1990–1999
La Importancia De Recibir Un Testimonio Personal
Octubre 1994


La Importancia De Recibir Un Testimonio Personal

“Nuestro testimonio proporciona una luz orientadora que nos guía hacia un cometido que dirige nuestra conducta y nuestra forma de vida.”

Mis queridos hermanos, esta mañana fue una ocasión histórica y, para mi, un gran honor y privilegio unirme a ustedes en asamblea solemne para sostener al presidente Howard W. Hunter como Profeta, Vidente y Revelador, y Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Al levantar la mano para sostener al Profeta, es importante que cada uno de nosotros tenga un testimonio personal de que Dios vive y de que Jesús es el Cristo, quien dirige a Su Iglesia en la actualidad por medio del Profeta que El mismo ha elegido.

El testimonio lo recibimos por medio del don y el poder del Espíritu Santo. El testimonio que recibimos y llevamos en nuestro interior nos permite mantener un curso estable en tiempos de prosperidad y vencer las dudas y el temor en épocas de adversidad. Todos debemos saber que es un testimonio, como obtenerlo y cuales son nuestras responsabilidades una vez que lo hayamos recibido.

Un testimonio es el espíritu de profecía (véase Apocalipsis 19:10). Es una revelación personal de Dios, que nos revela la veracidad del Evangelio de Jesucristo. Un testimonio se recibe por medio del Espíritu Santo, dejando una profunda y perdurable huella en nuestra alma.

Los testimonios personales son el cimiento y la fortaleza de la lglesia. Nuestro testimonio proporciona una luz orientadora que nos guía hacia un cometido que dirige nuestra conducta y nuestra forma de vida. Nuestro testimonio es el norte certero de nuestra brújula espiritual; es una fuerza impulsante que no se puede ver pero se puede sentir; es un ardor interior que nos dice lo que esta bien; es cuando “el corazón nos hace saber lo que la mente desconoce” (Harold B. Lee, “Be Loyal to the Royal within You”, Speeches of the Year: BYU Devotional and Ten Stake Fireside Addresses 1973, Provo: Brigham Young University Press, 1973, pág. 101).

Nuestro testimonio es el fruto de la obediencia y se recibe en forma de paz, de gozo y por medio de la comprensión de los principios del evangelio en nuestro corazón. Un testimonio es “el escudo de la fe con el cual podréis apagar todos los dardos encendidos de los malvados” (DyC. 27:17).

Nuestro testimonio es una medida de nuestra fe; la fe es testimonio; el testimonio es fe. El tener un firme testimonio nos permite ayudar a los demás en su búsqueda de la verdad. Nuestro testimonio es un don de Dios y se debe expresar, pero no tenemos la autoridad de conferir un testimonio a otra persona, ya que sólo el Espíritu Santo puede concederlo. El puede ayudar a los demás a obtener conocimiento por si mismos, un conocimiento que mora en el corazón y que no deja lugar para dudas.

Nuestro testimonio es el conocimiento de quienes somos: hijos de Dios; de donde venimos: de la presencia de nuestro Padre Celestial; y a dónde iremos eternamente si somos fieles: de regreso a la presencia de nuestro Padre Celestial. Todos debemos obtener un testimonio como este a fin de que soportemos las pruebas y las adversidades de la vida terrenal y alcancemos el glorioso futuro eterno que todos deseamos.

Hoy nos regocijamos en sostener al nuevo Presidente de la Iglesia, quien declaro:

“Durante estos días pasados y en estas ultimas horas, he obtenido una gran fortaleza en el testimonio perdurable que tengo de que esta es la obra de Dios y no del hombre, y de que Jesucristo es la cabeza autorizada y viva de esta Iglesia, y de que El la guía tanto de palabra como de hecho” (“El rastro del águila”, Liahona, septiembre de 1994, pág. 2).

De la vida y las enseñanzas de los profetas de Dios, )que aprendemos acerca del testimonio? Aprendemos que el testimonio es algo sumamente personal, y que por medio del Espíritu Santo todos podemos obtener un testimonio de la verdad.

En esta dispensación, catorce hombres han presidido La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; y cada uno de ellos ha tenido un testimonio inmutable de la existencia de Dios, de la divina verdad de que Jesucristo es el Hijo de Dios, de la veracidad del evangelio, del Libro de Mormón y del llamamiento del profeta José Smith. )Cómo lograron ellos sus testimonios? )Podemos obtener nosotros un testimonio en la misma forma?

