Devocionales mundiales
Como huerto de riego


Como huerto de riego

Un avelada con el élder L. Whitney Clayton

Devocional mundial para Jóvenes Adultos • 13 de septiembre de 2015 • Nueva York, Nueva York

Queridos hermanos y hermanas, me siento honrado por estar con ustedes esta tarde. Me sumo a Kathy para expresar les nuestro amor. Nuestro ruego en común hasido que lo que les digamos esta tarde fomente su fe en Dios y en Su Hijo, el Señor Jesucristo. Ruego otra vez que el cielo me inspire a mí ya ustedes durante los siguientes minutos.

Acaban de oír a Kathy, quien es el amor y la luz de mi vida. Estoy agradecido por el gozo y el sentido que el la me ha dado, por no mencionar el donde los siete hijos que nos ha dado. Ellos, a su vez, nos handado diecinueve nietos, que pronto serán veintiuno. Kathy es el centro de nuestro hogar y familia. Cuando nos casamos, yo no sabía que la vida podía ser tan dulce. Su bondad y sus virtudes significan todo para mí. Estoy muy feliz de que hayan podido escucharla.

Les damos la bienvenida a usted es que están a quíen la Ciudad de Nueva York, pero reconocemos que la mayoría están en otros lugares, husos horarios y países. Les damos una cordial bienvenida a todos los que nos vea no escuchen, doquier que estén en el mundo. ¡Qué milagro que es el reunirnos así!

Ustedes provienen de muchas naciones y culturas. La variedad de circunstancias que caracteriza sus vidas es extraordinaria. Algunos de ustedes viven con todas las bendiciones de la formación académica y de abundancia material. Otros afrontan una lucha diaria para buscar el pan. Algunos de ustedes descienden de los pioneros que cruzaron las planicies de los Estados Unidos. Otros son pioneros en sus propias naciones. Algunos de ustedes han servido en misiones. A otros acaban de bautizarlos los misioneros o quizá aún no se hayan bautizado. Algunos provienen de familias donde todos son miembros activos de la Iglesia. Otros de ustedes son el único miembro de la familia y quizá incluso del vecindario. Algunos provienen de hogares fuertes, con padres que les handado excelentes ejemplos. Otros de ustedes provienen de hogares en que no es así.

Estoy convencido de que lo que compartimos como hijos de Dios es mucho más importante que las diferencias que las situaciones de la vida nos imponen. El Salvador dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”1. Él no limitó la bendición de la vida en abundancia al tiempo ni al lugar. Está a disposición de todos nosotros, independientemente de cuán diversas sean nuestras circunstancias. Su propósito es ayudarnos a lograr la vida en abundancia, sin importa dónde ni cuándo vivamos. He sentido que debo hablar sobre cómo podemos lograr una vida en abundancia y titular mi discurso: “Como huerto de riego”.

Empezaré por hablar sobre una contecimiento que ocurrió el día del a crucifixión del Salvador, que siento que tiene un gran poder de enseñanza. Luego emplearé dos ejemplos acerca de cómo lograr una vida en abundancia.

Una de las escenas más inquietantes en todas las Escrituras se registra en el libro de Juan. Ocurrió después de que el Salvador padeciera una agonía incomprensible por nuestros pecados y debilidades terrenal es en el Jardín de Getsemaní. Se nos enseña que Sus sufrimientos fueron “intensos”, que fueron “difíciles de aguantar”; “cuán difíciles de aguantarnolo [sabemos]”2 y cuán agotadores, no lo podemos comprender. La escena también es posterior a Su traición, a Su arresto, y al a noche de humillaciones y maltrato físico que sufrió en manos de los líderes de los judíos. Fue después de que los soldados romanos lo azotas en brutalmente bajo órdenes de Poncio Pilato; después de que se le clavara la corona de espinas en la cabeza.

Pilato llegó a la conclusión de que Jesús no había hecho nada que merecier a la crucifixión. Ordenó que Jesús fuera azotado, una forma de castigo físico extremo, pero por lo general no fatal. Quizá Pilato esperaba que torturar y humillar así al Salvador persuadiera a los líderes de los judíos de que a Jesús y a se le había en señado una lección terriblemente dolorosa, que se había dado un ejemplo público, y que la crucifixión no era necesaria. Tal vez esperaba despertar en ellos algún sentido de la misericordia. Por lo tanto, después de los azotes, Pilato ordenó que se expusiera a Jesús a la vista del público. Imagino que esperaba que el obvio sufrimiento físico de Jesús bastaría para satisfacerlos.

