1990–1999
Venid A Cristo
Abril 1993


Venid A Cristo

“En la invitación de venir a Cristo no se les pide que participen en un simple evento, sino que en todo un proceso.”

El Señor declaró que Su obra y Su gloria es “… llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39) y estableció Su Iglesia para que sirviera de ayuda en esa gran obra. Por tal razón, la misión de la Iglesia es “invitar a todos a venir a (Cristo” (D. y C. 20:59) y ser “perfectos en Cristo” (Moroni 10:32).

Deseo analizar, por lo menos en parte, lo que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días pide a la gente cuando la invita a “venir a Cristo” (D. y C. 20:59)

Se debe entender que en esta invitación no se les pide que participen en un simple evento, bino que en todo un proceso.

Este proceso lleva a la gente a la vida eterna, la cual es “el máximo de todos los dones de Dios; porque no hay don mas grande que el de la salvación” (D. y C. 6:13).

¿Cómo empezamos este entusiasta e importante proceso? El Libro de Mormón registra los acontecimientos que se llevaron a cabo cuando Cristo, luego de Su resurrección, visitó al pueblo de Nefi en la tierra de Abundancia. Fue tan importante este acontecimiento que Su Padre lo presentó diciendo:

“He aquí a mi Hijo Amado, en quien me complazco, en quien he glorificado mi nombre: a el oíd” (3 Nefi 11:7; cursiva agregada).

En esta presentación que hace el Padre vemos que lo primero que se pide es “a el oíd”. Si hemos de venir a Cristo, primero debemos escucharlo; debemos saber quien es. Luego de la presentación que hizo el Padre, Jesucristo les dijo:

“He aquí, yo soy Jesucristo, de quien los profetas testificaron que vendría al mundo.

“Y he aquí, soy la luz y la vida del mundo; y he bebido de la amarga copa que el Padre me ha dado, y he glorificado al Padre, tomando sobre mí los pecados del mundo, con lo cual me he sometido a la voluntad del Padre en todas las cobas desde el principio” (3 Nefi 11:10–l l).

Luego los invitó a venir uno por uno y “… vieron con los ojos y palparon con las manos” (3 Nefi 11:15). Esas personas adquirieron un conocimiento inequívoco, al verlo en persona, de quien era El. Sin embargo, Jesús les recordó que el venir a El por medio de la fe es aun mas aceptable.

“Y también mas bienaventurados son aquellos que creen en vuestras palabras por razón de que testificaréis que me habéis visto y que sabéis que yo soy. Si, bienaventurados son los que crean en vuestras palabras …” (3 Nefi 12:2; cursiva agregada).

Somos afortunados de tener las Escrituras, las cuales contienen las palabras de los antiguos apóstoles y profetas, y de tener el privilegio de escuchar a los apóstoles y profetas de hoy día testificar sobre el Cristo.

¿Cuales fueron las próximas palabras que Jesús dijo a la gente de la tierra de Abundancia? Piensen en todo lo que pudo haber dicho; El es el creador de esta tierra y de otras que son incontables; acababa de sufrir la Expiación infinita, de haber roto las ataduras de la muerte, y de haber conversado con Su Padre Celestial. Pudo haber analizado muchos maravillosos e importantes temas; sin embargo, prefirió enseñar Su doctrina, que es:

“Y otra vez os digo que debéis arrepentiros, y ser bautizados en mi nombre, y volveros como un niño pequeñito, o de ningún modo heredareis el reino de Dios.

“De cierto, de cierto os digo que esta es mi doctrina; y los que edifican sobre esto, edifican sobre mi roca, y las puertas del infierno no prevalecerán en contra de ellos” (3 Nefi 1 1:38–39).

El Señor no sólo enseñó sobre el bautismo, sino que llamo a discípulos especiales y les dio el poder para bautizar, además, les enseñó la forma correcta de hacerlo.

Es de vital importancia que en nuestra jornada hacia la vida eterna ejercitemos la fe en el Señor Jesucristo, nos arrepintamos de nuestros pecados y seamos bautizados de la manera correspondiente, por aquellos que tienen la debida autoridad y que utilizan la oración debida. Después de esta clase de bautismo, podemos ser “visitados con fuego y con el Espíritu Santo, y recibir una remisión de nuestros pecados” (3 Nefi 12:2). Sin embargo, a fin de progresar es importante que el hombre se someta al influjo del Santo Espíritu, y se despoje del hombre natural, y se haga santo por la expiación de Cristo el Señor..” (Mosíah 3:19).

