“Giving Children Love, Limits, and Latitude”, Ensign, agosto de 2020
Cómo dar a los hijos amor, límites y libertad
Estos tres conceptos se aplican a la crianza de los hijos de cualquier edad.
En nuestra familia, mi hijo es nueve años menor que sus hermanas. Cuando era pequeño, a menudo lo escuchábamos decir: “Pero ¿por qué? ¡Ellas [sus hermanas mayores] no tienen que hacerlo!”. Por ejemplo, cuando estaba en edad preescolar, por lo general se le mandaba a acostarse mucho antes que sus hermanas adolescentes, lo que nunca le pareció justo.
Muchos padres podrían preguntarse cómo ser justos, constantes y equitativos en la crianza de los hijos. Sin embargo, permítame decirle algo que he aprendido durante años de estudiar la crianza de los hijos y de criar a los míos: la equidad perfecta en las prácticas de la crianza de los hijos no es tan importante como la constancia en seguir principios sólidos. Los hijos difieren en edad, sexo, personalidad, necesidades, virtudes y debilidades. De modo que, en lugar de tratarlos con equidad exacta —lo que nos impide centrarnos realmente en las necesidades de cada uno—, podemos enfocarnos en asegurarnos de que nuestra función de padres sea guiada por los importantes principios del amor, los límites y la libertad.
El amor
El amor es esencial en todas las edades, pero puede tomar diferentes formas a medida que los hijos crecen. Los padres podrían mostrar amor a los niños pequeños leyéndoles cuentos a la hora de dormir, abrazándolos cuando se caigan y dándoles besos y abrazos. El amor por los hijos mayores podría manifestarse ayudándoles con las tareas escolares, llevándolos a ensayos y brindándoles afecto físico apropiado. En el caso de los adolescentes, el amor podría evolucionar a esperarlos para escuchar cómo les fue en una cita, dejarlos que expresen sus ideas durante las conversaciones y escuchar con paciencia sus inquietudes y problemas. Conforme los hijos pasan a ser jóvenes adultos, los padres podrían mostrarles amor enviándoles mensajes de texto de apoyo, dándoles consejos cuando se los pidan o analizando decisiones importantes.
¿Por qué es tan importante el amor? Piensen en la parábola del sembrador (véase Mateo 13:3–8). Las semillas esparcidas cayeron en lugares distintos. Algunas cayeron en pedregales o entre espinos, y otras en buena tierra. Aunque todas las semillas tenían el potencial de crecer, solo las que estaban en buena tierra realmente crecieron. Del mismo modo, la crianza de los hijos no implica solo enseñar cosas buenas. También conlleva establecer un entorno de afecto que prepare el corazón de los hijos para que sea como la buena tierra, donde las semillas de las enseñanzas de rectitud puedan echar raíces y florecer. En otras palabras, si fomentamos un ambiente de amor en nuestro hogar, los vínculos se fortalecen y, si los vínculos son fuertes, es más probable que los hijos asimilen nuestras enseñanzas.
Los límites y la libertad
Es difícil pensar en los límites sin pensar también en la libertad, porque a menudo pensamos que lo uno restringe a lo otro. Sin embargo, ese no es el caso. En la crianza de los hijos, los límites y la libertad pueden complementarse. Lo difícil es asegurarnos de que entendamos ambos conceptos de forma correcta.
Por ejemplo, alguien preguntó una vez durante una clase de la Escuela Dominical: “¿Acaso no es bueno controlar a nuestros hijos, siempre y cuando sea para su propio bien?”. En la vida preterrenal, es probable que la oposición de Satanás al plan del Padre haya sonado de forma inquietantemente similar. Como enseñó el presidente Russell M. Nelson: “El controlar a los hijos por medio de la fuerza es una técnica de Satanás, no del Salvador. No, los hijos no son de nuestra propiedad; el privilegio que tenemos como padres es el de amarlos, dirigirlos y luego darles la oportunidad de empezar su propia vida por sí mismos”1.
