1990–1999
Volver A Los Principios Básicos Del Evangelio
Abril 1993


Volver A Los Principios Básicos Del Evangelio

“Consideremos nuevamente las bendiciones que se nos prometen si fielmente observamos la oración familiar diaria y el estudio familiar diario de las Escrituras”.

En Doctrina y Convenios leemos: “… para que ellos mismos se preparen, y mi pueblo sea instruido con mayor perfección, y adquiera experiencia, y sepa mas perfectamente en lo concerniente a su deber y las cosas que de sus manos requiero” (D. y C. 105: 10).

Cuan agradecidos estamos por las Escrituras, las que contienen las instrucciones del Señor para Sus hijos; nos sirven para comprender mejor el camino que El ha preparado como una guía segura que nos llevara a través de este período de nuestra probación terrenal.

Hasta hace poco, una de mis asignaciones incluía el país de Perú, una región del mundo que esta pasando grandes tribulaciones. La inflación y los tumultos internos han privado al pueblo peruano de cualquier esperanza de lograr estabilidad en sus vidas.

A las otras Autoridades Generales y a mi nos ha sido difícil visitar Perú con regularidad debido a los peligros de viajar a ese lugar. Ha sido necesario que los miembros peruanos adopten una responsabilidad mayor en lo que concierne a la dirección del sacerdocio y las organizaciones auxiliares, así como el servicio misional regular.

La Presidencia de Area reconoció la necesidad de fortalecer a los miembros de la Iglesia en ese país, y después de mucho ayuno y oración, decidieron recalcar solamente dos enseñanzas básicas del evangelio. Prepararon una carta que se enviaría a todas las familias de la Iglesia en Perú. El tema de esa carta era en cuanto a la conversión al Señor, y en ella se recalcaban la oración familiar y el estudio familiar de las Escrituras.

La Presidencia de Area enseñó primeramente estos principios a las presidencias de estaca, quienes, a su vez, instruyeron a los sumos consejos, y de ahí la enseñanza pasó a los obispos. Estos instruyeron después a los miembros de los barrios y mas tarde los maestros orientadores entregaron una carta de instrucciones posteriores a cada familia. Se exhortaba específicamente a los padres a que todos los días dirigieran a sus familias en sus oraciones y en el estudio de las Escrituras.

Las bendiciones que han recibido los santos de Perú, derivadas de la oración y el estudio diario de las Escrituras, han sido extraordinarias. Al poco tiempo se hizo evidente que la fe y el testimonio estaban aumentando entre los miembros de la Iglesia en esa región. Ha habido un evidente aumento en la asistencia a la reunión sacramental, lo cual ha hecho que los santos se sientan mas unidos y tengan mas amor e interés el uno por el otro.

A pesar de que los viajes al templo se han hecho cada vez mas difíciles y peligrosos, milagrosamente la asistencia al templo ha aumentado de manera significativa.

El numero de misioneros regulares inmediatamente empezó a aumentar y ahora las cinco misiones de Perú abastecen sus necesidades misionales con misioneros peruanos. Los misioneros regulares que están llegando al campo misional a servir están mejor preparados, lo cual, naturalmente, ha resultado en un aumento en el bautismo de conversos.

Un renovado énfasis en dos practicas básicas del Evangelio-la oración y el estudio diario de las Escrituras-surtió un cambio dramático y resultó en una mayor espiritualidad y en mas obras entre los santos de ese lugar.

El éxito de los santos peruanos nos debería enseñar a todos la importancia de adherirnos a los principios básicos de una vida centrada en el evangelio. Consideremos nuevamente las bendiciones que se nos prometen si observamos fielmente la oración familiar diaria y el estudio familiar diario de las Escrituras.

Las Escrituras están llenas de exhortaciones de permanecer cerca del Señor y de invocar Su santo nombre en oración. En los últimos días del ministerio de Alma, el instruyó a sus hijos en cuanto a la forma en que debían vivir. Después de la extraordinaria conversión de Alma, pasó su vida proclamando el evangelio y perfeccionando a los santos. Antes de morir, deseaba inculcar en sus hijos el deseo de ser obedientes a la voluntad de Dios. A Helamán le dijo:

“¡Oh recuerda, hijo mío, y aprende sabiduría en tu juventud; si, aprende en tu juventud a guardar los mandamientos de Dios!