A medida que venimos a Cristo, debemos deshacernos de nuestros comportamientos mundanos, de nuestro orgullo y de nuestro egoísmo. Si seguimos los susurros del Espíritu Santo, experimentaremos un “gran cambio en nuestros corazones” (Alma 5:14) y estaremos deseosos de sometemos “a cuanto el Señor juzgue conveniente imponer” sobre nosotros (Mosíah 3:19).

Muchas veces la vida es difícil; hay pruebas, desilusiones, problemas, enfermedades, desempleo, etc., aun para los santos. Estos se deben enfrentar con sumisión y paciencia, porque a menudo estas pruebas son evidencias de que la mano del Señor nos esta preparando para que seamos dignos de vivir con El. Ceder ante Cristo significa ponerlo primero a El y a Sus enseñanzas. Nuestra sumisión total a la de El es uno de los obstáculos mas grandes que debemos enfrentar en nuestro viaje hacia la vida eterna. Las recompensas por esta sumisión están hermosamente descritas por el presidente Ezra Taft Benson:

“Los hombres y las mujeres que entregan su vida a Dios descubrirán que El puede hacer mucho mas de sus vidas que lo que ellos mismos pueden hacer. Les dará gozo, ampliara su visión, avivara su mente, fortalecerá sus músculos, elevara sus espíritus, multiplicara sus bendiciones, aumentará sus oportunidades, confortara sus almas, les dará amigos y paz. (The Teachings of Ezra Taft Benson, Salt Lake City: Bookcraft, 1988, pág. 361.)

En el proceso de venir a Cristo, el autocontrol y la disciplina personal son virtudes importantes que se deben desarrollar. En mis años de adolescencia, cuando salía a una actividad, mis padres acostumbraban decirme: “Hijo, recuerda quien eres”. ¿Es familiar esta frase para ustedes? Estas pocas palabras me recordaban la confianza que mis padres tenían en mi, lo que mis abuelos esperaban, el interés de mis tíos y el de los lideres del sacerdocio. Me recordaba la responsabilidad que yo tenia ante mis hermanos y hermanas menores.

Nuestro Padre Celestial nos hace una declaración similar, nos pide: ‘‘… recordarle siempre” (D. y C. 20:77, 79) y “… ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar” (Mosíah 18:9)

Estos recordatorios nos dan un instrumento simple pero eficaz para tomar las decisiones que nos ayudarán a desarrollar el autocontrol y la disciplina individual que necesitamos.

Cualquier pensamiento, actividad o acción que sea compatible con el nombre, la vida o las enseñanzas de Jesucristo son aceptables. Cualquier comportamiento que no sea compatible con Su nombre, Su vida o Sus enseñanzas no es aceptable y debe eliminarse.

El proceso de perfeccionarse requiere que recibamos instrucción especial, que hagamos convenios sagrados y que recibamos las ordenanzas mas altas del sacerdocio. Estas bendiciones se encuentran disponibles solamente en los templos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, y las personas que vengan a Cristo deben venir a Sus templos.

Es mi oración que cada uno examine su vida y haga una evaluación para saber dónde se encuentra en el proceso de venir a Cristo para ser perfeccionado en El. Un profeta del Libro de Mormón prometió que si venimos a Cristo y le ofrecemos nuestras almas enteras como ofrenda, y continuamos ayunando y orando, perseverando hasta el fin … seremos salvos (véase Omni 1: 26).

Si usted no ha aceptado aun la invitación de venir a El, le ruego que lo haga. Los misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días están preparados y ansiosos de enseñarle la doctrina de Cristo. Poseen la autoridad debida? bautizan en la forma que corresponde y emplean la oración apropiada.

Si usted una vez empezó el proceso de venir a Cristo pero perdió el camino o salió por un desvío, no se desespere; empiece de nuevo. ¡Regrese, regrese ahora! Venga a Cristo y disfrute del “fruto del Espíritu”, o sea “del amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza” y empiece a “andar por el Espíritu” (véase Gálatas 5:22–23, 25) y “procure toda buena dádiva” (véase Moroni 10:30).

Testifico que El vive, que es la luz y la vida del mundo, que es nuestro Salvador y Redentor, y lo hago en el nombre de Jesucristo. Amén.