El ponerles límites a nuestros hijos no debe confundirse con controlarlos. Más bien, tiene que ver con señalar límites a fin de que ellos practiquen de manera segura la toma de decisiones. Además —así como sucede con el amor—, los límites cambiarán con el paso de los años. No obstante, dentro de esos límites, incluso los niños pequeños necesitan tener opciones entre las cuales decidir. Por ejemplo, los padres podrían tener la regla de que se deben comer las verduras a la hora de la comida. Ese sería un ejemplo de un límite. Dentro de ese límite, los padres podrían permitir que el hijo elija qué verdura se sirve durante la comida.
Fotografía por Jim Lillywhite
Eso nos lleva al concepto de la libertad, es decir, dar a los hijos oportunidades de expresar su sentir, aportar ideas y ayudar en la toma de decisiones. El hecho de permitir que los niños tomen decisiones ahora los prepara para que tomen otras más significativas cuando sean adolescentes y adultos jóvenes. No hay que preocuparse, ¡ya que eso no significa que los adolescentes pueden hacer lo que les venga en gana! Su cerebro aún está en desarrollo y todavía están aprendiendo en cuanto a las decisiones. No obstante, a medida que se les vaya dando más libertad, podemos incluirlos en el proceso de establecer límites. Por ejemplo, los padres y los adolescentes podrían hablar de por qué podría ser adecuado fijar una hora para llegar a casa por la noche (debido a cuestiones de seguridad y a que necesitamos suficiente descanso para sentirnos bien al día siguiente) y luego decidir juntos cuál sería una buena hora.
Este cambio gradual de los límites a la libertad, hecho dentro del contexto de una relación de afecto, permite que nuestros hijos aprendan a tomar decisiones prudentes. Como señaló el élder Larry Y. Wilson, miembro emérito de los Setenta: “Los padres sabios preparan a sus hijos para que […] puedan manejarse sin depender de ellos”. Él advirtió:
“… si los padres se aferran a todo el poder de decisión, considerándolo su ‘derecho’, limitan de forma severa el crecimiento y desarrollo de sus hijos.
“Nuestros hijos están en el hogar por un tiempo limitado. Si esperamos a que se vayan a vivir a otra parte para entregarles las riendas de su albedrío moral, habremos esperado demasiado. No van a desarrollar de repente la facultad de tomar decisiones prudentes si nunca han tenido la libertad de tomar alguna decisión importante mientras vivían en nuestra casa”2.
Una nota sobre el aprendizaje
Entonces podemos ver que los límites no tienen el propósito de controlar a nuestros hijos y que la libertad no consiste en permitirles hacer lo que quieran; más bien, ambos tienen que ver con establecer límites seguros para que ellos tomen decisiones. A medida que ejerzan el albedrío, ellos aprenderán al experimentar y al errar. Como explicó el élder Wilson, “eso quiere decir que a veces los hijos se equivocarán y aprenderán de sus errores”3. Si bien el aprender de los errores es parte del plan de Dios, para los padres a veces podría ser difícil. Durante momentos de prueba, los padres podrían beneficiarse de este consejo reconfortante del élder Robert D. Hales (1932–2017), del Cuórum de los Doce Apóstoles:
“Actuemos con fe; no reaccionemos con temor. Cuando nuestros adolescentes empiecen a poner a prueba los valores de la familia, los padres deben dirigirse al Señor para que les guíe en cuanto a las necesidades específicas de cada miembro de la familia. Es el momento para dar más amor y apoyo y reforzar las enseñanzas de cómo tomar decisiones. Nos llena de temor el dejar que nuestros hijos aprendan de los errores que cometan, pero su disposición a elegir la manera del Señor y los valores familiares es mayor cuando la elección nace de ellos mismos que cuando tratamos de imponerles esos valores. El método de amor y de aceptación del Señor es mejor que el de fuerza y coerción de Satanás, especialmente en la crianza de adolescentes”4.
Recuerde
En las Escrituras dice que la obra y la gloria de Dios es: “Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39). En otras palabras, en Su hogar celestial, Dios se centra en Su función de padre. De hecho, de todos Sus títulos divinos, Él nos pide que lo llamemos Padre. Nosotros podemos seguir Su ejemplo y hacer que nuestro principal interés sea criar a nuestros hijos “con amor y rectitud”5. Al considerar las necesidades de cada uno de nuestros hijos en el hogar y al aplicar los principios del amor, los límites y la libertad, podremos ayudar a cada uno de ellos a alcanzar todo su potencial.