1990–1999
El evangelio: Una fe universal
Octubre 1991


El evangelio: Una fe universal

“El poder de nuestra fe no esta limitado por la historia, ni por la nacionalidad ni por la cultura; no es la propiedad particular de ningún pueblo ni de ninguna edad.”

El Evangelio de Jesucristo, el cual enseñamos y cuyas ordenanzas efectuamos, es una fe universal con un mensaje universal; no tiene limites, no es parcial ni esta sujeto a la historia ni a las modas. Es universalmente verdadero y lo será para toda la eternidad. Su mensaje es para todo el mundo y ha sido restaurado en estos los últimos días a fin de satisfacer las necesidades fundamentales de toda nación, familia, lengua y pueblo que existe sobre la faz de la tierra. Ha sido establecido nuevamente como lo fue en el principio: para establecer y edificar la hermandad, para preservar la verdad y salvar almas.

Brigham Young, en una ocasión, dijo de este tan amplio e interesante concepto de la religión:

“En mi opinión, el plan de salvación debe … comprender todo el conocimiento que haya sobre la faz de la tierra, o no es de Dios. Tal plan comprende toda índole de doctrina verdadera que haya sobre la tierra, ya sea eclesiástica, moral, filosófica o civil: comprende todas las leyes buenas que se han formulado desde la época de Adán hasta el presente; absorbe las leyes de las naciones, puesto que las supera a todas en conocimiento y en pureza; comprende las doctrinas populares de las diversas épocas, acoge la verdad que se halle en cualquier parte, une toda verdad en un todo y deja que lo inservible se esparza por aquí y por allá” (Journal of Discourses, 7:1 48).

Como miembros de la Iglesia de Jesucristo, procuramos reunir toda verdad; buscamos agrandar el circulo de amor y comprensión entre todas las gentes de la tierra. Por eso nos esforzamos por establecer la paz y la felicidad, no sólo dentro del mundo cristiano sino entre todo el genero humano.

En el mensaje del evangelio, toda la raza humana es una sola familia que desciende de un solo Dios. Todos los hombres y todas las mujeres no son sólo linaje de Adán y de Eva, sus primeros padres, sino también linaje espiritual de Dios el Eterno Padre. Por tanto, todas las personas de la tierra son literalmente hermanos y hermanas en la familia de Dios.

Es por la comprensión y la aceptación de la Paternidad universal de Dios que todos los seres humanos pueden reconocer mejor el interés de Dios en ellos, así como la relación que existe entre todos los hijos de Dios. El evangelio es un mensaje de vida y de amor que se contrapone totalmente a todas las opresivas tradiciones que se basan en la raza, el idioma, la posición económica o política, la preparación académica o los antecedentes culturales, puesto que todos somos de la misma alcurnia espiritual. Somos de linaje divino: toda persona es hijo o hija espiritual de Dios. Viéndolo así, en el evangelio no hay lugar para las opiniones limitadas y estrechas ni para los prejuicios. El profeta José Smith dijo:

“El amor es una de las características principales de la Divinidad, y deben manifestarlo aquellos que aspiran a ser hijos de Dios. El hombre que se siente lleno del amor de Dios no se conforma con bendecir solamente a su familia, sino que va por todo el mundo, con el deseo de bendecir a toda la raza humana” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 208).

En 1901, la Primera Presidencia presentó en la conferencia general una declaración que comprende lo siguiente:

“Nuestros móviles no son egoístas; nuestros fines no son triviales ni terrenales; consideramos a todos los seres humanos del pasado, del presente y del futuro como seres inmortales, cuya salvación es nuestra misión labrar; y a esta obra, extensa como la eternidad y profunda como el amor de Dios, nos dedicamos ahora y para siempre” (en Conference Report, abril de 1907, “Appendix”, pág. 16).

En el panorama del evangelio, nadie es extranjero ni distinto; a nadie se rechaza. No hay excusa alguna para la vanidad, ni para la arrogancia ni para el orgullo. Desdeñando públicamente el fanatismo y la intolerancia de grupos religiosos rivales, el profeta José Smith dijo en un articulo editorial:

“… mientras una parte de la raza humana juzga y condena a la otra sin compasión, el Gran Padre del universo vela por toda la familia humana con paternal cuidado y consideración; los ve como Sus hijos y, sin ninguno de estos sentimientos mezquinos que influyen en los hijos de los hombres, ‘hace que su sol salga sobre malos y buenos, y llueva sobre justos e injustos’. El tiene el timón del juicio en sus manos; es un sabio Legislador, y juzgara a todos los hombres, no de acuerdo con las estrechas y contraídas ideas de los hombres, sino ‘según [las obras que se hayan hecho en el cuerpo mortal, ya sean buenas o malas] ‘, sea que se hagan estas cosas en Inglaterra, América, España, Turquía o la India” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 264).