Nos es familiar la visión que recibió el profeta José Smith y la manera en que obtuvo un testimonio de Dios el Padre y de Su Hijo Jesucristo. José Smith tuvo serias reflexiones acerca de las religiones de su época; el leyó en las Escrituras que si tenía falta de sabiduría, podía pedirla a Dios, y le seria concedida. Este pasaje de las Escrituras que se encuentra en Santiago 1:5 penetró su corazón con inmenso poder y le conmovió sobremanera. José meditó en el pasaje una y otra vez; por ultimo, se retiró al bosque para expresar en humilde oración el deseo de su corazón para seguir las instrucciones dadas por Santiago: pedir a Dios.

Tal como se lo testificamos al mundo con humildad, en contestación a su oración se le aparecieron a José Smith el Dios Eterno de los cielos y de la tierra y Su Unigénito, el Salvador y Redentor de toda la humanidad. Ellos se le aparecieron a este joven, quien, ante los ojos del mundo, parecía ser un simple muchacho, y en unos breves momentos le revelaron mas acerca de la verdadera naturaleza de Dios que toda la que ya existía entre las iglesias y creencias religiosas del mundo. El joven profeta, José Smith, supo entonces que Dios el Padre y Jesucristo eran dos personajes distintos, que ambos poseían cuerpos de carne y huesos y que se podían manifestar a Sus profetas elegidos tal como lo hicieron con los profetas de la antigüedad. El testimonio vivienteCla revelación personalCes la piedra fundamental de la verdadera religión.

José Smith selló su testimonio con su propia sangre. El martirio del Profeta fue una aceptación voluntaria de su muerte para sellar el testimonio del Libro de Mormón y de Doctrina y Convenios (véase D. y C. 135:1) y para dar testimonio sagrado de Jesucristo y de Su evangelio en esta dispensación. Nosotros no damos nuestro testimonio y nuestra vida de la misma manera en que José Smith, el profeta martirizado, dio la suya; en vez de ello, damos testimonio a diario en nuestra vida por medio del servicio que prestamos a los demás con el fin de elevarlos y fortalecerlos.

Cada uno de los profetas que le ha sucedido a José Smith en esta dispensación obtuvo un testimonio en forma personal mediante los mismos principios básicos que se aplican a cualquier otra persona. Si reflexionamos con detenimiento sobre la vida de ellos, descubriremos el proceso por el cual se obtiene un testimonio. Por ejemplo, el presidente Brigham Young recibió un testimonio de la veracidad del Libro de Mormón después de dos años de estudiosa consideración. El presidente John Taylor necesitó sólo tres semanas para descubrir que el Evangelio restaurado de Jesucristo comprendía la verdadera religión que existió antiguamente, tal como se registra en la Biblia, restaurada nuevamente sobre la tierra. El presidente Wilford Woodruff investigó diligentemente por seis años para encontrar finalmente la verdad en las enseñanzas y en el testimonio de dos misioneros mormones. El presidente Lorenzo Snow fue el quinto Presidente de la Iglesia. Cuando en 1831 conoció al profeta José Smith, escribió: “Una luz se encendió en mi comprensión para no extinguirse jamas” (Daniel H. Ludlow, ed., Encyclopedla of Mormonism, 4 tomos, Nueva York, Macmillan, 1992, tomo III, pág. 1367).

El presidente David 0. McKay fue el noveno Presidente de la Iglesia. Durante su adolescencia, deseó conocer, tal como José Smith, la verdad sobre la existencia de Dios el Padre y Su Hijo Jesucristo. Un día. mientras se encontraba pastoreando ganado en las colinas cercanas a su casa, trató de obtener un testimonio por medio de la oración. El dijo:

“Desmonté, tire las bridas sobre la cabeza de mi caballo, y ahí mismo, bajo un matorral de serbal,

ore a Dios, rogándole que me declarara la veracidad de Su revelación a José Smith” (New Era, enero de 1972, pág. 56).

