se encontraba en Dayton, Ohio, W. W. Phelps escribió al profeta José Smith:

“He llegado a ver la insensatez de mi proceder, y tiemblo al comprender que he estado al borde del abismo espiritual … Deseo arrepentirme y vivir, y pido a mis antiguos hermanos que me perdonen, y aunque me castiguen hasta la muerte, aun así moriré con ellos, porque su Dios es mi Dios. El lugar mas pequeño con ellos basta para mi, si, este es mas grande y mejor que toda Babilonia …

“… He hecho mal y lo lamento … No he andado junto con mis amigos según mi santa unción. Pido perdón en el nombre de Jesucristo a todos los santos, porque haré lo correcto con la ayuda de Dios. Deseo su fraternidad; si no pueden concedérmela, denme su paz y su amistad, porque somos hermanos, y nuestro compañerismo era muy placentero” (21).

A esa carta, el profeta José respondió:

“Cierto es que hemos padecido mucho a causa de su comportamiento. La copa de hiel, ya colmada … de cierto rebosaba ya cuando usted se volvió contra nosotros; usted, con quien tantas veces nos hemos sentado en afable consejo, y disfrutado del sustento del Señor: ‘si hubiera sido un enemigo, lo habríamos soportado …’

“Sin embargo, la copa se ha bebido, la voluntad de nuestro Padre se ha cumplido, y todavía estamos con vida … Y habiendo sido librados de manos de hombres inicuos por la misericordia de nuestro Dios, decimos que es el privilegio de usted ser librado de los poderes del adversario … y ocupar de nuevo su lugar entre los santos del Altísimo, y mediante la diligencia, la humildad y el amor sincero, encomiéndese usted a nuestro Dios, y su Dios, y a la Iglesia de Jesucristo.

“Creyendo que su confesión es real y su arrepentimiento, sincero, me sentiré feliz de extenderle de nuevo nuestra mano de hermandad y de regocijarme con el regreso del hijo pródigo …

“Venga, querido hermano, puesto que la guerra ha terminado,

“’y los que fueron amigos una vez vuelven a serlo al final’.

“Su amigo de siempre, José Smith, hijo” (22).

W. W. Phelps permaneció leal y fiel, y escribió la letra del maravilloso himno “Loor al Profeta”, con lo que manifestó públicamente su gran afecto y admiración por el profeta José:

Al gran Profeta rindamos honores.

Fue ordenado por Cristo Jesús

a restaurar la verdad a los hombres

y entregar a los pueblos la luz. (23).

La fe de niño de un seguidor del divino Cristo es un don espiritual superlativo que pueden poseer tanto los jóvenes como los mayores. En los primeros días de la Iglesia, un niño de diez años llamado Will Cluff, que vivía en Nauvoo y que tenía una fe notable y pura, tuvo una experiencia que a muchos de nosotros nos tocara muy de cerca:

Su familia era pobre y tenían tan sólo una vaca de la que dependían para su sustento. En la primavera de 1842, la vaca se alejó y se perdió. Una noche de agosto el padre llegó a casa muy cansado y desalentado. Tanto el como los hermanos de Will habían pasado gran parte del verano buscando la vaca. Will le dijo: “Padre, si me dejas que lleve a Charley (un viejo caballo), iré a buscar la vaca y la encontrare”. El, a regañadientes, se lo permitió.

Temprano a la mañana siguiente, Will partió rumbo a “Big Mound”, que se hallaba como a cuatro kilómetros y medio hacia el este, en la llanura. Allí había arreado vacas muchas veces con otros chicos de Nauvoo. Se bajó del caballo y, mientras lo sostenía de la brida, se arrodilló y le pidió fervientemente al Señor que le indicara que camino debía tomar para hallar la vaca. Volvió a montar y se dirigió hacia el sur, el rumbo que había sentido la impresión de seguir aun cuando por ahí había numerosas manadas de ganado por todos lados.