El mormonismo, como se le llama, es una religión mundial, no sólo porque sus miembros se encuentran actualmente en todo el mundo, sino mas que nada porque tiene un mensaje completo y cabal que se basa en la aceptación de toda verdad, y ha sido restaurado para satisfacer las necesidades de todo cl genero humano.

Creemos que hay una influencia espiritual que procede de la presencia de Dios para llenar la inmensidad del espacio (véase D. y C. 88:12). Todos los hombres comparten el patrimonio de la luz divina. Dios opera entre Sus hijos en todas las naciones, y los que buscan a Dios tienen derecho a recibir mas luz y conocimiento, no importa cual sea su raza, su nacionalidad o sus tradiciones culturales.

El élder Orson F. Whitney, en un discurso que pronunció en una conferencia, expuso que muchos grandes líderes religiosos han sido inspirados; dijo:

“[Dios] se vale no sólo de los del pueblo del convenio, sino también de otras personas, para realizar esta obra asombrosa, magnifica y, en realidad, demasiado ardua para que este pequeño puñado de santos la realicen ellos solos …

“A lo largo de la historia, hombres que han poseído la autoridad del Santo Sacerdocio: patriarcas, profetas, apóstoles y otros han oficiado en el nombre del Señor, efectuando lo que El ha requerido de ellos; y fuera del circulo de sus actividades, otros buenos y grandes hombres que no han poseído el sacerdocio, pero que han sido de profunda reflexión, de gran sabiduría y llenos del anhelo de elevar y edificar a sus semejantes, han sido enviados por el Todopoderoso a muchas naciones para darles, no la plenitud del evangelio, sino la porción de la verdad que han podido recibir y utilizar con sabiduría” (Conference Report, abril de 1921, págs. 32-33).

El evangelio restaurado es un mensaje de amor divino a todas las gentes de todas partes y se basa en la convicción de que todos los seres humanos somos hijos del mismo Dios. Este primordial mensaje religioso lo expresó, en una declaración, la Primera Presidencia, el 15 de febrero de 1978, como sigue:

“Basándose en la revelación antigua y moderna, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días alegremente enseña y declara la doctrina cristiana de que todos los hombres y todas las mujeres son hermanos y hermanas, no solo porque son literalmente descendientes de los mismos antepasados mortales sino también porque son literalmente hijos espirituales del Padre Eterno” (de The Expanding Church, Spencer J. Palmer).

Los Santos de los Últimos Días tenemos un acercamiento sin barreras hacia los que no son de nuestra fe. Creemos que todos son literalmente nuestros hermanos y hermanas, que somos hijos e hijas del mismo Padre Celestial. Somos del mismo linaje: descendientes de Dios. Además, también buscamos lo verdadero y lo bello dondequiera que se encuentre. Y sabemos que Dios ha bendecido a todos Sus hijos con rectitud y luz, según las circunstancias en que se encuentren.

En nuestra humilde labor por establecer y edificar la hermandad y enseñar la verdad revelada, decimos a la gente del mundo lo que el presidente George Albert Smith dijo con tanto amor:

“No hemos venido a quitaros la verdad y la virtud que poseéis. No hemos venido a censuraros ni a criticaros. No hemos venido a reprenderos por lo que no hayáis hecho, sino que hemos venido aquí como vuestros hermanos … y a deciros: ‘Conservad todo lo bueno que tengáis, y permitidnos traeros mas cosas buenas, para que seáis mas felices y para que os preparéis para entrar en la presencia de nuestro Padre Celestial’” (Sharing the Gospel with Others, pág. 12).

En suma, entonces, el poder de nuestra fe no esta limitado por la historia, ni por la nacionalidad ni por la cultura; no es la propiedad particular de ningún pueblo ni de ninguna edad. Como José Smith lo indico: “Esta por encima de los reinos del mundo” (History of the Church, 5:526).

La nuestra es una religión perpetua que se basa en la eterna y salvadora verdad; su mensaje de amor y hermandad se encuentra en las Escrituras y en las revelaciones del Señor a Su Profeta viviente; comprende toda verdad; comprende toda sabiduría: todo lo que Dios ha revelado al hombre y todo lo que aun revelara. De esa revelación eterna doy testimonio en el nombre de Jesucristo. Amen.