1990–1999
“A los hambrientos colmo de bienes”
Octubre 1997


“A los hambrientos colmo de bienes”

“Todo en el Evangelio nos enseña que podemos cambiar si es necesario que lo hagamos, que podemos recibir ayuda si en verdad la deseamos, que podemos ser sanados cualesquiera que hayan sido los problemas del pasado.”

Hace un tiempo, lei una composición que hablaba del “hambre metafisico” (1) que hay en el mundo. El autor insinuaba que el alma del hombre y de la mujer se estaba muriendo, por así decirlo, debido a la carencia de alimento espiritual en la actualidad. Esa frase, “hambre metafisico”, acudió otra vez a mi mente el mes pasado al leer los numerosos y bien merecidos tributos otorgados a la Madre Teresa, de Calcuta. Un corresponsal aludio a la ocasión en que ella dijo que no obstante lo severo y doloroso que era el hambre fisico en nuestros diasChabiendo dedicado casi toda su vida a mitigarloCaun así, ella creia que la falta de fortaleza espiritual, la escasez de alimento espiritual, era incluso un harmbre mas horrendo en el mundo de hoy.

Esas observaciones me hicieron recordar la temible profecia del profeta Amós, quien dijo hace tiempo: “He aqui vienen dias, dice Jehova el Señor, en los cuales enviare hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oir la palabra de Jehova” (2).

A medida que el mundo avanza perezosamente hacia el siglo veintiuno, muchos añoran algo y a veces lo piden a gritos, pero con demasiada frecuencia no saben con certeza lo que quieren. La situación económica del mundo, hablando en sentido general y no especifico, probablemente sea mejor que en cualquier otra época de la historia, pero el corazon humano aun esta intranquilo y muchas veces agobiado con demasiado estres. Vivimos en la “era de la información”, en la cual tenemos, literalmente al alcance de la mano, un mundo lleno de datos; no obstante, para muchas personas, el significado de esa información y la satisfacción que viene de utilizar el conocimiento en algun contexto moral parecen estar cada vez mas alejados que nunca.

El precio de edificar en cimientos tan inciertos es demasiado alto: muchas vidas se es tan derrumbando cuando llegan las tormentas y rugen los vientos (3). Casi por todos lados vemos a aquellos que no están satisfechos con las comodidades que tienen debido al temor constante de que otros, en alguna parte, tengan mas que ellos. En un mundo que tan desesperadamente necesita un liderazgo moral, con demasiada frccuencia vemos a lo que Pablo se refirio como la maldad espiritual en lugares elevados (4). De manera absolutamente aterradora, vemos a muchos que dicen que están aburridos de sus conyuges, de sus hijos y de cualquier sentido de responsabilidad matrimonial o paternal que tengan hacia ellos. Y hay otros que, yendo a toda velocidad por el camino sin salida de los placeres fisicos, exclaman que ellos de verdad vivir’n solo de pan, y que cuanto mas tengan, mejor. Lo sabemos por una fuente fidedigna, de hecho, del Verbo mismo, que el pan soloCaunque sea muchoCno es suficiente (5).

Durante el ministerio del Salvador en Galilea, El reprendio a aquellos que se habian enterado de que El habia dado de comer a los cinco mil con solo cinco hogazas de pan y dos pescados, y que ahora acudian a El para que también les diera de comer gratis. Ese alimento, no obstante que era esencial, era secundario en comparacion con la verdadera nutrición que El trataba de darles.

“Vuestros padres comieron el mana en el desierto, y murieron”, les exhorto. “Yo soy el pan vivo que descendioS del cielo; si alguno comiere de este pan, vivira para siempre”.

Pero esa no era la comida por la que habian venido, y el registro dice: “Desde entonces muchos de sus discipulos volvieron atras, y ya no andaban con el” (6).