No fue así.

Juan escribió:

“Así que, entonces tomó Pilato a Jesús y le azotó.

“Y los soldados entre tejieron una corona de espinas y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura;

y le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! Y le daban de bofetadas.

“Entonces Pilato salió otra vez y les dijo: He aquí, oslotraigo fuera para que entendáis que ningún delito hallo en él.

“Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre!

“Y cuando le vieron los principales sacerdotes y los guardias, dieron voces diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: Tomad le vosotros y crucificadle, porque yo no hallo delito en él”3.

A pesar de lo crucialmente importante que es el resto del relato—enormemente importante—me detengo en las palabras de Pilato: “He aquí el hombre”.

He aquí el hombre. El alegato de Pilato fue hondamente irónico. Aunque el aspecto físico de Jesús en ese momento estaba desfigurado, no había habido hasta entonces, y no ha habido jamás desde entonces, hombre ni mujer alguno que haya merecido más la exhortación a ser contemplado. Su vida fue perfecta. Él no tuvo parangón. Nadie había vivido como Él lo hizo, ni nadie lo hará. Poseyó todas las virtudes en su forma más completa. Tuvo el poder del autocontrol en todo aspecto. Sus emociones y sentimientos fueron perfectos, tal como Sus pensamientos. Su entendimiento era ilimitado. Sólo Él era en verdad digno de ser contemplado—de todo punto de vista—de ser examinado, evaluado y adorado. Nada de lo que podría ver se en Sumente, corazón y sentimientos podríad es ilusionar. Aunque Su aparienciano lo reflejaba entonces, Jesús era la personificación de la vida en abundancia.

Así que no era Su aspecto de ese momento de sufrimiento lo que debíamos recordar primera y principalmente.“No tuvo hermosura y padeció dolor”4. Fue lo que Él era por dentro de ese tabernáculo físico afligido lo que significó absolutamente todo parato dos nosotros. Lo que Él era hizo posible lo que hizo. Fue la magnificencia de lo que Él era lo que a trae nuestra atención. Lo que habíamos de ver al oír “He aquí el hombre” era Su triunfo aumentando progresivamente sobre las fuerzas del mal, aun que entonces no pareciera una victoria en absoluto; Su calma perfecta en el centro de lamás violenta tempestad que humano alguno padecerá jamás. Todos los designios diabólicos que el enemigo había tramado se habían desatado contra Él, o pronto lo harían. Él los venció y conquistó a todos. Se mantuvo de pie ante Pilato con paz y compostura perfectas.

Consideren además: Su dominio sobre los elementos físicos del mundo y las condiciones del género humano que daron de mostrados más allá de la duda. Le obe decieron los espíritus inmundos. Sanó a los enfermos, dio la vista al ciego y destapó los oídos del sordo. Devolvió a los muertos la vida y devolvió a los hijos fallecidos a sus padres. Conocía los pensamientos y sentimientos de todos. Perdonó pecados y limpió a los leprosos. Había llevado la carga de los pecados, dolores, enfermedades y flaquezas de todo el género humano la noche antes que ocurriera aquella escena. Irónicamente, había padecido incluso por los pecados de aquellos que en ese preciso momento lo maltrataban.

Ciertamente, “he aquí el hombre”. Era el Hijo del Dios Viviente. Fue el modelo de vida, Aquel que fue en viado para mostrar el camino y ser el Camino. Era la verdad y la vida para todos nosotros. Con esas [cuatro] palabras, “He aquí el hombre”, sin saberlo y sin querer, Pilato expresó la sencilla fórmula para lograr los propósitos más excelsos de la vida. Al pedir a los judíos que lo contemplaran, Pilato señaló a ellos y a nosotros a Aquel, al único, que puede hacer que tengamos la vida en abundancia y nuestra “salvación perfecta”5. Por ello el mandamiento: “Asegúrate de acudir a Dios para que vivas”6.

Lo que debemos recordar al contemplar lo es que a causa de Él, y todo lo que Él hizo, y todo lo que Él fueyes, nosotros también podemos triunfar. Podemos vencer. Podemos vivir abundantemente en medio de las pruebas. Si es cogemos contemplarlo, y aceptar y poner en práctica Su evangelio de salvación, Él nos salvará. Él nos rescata de los efectos de nuestra naturaleza caída y debilidades, y nos salva del pecado, de la mediocridad espiritual, y de la derrota final y eterna. Él no slimpiará, refinará, embellecerá, e incluso con el tiempo, nos perfeccionará. Él nos dará gozo y paz. Él es la llave a la vida en abundancia.