“Si, e implora a Dios todo tu sostén; si, sean todos tus hechos en el Señor, y dondequiera que fueres, sea en el Señor; deja que todos tus pensamientos se dirijan al Señor; si, deja que los afectos de tu corazón se funden en el Señor para siempre.

“Consulta al Señor en todos tus hechos, y el te dirigirá para bien; si, cuando te acuestes por la noche, acuéstate en el Señor, para que el te cuide en tu sueno; y cuando te levantes por la mañana, rebose tu corazón de gratitud a Dios; y si haces estas cosas, serás enaltecido en el postrer día” (Alma 37:35–37)

La oración es el medio principal de comunicación que existe entre Dios y el hombre. La oración es una parte importante de prácticamente todas las religiones, ya sean cristianas o no. Al hablar en cuanto al tema de la oración, el profeta José Smith declaró:

“A los hermanos les decimos: busquen a Dios a solas en su habitación hasta que lleguen a conocerlo. Invoquen su nombre en los campos, sigan las exhortaciones del Libro de Mormón y oren por sus familias, su ganado, sus rebaños, sus hatos, su grano y todas las cosas que poseen. Imploren las bendiciones de Dios en sus trabajos y en todo lo que hagan” (History of the Church, tomo 5, pág. 3 1).

Cuando oramos al Señor, debemos recordar a quien nos estamos dirigiendo y estar preparados para prestarle toda nuestra atención al ofrecerle humildemente nuestras oraciones. El presidente John Taylor nos exhorto de la siguiente manera:

“¿Oran con su familia … ? Y cuando lo hacen, ¿lo hacen en forma automática como una pieza de maquinaria, o se arrodillan con humildad y con un deseo sincero de implorar las bendiciones de Dios sobre ustedes y los de su casa? Esa es la forma en que debemos hacerlo; debemos cultivar un espíritu de devoción y confianza en Dios, entregándonos a El y buscando Sus bendiciones” (Journal of Discourses, tomo 21, pág. 118). Es obvio que como padres tenemos el deber de enseñar a nuestros hijos a orar; el orar como familia en forma regular establece modelos que literalmente bendecirán a las generaciones futuras. Al dirigirnos a Dios en oración, como nos amonesto el élder Oaks en su bello discurso durante la sesión de la mañana, le demostramos mayor respeto cuando lo hacemos siguiendo el modelo establecido en las Escrituras. Es alentador el saber que Dios se acuerda de nosotros y esta dispuesto a responder cuando depositamos nuestra confianza en El. No tienen por que temer los hombres y las mujeres que depositan su confianza en el Todopoderoso, que no vacilan en humillarse para buscar la guía divina mediante la oración. A pesar de que tal vez surjan dificultades y reveses, podemos encontrar paz en nuestras oraciones a medida que el Señor habla paz a nuestras almas. En varias ocasiones, el presidente Benson ha compartido con los miembros de la Iglesia el poema intitulado “Oración”, por Eliza M. Hickory. Es un poema que aprendió mientras estaba en el Sacerdocio Aarónico:

“Por cuales métodos, no lo se; pero cierto es, Dios contesta mi oración. Su palabra ha dado El, de que mi oración siempre oirá. Tarde o temprano la contestara, paciente espero, El lo hará. No se si lo que he pedido me será concedido. Con El dejo mi oración, mas extensa es Su visión.

Segura de que lo concederá u otra respuesta me dará” (Eliza M. Hickory, “Prayer”, Best Loved Religious Poems, ed. James Gilchrist, New York: Fleming H. Revell Co., 1933, pág. 160; traducción libre).