Oró con fervor y sinceridad y con toda la fe que poseía. Cuando termino su oración, esperó la respuesta. Sin embargo, no pareció suceder nada. Decepcionado, se alejó cabalgando despacio mientras se decía a si mismo: “No recibí ninguna manifestación espiritual. Si voy a ser sincero, debo admitir que no cambie absolutamente nada; soy exactamente el mismo que antes” (Ibíd.).

La contestación directa a su oración la recibió muchos años después. Cuando se encontraba prestando servicio misional en Escocia, el elder McKay recibió una poderosa manifestación espiritual. Mas tarde comentó:

“Nunca había experimentado una emoción semejante … Fue la manifestación por la cual, como muchacho incrédulo que era, secretamente había orado con toda intensidad al lado de aquella pradera. Para mi fue la confirmación de que la oración sincera es contestada en algún momento, en algún lugar” (Francis M. Gibbons, David 0. McKay, Salt Lake City: Deseret Book Company, 1986, pág. 50).

Todos los profetas han testificado de la revelación personal por medio de la cual han llegado a conocer la veracidad del evangelio y la fortaleza espiritual de esa revelación.

La gente me pregunta a menudo: “)Cómo lo sabe?” “)Cómo sabe que Dios vive y que Jesús es el Cristo?” A pesar de que no parece existir una fórmula exacta por la cual se recibe un testimonio, parecería que hay un cierto modelo que se debe seguir. A pesar de que la oración es muy importante para obtener un testimonio, no podemos simplemente pedir uno y esperar que se nos conceda inmediatamente .

Por lo general, un testimonio se logra con el correr del tiempo y por medio de las experiencias vividas. Al testimonio lo podemos comparar con e l proceso de revelar una fotografía. Las fuertes impresiones del Espíritu se reciben como destellos de luz en una receptiva película fotográfica. Al igual que los productos químicos necesarios para revelar una fotografía, en nuestra vida se precisan ciertas condiciones y experiencias para que nuestro testimonio personal se revele [se desarrolle], obteniendo de esa forma un conocimiento firme de la verdad . Y al igual que una fotografía, si a un testimonio no se le preserva con cuidado, se ira borrando con el tiempo.

Los testimonios se obtienen muchas veces cuando estamos dispuestos a prestar servicio en los llamamientos que recibamos; cuando tomamos la decisión de esforzarnos por ser obedientes; mientras nos encontramos ayudando, elevando y fortaleciendo a los demás; se reciben por medio de la oración y del estudio de las Escrituras y cuando las aplicamos a nuestra vida. Cualesquiera sean las circunstancias individuales, parecería que hay momentos en nuestra vida en que se nos puede dar el conocimiento de que Dios vive y de que Jesús es el Cristo. No hay búsqueda mas grandiosa en esta vida que la de tratar de obtener un testimonio de la verdad.

A pesar de que la vida de todos es diferente, creo que, con cierta seguridad, de los testimonios que otras personas han logrado obtener, tales como los profetas, y de nuestra experiencia personal, podemos hacer una reseña del proceso y las fases por las que pasamos para obtener un testimonio:

Tener un sincero deseo de saber la verdad y expresarle ese deseo a nuestro Padre Celestial en humilde oración. “… si, aunque no sea mas que un deseo de creer, dejad que este deseo obre en vosotros” (Alma 32:27) .

Escudriñar las Escrituras; continuar orando. Las Escrituras están repletas de los testimonios de los que se han ido antes que nosotros y que, aunque hayan muerto hace mucho tiempo, pueden llegarnos al corazón y brindar paz a nuestra alma y guía a nuestra vida.

Escudriñar y meditar sobre las verdades que aprendamos acerca de los principios del evangelio. Piensen en ellos; pónganlos a prueba orando mas al respecto. Relaciónenlos con lo que sepan y sientan. Todas las verdades que aprendan finalmente encajaran unas con otras en perfecta armonía formando un ferviente y firme testimonio.

Ser humildes y receptivos. Prestemos oído cuando nuestro Padre Celestial nos guíe hacia alguien que nos enseñe acerca del Evangelio de Jesucristo. Esa persona podría ser un maestro, un familiar, un vecino, un amigo o un simple conocido; podría ser un misionero que se ponga en contacto con nosotros, ya sea mientras se encuentre entregando folletos o por referencia de alguien; pero recuerden que una vez que oremos, estudiemos y tengamos fe y el deseo de aprender las cosas espirituales, el Señor proporcionara la forma para que obtengamos mas luz y conocimiento.