Ese breve relato expresa hasta cierto grado el peligro de nuestros dias. Y es que con nuestro actual exito y conocimiento avanzado, nosotros, también, quizas nos alejemos del vitalmente crucial pan de vida eterna; tal vez en realidad elijamos estar espiritualmente mal nutridos, entregandonos intencionalmente a cierta clase de anorexia espiritual. Quizas, al igual que los pueriles galileos de antaño, le hagamos el desaire al sustento divino que pongan frente a nosotros. Naturalmente, la tragedia de aquel entonces, como la dc ahora, cs que un día. tal como cl Señor mismo lo ha dicho, “a la hora en que menos lo penseis, el verano habra pasado y la siega habra terminado”, sólo para descubrir que “[nuestras] almas [están] sin salvar” (7).

Me he preguntado esta mañana si entre los que me escuchan hay alguno que piense que el o ella o sus seres queridos están demasiado ocupados en las cosas triviales, están en busca de algo mas substancial y pre guntan, junto con el joven prospero de las Escrituras: “lQue mas me falta?” (8). Me he preguntado si esta mañana alguien ha estado “errante de mar a mar”, corriendo “desde el norte hasta el oriente” (9) como dijo el profeta Amos, fatigado por el acelerado ritmo de la vida o por tratar de igualar el nivel de vida que llevan los vecinos antes de que estos tengan que sacar otro prestamo para pagar sus deudas. Me pregunto si personas como estas están escuchando la conferencia con la esperanza de encontrar la respuesta a un problema sumamente personal o para recibir esclarecimiento con respecto a las dudas mas serias de su corazon. Tales problemas o preguntas tal vez tengan que ver con el matrimonio, la familia, los amigos, la salud, la paz o la obvia carencia de esas preciadas posesiones.

Es a esas personas que buscan soluciones a sus problemas a quienes deseo dirigirme esta mañana. Sin importar donde vivan, la edad que tengan o la situacion en que se encuentren, les declaro que mediante Su Hijo Unigenito, Dios ha quitado el hambre al que Amós hizo referencia. Testifico que el Señor Jesucristo es el Pan de Vida y la Fuente de Agua Viva que salta para vida eterna. Declaro a aquellos que son miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Dias, y especialmente a aquellos que no lo son, que nuestro Padre Celestial y Su amado Hijo Primogenito si aparecieron al joven profeta José Smith y restauraron la luz y la vida, la espcranza y la direccitSn a un mundo extraviado, un mundo lleno de personas que se preguntan: “iDonde esta la esperanza? tDonde esta la paz? iCual sendero debo seguir? lQue camino he de seguir?”

A pesar de los caminos que se hayan tomado o no se hayan tomado, esta mañana deseamos ofrecerles “el camino, y la verdad, y la vida” (10). Los invitamos a experimentar la aventura de los primeros discipulos de Cristo, quienes también añoraban el pan de vida, de aquellos que no se alejaron de El, sino que permanecieron con El, y quienes reconocieron que, para tener seguridad y salvación, no habia ningún otro a quien pudieran ir jamas”(11).

Recordaran que cuando Andres y otro discipulo, probablemente luan, oyeron por primera vez a Cristo, se sintieron tan conmovidos y atraidos hacia Jesús que lo siguieron cuando El se alejó de la multitud. Al darse cuenta de que le seguian, Cristo se volvió y les preguntó: “iQue buscais?” (12). Otras traducciones lo han interpretado simplemente como “iQue deseais?” Ellos respondieron: “i Dónde moras ? “o “i Dónde vives?”. Cristo sólo dijo: “Venid y ved” (13). En breve, El formalmente llamo a Pedro y a otros Apóstoles nuevos extendiendoles la misma invitación y diciendoles: “Venid en pos de mi” (14).