Entre los santos peruanos, que viven en una nación agobiada por el dolor y la desesperación, ha florecido una fe y devoción mas fuertes hacia nuestro Padre Celestial porque dieron oído al consejo de Sus siervos de llevar a cabo la oración familiar diaria. Los miembros de la Iglesia en Perú han desarrollado una madurez especial en lo que respecta al evangelio, debido a que además de orar como familia todos los días, también estudian a diario como familia, las Escrituras. Cuando las palabras reveladas de los profetas encontraron un lugar en el corazón de los santos, como resultado hubo un cambio poderoso en la forma en que estos vivían y creían. El consejo inspirado de las Escrituras dio respuesta a sus preguntas, problemas personales y asuntos importantes. Todos los libros canónicos de la Iglesia nos. exhortan a leer y a meditar en sus palabras. En el Antiguo Testamento leemos: “Inquirid en el libro de Jehová, y leed” (Isaías 34:16). En el Nuevo Testamento: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mi” (Juan 5:39). En el Libro de Mormón, Nefi observa: “… mi alma se deleita en las Escrituras, y mi corazón las medita, y las escribo para la instrucción y el beneficio de mis hijos” (2 Nefi 4:15). La exhortación de la Perla de Gran Precio nos promete: “… el que atesore mi palabra no será engañado” (José Smith-Mateo 1:37). Y por ultimo, en Doctrina y Convenios leemos: “… primero procura obtenerla [mi palabra] —estudia mi palabra que ha salido entre los hijos de los hombres” (D. y C. 11:21–22).

Las Escrituras son uno de nuestros mayores tesoros; contienen las instrucciones del Señor a su pueblo desde el principio del tiempo. En un mundo tan lleno de las doctrinas de los hombres, cuan agradecidos estamos de tener un ancla segura en la cual edificar nuestra fe. En cuanto al Libro de Mormón, el presidente Marion G. Romney declaró:

“Si nuestros jovencitos se basan en las enseñanzas del Libro de Mormón, no solamente serán inspirados con el debido valor para elegir lo bueno por medio del ejemplo … sino que serán instruidos en los principios del Evangelio de Jesucristo y sabrán que es lo correcto.

“De casi cada una de sus páginas, recibirán un testimonio conmovedor de que Jesús es verdaderamente el Cristo, el Hijo del Dios viviente, nuestro Redentor y Salvador. Este testimonio solo será un firme refugio de las tormentas” (Conference Report, abril de 1960, pág. 112.)

En las instrucciones del Señor a Sus hijos, encontramos constancia sublime. Lo que el Señor ha declarado que es correcto siempre será correcto; lo que ha declarado que es verdad siempre será verdad; lo que ha declarado que es pecado siempre será pecado. Tengan la seguridad de que cuando las doctrinas “iluminadas” de los hombres contradigan a las Santas Escrituras, únicamente traerán desilusión, aflicción y destrucción a las almas de los hombres.

En cuanto a escudriñar las Escrituras, el presidente Benson nos ha exhortado:

“No tratemos Su palabra a la ligera; es uno de los dones mas valiosos que nos ha concedido. Vuelvan a tomar la determinación de leerlas diariamente. Léanlas con sus familias y enseñen a sus hijos a que las amen y atesoren. Luego, con un espíritu de oración, y después de buscar el consejo de los demás, busquen todas las maneras posibles de alentar a los miembros de la Iglesia a que sigan su ejemplo” (Ezra Taft Benson, Ensign, mayo de 1986, pág. 82).

El sincero consejo que deseo darles este día es que vuelvan a dedicarse a estas dos practicas básicas que han sido la fuente de tantas bendiciones para los santos de Perú. Nunca dejen que se pase un día sin tener la oración familiar y el estudio familiar de las Escrituras. Pongan este programa del Señor a prueba, y verán que sus hogares serán bendecidos con mayor paz, amor, esperanza y fe.

Les prometo que la oración familiar diaria y el estudio de las Escrituras edificaran dentro de las paredes de sus hogares una seguridad y unión que mejorara SUS vidas y preparara a sus familias para hacer frente a los problemas de hoy y para las eternidades venideras.

Dios nos conceda el deseo de buscarlo reverente y humildemente en oración así como el deseo sincero de estudiar Su palabra, contenida en sus santas Escrituras.

¡Dios vive! ¡Jesús es el Cristo, el Salvador del mundo! Este es mi solemne testimonio que les dejo en el nombre de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Amén.