Vivir de acuerdo con nuestro testimonio. Debemos seguir obedientemente las enseñanzas del Salvador y los ejemplos de los profetas. Nuestro testimonio será de gran ayuda para quienes buscan la verdad.

Dar a conocer nuestro testimonio. Alma proclamo: “(Oh, si fuera yo un ángel y se me concediera el deseo de mi corazón, para salir y hablar con la trompeta de Dios” (Alma 29:1). Háganles saber a otros que ustedes lo saben. Den su testimonio en las reuniones de ayuno; denlo a conocer a su familia, a sus amigos. Cuando expresen su testimonio, se darán cuenta de que este se fortalece y que hay muchos alrededor de ustedes que desean abrazar la verdad.

Estar dispuestos a resistir la prueba del tiempo. No crean que es fácil mantener un testimonio. Habrá personas que los probaran; muchas veces los señalarán con burla y desprecio; y quizás los persigan abiertamente. Estén preparados; sepan de antemano que los mejores hijos de Dios tuvieron la valentía que proviene de una firme convicción de la verdad y estuvieron dispuestos a sufrir el ridículo, la privación y aun hasta la muerte por motivo del testimonio verdadero. )Esta dispuesto cada uno de nosotros a hacer lo mismo?

En la actualidad, aquellos que son bendecidos con el testimonio de la verdad poseen un escudo de fe que los protege contra los terribles dardos del adversario por parte de los criticones y los difamadores. No debemos permitir que otras personas determinen nuestra fidelidad y afecten nuestro testimonio y por último nuestra salvación eterna.

Las dudas en cuanto a asuntos de religión que surjan debido a la falta de conocimiento se pueden resolver en forma constructiva. Las soluciones son el aprendizaje, el estudio y la oración, todo lo cual aumenta nuestro testimonio y aleja cualquier otra duda que tengamos.

Hace algunos años, el presidente Howard W. Hunter hablo a la juventud concerniente al testimonio:

“Me conduelo de los jóvenes y de las Señoritas que tienen verdaderas dudas en su mente y se encuentran abocados a la gran tarea de resolverlas. Esas dudas pueden resolverse si ellos tienen un deseo verdadero de conocer la verdad y si realizan un esfuerzo moral, espiritual y mental. Saldrán de ese conflicto con una fe mas firme, mas fuerte y mas grande debido al esfuerzo que hayan realizado. A través de la duda y el conflicto, ellos habrán pasado de una fe confiada y simple, a una fe sólida y verdadera que finalmente se convertirá en un testimonio” (en Conference Report, octubre de 1960, pág. 108).

Los frutos del testimonio se observan en la vida de los fieles. Los que se sienten elevados por el poder del testimonio encuentran una felicidad y fidelidad mayores en el matrimonio, y sus testimonios son el antídoto para la plaga del divorcio. Ellos disfrutan de mas libertad, donde casi nunca son esclavos del alcohol, el tabaco, las drogas, el abuso y otras formas de desenfreno. Esas personas consiguen la fortaleza necesaria para encarar los problemas de la vida.

Todos seremos puestos a prueba y tentados por nuestros testimonios con el fin de saber si permaneceremos fieles a través de esas pruebas de nuestra fe.

También sabemos, mis queridos hermanos y hermanas, que si no continuamos fieles en el testimonio que recibimos por medio del Espíritu, la luz comenzara a disminuir hasta extinguirse. A un testimonio se le debe nutrir y defender constantemente o desaparecerá.

A los demás testimonios que se han expresado hoy día deseo agregar el mío de la forma mas directa e intensa posible. Se que Dios vive. Doy testimonio de la veracidad y la divinidad de Su Hijo Jesucristo, que dirige esta Iglesia y que revela la palabra del Padre a nuestra generación. Testifico en cuanto al don y al poder del Espíritu Santo. Testifico de la naturaleza eterna del sacerdocio, del llamamiento del profeta José Smith, del Libro de Mormón y de la seguridad de que Dios ha hablado nuevamente por medio de un profeta viviente en la persona del presidente Howard W. Hunter, en el nombre de Jesucristo. Amén.