Pareceria que la esencia de nuestra jornada terrenal y que las respuestas a las preguntas mas importantes de la vida quedan comprendidas en estos dos breves elementos de los primeros acontecimientos del ministerio terrenal del Salvador. Uno de ellos es la pregunta que se hace a cada uno de los que vivimos en esta tierra “iQue buscais? iQue deseais?”. El segundo elemento es la forma en que

Cristo responde a nuestra respuesta, no importa cómo hayamos respondido. Quienquiera que seamos y cualquiera sea nuestra contestación, la respuesta de El es siempre la misma: “Venid”, dice con amor. “Venid en pos de mi”. A dondequiera que vayas, primeramente ven y ve lo que yo hago, en dónde y cómo paso mi tiempo; aprende de Mi, camina conmigo, habla cOnmigo y ctee. Escuchamc orar, y encontraras respuesta a tus propias oraciones. Dios dara descanso a tu alma. Ven, sigueme.

Al unisono y de comun acuerdo, nosotros testificamos que el Evangelio de Jesucristo es el unico medio para satisfacer el monumental hambre espiritual y saciar la enorme sed espiritual. Unicamente Aquel que fue mortalmente herido sabe cómo sanar nuestras heridas de hoy; sólo Aquel que estaba con Dios, y que era Dios (15), puede dar respuesta a las preguntas mas serias y urgentes de nuestra alma. Sólo Sus brazos todopoderosos habrian podido abrir las puertas de la prisión de la muerte, que de otro modo nos habrian tenido cautivos para siempre. Unicamente sobre Sus hombros triunfantes podremos entrar en la gloria celestial, si tan sólo elegimos hacerlo a traves de nuestra fidelidad.

A aquellos que tal vez piensen que de alguna forma hayan perdido su lugar a la mesa del Señor, les decimos otra vez, junto con el profeta José Smith, que Dios tiene “una disposición para pcrdonar” (16), que Cristo es “misericordioso y piadoso, lento para la ira, lleno de longanimidad y comprensión” (17). Siempre me ha gustado que cuando Mateo registra el gran mandato de Jesús: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que esta en los cielos es perfecto” (18), Lucas anade el comentario adicional del Salvador: “Sed, pues, misericordiosos, como tambicn vuestro Padre es misericordioso” (19), como para insinuar que la misericordia es por lo menos un sinonimo de la perfección que Dios tiene y la cual debemos esforzarnos por lograr. La misericordia, con la virtud hermana del perdón, es el nvicleo mismo de la expiación de Jesucristo y del eterno plan de salvación. Todo en el Evangelio nos enseña que podemos cambiar si es necesario que lo hagamos, que podemos recibir ayuda si en verdad la deseamos, que podemos ser sanados cualesquiera que hayan sido los problemas del pasado.

Ahora bien, si se sienten demasiado debiles espiritualmente para participar del manjar del Señor, por favor recuerden que la Iglesia no es un monasterio para personas perfectas, aunque todos deberiamos esforzarnos por ir por el camino de la rectitud. No, por lo menos un aspecto de la Iglesia se parece mas a un hospital o a una estación de auxilio, provisto para aquellos que están enfermos y quieren recuperarse, donde uno puede recibir una infusión de alimento espiritual y un abastecimiento de agua viva a fin de seguir adelante.

A pesar de las tribulaciones de la vida y de cuan alarmante nos parezca el futuro, testifico que contamos con ayuda para el trayecto: tenemos el Pan de Vida Eterna y la Fuente de Agua Viva. Cristo ha vencido al mundoCnuestro mundoCy Su don para nosotros es la paz ahora y la exaltación en el mundo venidero (20). El requisito fundamental es tener fe en El y seguirle … para siempre. Cuando nos exhorta a andar en Sus caminos y en Su luz, es porque El ha andado por ellos antes, haciendo que sean seguros para

nosotros. El sabe dónde están las piedras afiladas y de tropiezo, donde están los peores cardos y espinos. El sabe dónde es peligroso el camino y que rumbo debemos seguir cuando haya una bifurcación y caiga la noche. El sabe todo eso, como dice Alma en el Libro de Mormón, porque ha sufrido “dolores, aflicciones y tentaciones de todas clases … para que … sepa cómo socorrer a los de su pueblo, de acuerdo con las enfermedades de ellos” (21). “Socorrer” significa literalmente “correr hacia”. Testifico que en mis temores y debilidades, el Salvador por cierto ha corrido hacia mi. Nunca podre agradecerle lo suficiente Su misericordia y cuidado.