Después de haber recorrido unos pocos kilómetros por la pradera y de haber pasado junto a cientos de cabezas de ganado. Will llegó a una cerca; desmontó, bajó la empalizada, hizo pasar el caballo, volvió a subir la empalizada y siguió cabalgando unos tres kilómetros mas por la campiña. Otra vez se encontró en una llanura abierta con numerosas manadas de ganado por todas partes. Tras haber recorrido cierta distancia por allí, llegó directamente a donde estaba la vaca de la familia, pastando sola, separada de los demás animales.

Entonces, el niño comenzó a arrearla en dirección a la ciudad, a la que llegó ya entrada la noche lleno de alegría y de agradecimiento a su Padre Celestial. (24).

Me temo que algunos de nuestros mayores pecados sean pecados de omisión. Estas son algunas de las cosas mas importantes de la ley que el Salvador dijo que no podíamos dejar sin hacer. (25). Se trata de los actos de consideración y de bondad que no realizamos y que nos hacen sentir culpables por no haberlos llevado a cabo.

Recuerdo que cuando yo era pequeño y estaba en la granja durante los días mas calurosos del verano, mi abuela Mary Finlinson cocinaba deliciosas comidas en la cocina de leña. Cuando se vaciaba la caja de los leños que estaba junto a la cocina, la abuela, sin decir palabra, la llevaba afuera hasta el montón de maderos de cedro, la llenaba, y volvía a la casa con la pesada caja. Yo era tan insensible y me interesaba tanto en la conversación de los que estaban en la cocina, que me quedaba allí sentado mientras mi querida abuela iba en busca de la leña. Me avergüenzo de mí mismo y he lamentado aquella omisión durante toda mi vida. Espero pedirle perdón a la abuela algún día.

Nos indican el camino al reino de Dios las propias palabras del Salvador. El dijo: “Se ha acercado a vosotros el reino de Dios” (26) y “el reino de los cielos se ha acercado” (27). De la misma forma se nos indica el camino al reino de Dios en la tierra.

Los que manifiestan justicia, misericordia, fe y perdón exteriorizan una grandeza de alma y de mente que esta en armonía con el espíritu de las enseñanzas y del ejemplo del Señor. Este Evangelio mas elevado hace preciso el que escudriñemos dentro de nuestra propia alma, porque no podemos engañar al Señor. Se nos dice que “el guardián de la puerta es el Santo de Israel; y allí el no emplea ningún sirviente” (28). Los que poseemos el Santo Apostolado siempre deseamos cumplir nuestra responsabilidad al testificar de la divinidad del Salvador. Me siento impelido a hacerlo. He tenido un testimonio toda mi vida. Sin embargo, últimamente, ha llegado a mi alma un potentísimo testimonio de la divinidad de esta santa obra. Este testimonio irrefutable es mas firme que nunca antes en mi vida. De esto testifico en el nombre de Jesucristo. Amén.

  1. Moisés 1:39.

  2. Mateo 23:23.

  3. Véase Mateo 7:12.

  4. Véase Mateo 22:37-39.

  5. Véase Lucas 6:29.

  6. Véase Mateo 5:40.

  7. Véase Mateo 18:21-22.

  8. D. y C. 121:41.

  9. 2 Nefi 2:25.

  10. Véase Juan 4: 14.

  11. Mateo 23:23-24.

  12. 2 Corintios 3:6.

  13. D. y C. 59:23.

  14. Exodo 20:14.

  15. Mateo 5:28.

  16. Citado en Journal of Discourses 10:57-58.

  17. En “(Conference Report”, abril de 1953, pág. 125.

  18. “Stand Up for Truth”, BYU Devotional, “Marriott Center”, 17 de septiembre de 1996.

  19. Jeremías 2:19.

  20. “El mercader de Venecia”, Acto IV, Escena primera, Aguilar, S. A. de Ediciones, Madrid, 1967, pág. 1079.

  21. History of the Church, 4:142.

  22. History of the Church, 4:163-164.

  23. Himnos, N* 15.

  24. Adaptado de W. W. Cluff, “Boy s Faith”, en Especially for Mormons, comp. Stan y Sharon Miller, 5 volúmenes 1973, 2:115-116.

  25. Véase Mateo 23:23.

  26. Lucas 10:9.

  27. Mateo 4:17.

  28. 2 Nefi 9:41.