El presidente George Q. Cannon dijo en una ocasión: “No importa cuan duras sean las pruebas, cuan profunda la congoja, cuan grande la aflicción, [Dios] jamcis nos desamo parara; nunca lo ha hecho y nunca lo hara. No puede hacerlo, ya que va en contra de Su naturaleza. Es un Ser inmutable … El nos sostendra. Tal vez pasemos por el fuego purificador, por aguas profundas, pero no seremos consumidos ni vencidos. De todas estas pruebas y dificultades saldremos mejores y mas puros, si tan sólo confiamos en nuestro Dios y guardamos Sus mandamientos” (22).

Aquellos que reciban al Señor Jesucristo como la fuente de su salvación siempre descansaran en delicados pastos no importa cuan arido y desolado haya sido el invierno. Y las aguas que los refresquen siempre seran aguas de reposo no importa cuan turbulentas sean las tormentas de la vida. Al andar por Sus senderos de justicia, confortara para siempre nuestras almas, y aunque ese sendero nos lleve, tal como a El, por el valle mismo de la sombra de muerte, aun así no temeremos mal alguno. La vara de Su sacerdocio y el cayado de Su espíritu siempre nos consolaran. Y cuando, durante nuestros esfuerzos, nos de hambre y sed, El nos preparara un verdadero manjar, aun en presencia de nuestros enemigosCenemigos contemporaneos entre los cuales podrian contarse el temor o los problemas familiares, enfermcdad o penas personales de cientos de clases diferentes. En un acto culminante de compasión, en esa cena El unge nuestra cabeza con aceite y pronuncia una bendición de fortaleza para nuestra alma. Nuestra copa rebosa con Su bondad y nuestras lagrimas rebosan de gozo. Lloramos al saber que tal bondad y misericordia nos seguiran todos los dias de nuestra vida, y que, si así lo deseamos, moraremos en la casa del Señor para siempre (23).

Esta mañana ruego que todos los que tengan esta clase de hambre y sed, y que a veces anden errantes, oigan esta invitación de Aquel qtle es el Pan de Vida, la Fuente de Agua Viva, el Buen Pastor de todos nosotros, el Hijo de Dios: “Venid a mi todos los que estais trabajados y cargados … y hallareis descanso para vuestras almas” (24). En verdad a “los hambrientos colm[a] de bienes”, tal como lo testificó Maria, su propia madre (25). Vengan a saciarse a la mesa del Señor en lo que testifico es Su Iglesia verdadera y viviente, dirigida por un Profeta verdadero y viviente, el presidente Gordon B. Hinckley, a quien tendremos ahora el placer de escuchar. Ruego por estas bendiciones y doy testimonio de estas verdades en el sagrado y santo nombre del Señor Jesucristo. Amen.

  1. Arthur Hertzberg, citado por Harold B. Lee en Stand Ye in Holy Places, 1975, pág. 349.

  2. Amós 8:11.

  3. Vease Mateo 7:24-29.

  4. Efesios 6:12.

  5. Vease Mateo 4:4; Juan 1: 1.

  6. Vease Juan 6:26, 49, 51, 66.

  7. D. y C. 45:2. Vease también Jeremías 8:20.

  8. Mateo 19 20.

  9. Amos 8:12.

  10. Juan 14:6.

  11. Vease Juan 6:68.

  12. Iuan 1:38.

  13. Juan 1:39.

  14. Mateo 4:19.

  15. Vease Juan 1:1.

  16. Lectures on Faith, pág. 42.

  17. 1bid., pág. 42.

  18. Mateo 5:48.

  19. Lucas 6:36.

  20. Vease D. y C. 59:23.

  21. Alma 7:11-12.

  22. “Freedom of the Saints”, en Brian H. Stuy, compilacion, Collected Discourses, i tomos. (1987-92), tomo 2, pág. 185.

  23. Vease Salmos 23.

  24. Mateo 11:28-29.

  25. Vease Lucas 1:53.