Daré dos extensos ejemplos sobre lo que podemos hacer para contemplarlo, para tornarnos al Salvador a fin de lograr la vida en abundancia.

El sermón de los brotes

Primero, el sermón de los brotes:

Kathy y yo vivimos en la ladera de una colina en el este de Salt Lake City, en una casa edificada por sus padres. Allí crecen unos árboles que son propios de las colinas bajas que rodean Salt Lake City; los llamamos roble gambel o achaparrado. A diferencia de los robles grandes y robustos conocidos en muchas partes del mundo, los robles gambel nunca alcanzan gran altura ni tamaño, pero son fuertes y bellos. El vecindario está lleno de ellos.

Hace unos años, colocamos una maceta grande en el sendero que conduce a la puerta principal de nuestra casa, debajo de las ramas de un roble gambel. Plantamos flores de colores en la maceta y disfrutamos de su belleza en los meses de verano. Al cambiar la estación y comenzar el otoño, el roble gambel empezó a dejar caer sus semillas, obellotas, y algunas cayeron en la maceta.

Un día de otoño, mientras a tendía las flores, noté que habían salido algunos pequeños brotes de las bellotas que habían caído en la maceta. Aunque era tarde para la temporada de flores, solo queríamos flores en la maceta, así que empecé a arrancar los brotes de la tierra. Al hacerlo, los tiernos brotes salieron rápidamente de la tierra suelta. Para mi sorpresa, esos brotes ya tenían raíces mucho más largas de lo que eran los propios brotes. Las raíces eran tres o cuatro veces más largas que la parte visible en la superficie. La naturaleza había determinado que las semillas de roble gambel emplearan casi toda su energía en echar raíces.

Parece obvio porqué es así: Aunque la primavera y el otoño son cómodos en Salt Lake City, los veranos son calurosos, con poca lluvia, y los inviernos son fríos, con mucho viento y nieve. Las raíces profundas ayudan a que crezcan los brotes, al hundirse en la tierra rápidamente. Eso permite que las raíces más expuestas a traigan la humedad y los nutrientes del subsuelo. Las raíces profundas también arraigan firmemente los árboles para mantenerlo serguidos y seguros ante el viento desde muy temprana edad. Las raíces ayudan a esos fuertes árboles a soportar las tormentas invernales así como el calor del verano. Las raíces profundas facilitan la supervivencia del roble gambel. Conforme esos brotes crecen aplena altura, las raíces siguen nutriendo, protegiendo y sosteniéndolos.

Podemos aprender una lección del roble gambel. Debemos disfrutar de los bellos otoños y primaveras, pero recordar siempre que pronto llegará el clima más inclemente. Inevitablemente, los veranos calurosos siguen a la primavera, y los fríos días invernal es al otoño. Es el orden de la naturaleza. También es el orden de la nuestra vida. Aunque disfrutamos épocas de descanso, comodidad y dicha, debemos estar preparados para las pruebas de la vida que sea vecinan.

Sin importar dónde sea nuestro hogar, todos tenemos experiencias que son como veranos calurosos e inviernos fríos. Tenemos épocas fáciles y difíciles, éxitos y fracasos, momentos de salud y enfermedad, períodos de dicha y momentos de pesar y dolor. La vida no es estática. No es sencilla. Todos tenemos momentos que desilusionan y otros que deleitan.

La vida es semejante para todos nosotros en otros aspectos también. A todos nos rodean la cultura y las tradiciones de nuestras comunidades y países natales. Algunas de esas influencias son buenas y otras no lo son; algunas no se levarán y otras nos rebajarán y degradarán. A nuestros hogares los puede bendecir la luz del Evangelio o devastar la desobediencia a los mandamientos de Dios. El ejemplo de los amigos puede ser excelente o terrible. Ninguno de nosotros sabe dónde nos hallará la vida. No podemos predecir totalmente nuestra futura salud ni economía. No podemos predecir los efectos de la guerra ni del clima. En la vida hay ciclos y estaciones. Hay diversas circunstancias ajenas a nuestro control que nos imponen dificultades a todos.

A diferencia de los árboles, podemos escoger y cultivar de liberadamente la estructura espiritual de la raíz de nuestra vida. Nosotros decidimos dónde arraigarnos y cuán profundamente hundir las raíces en el suelo. Las decisiones diarias marcan diminutas y casi imperceptibles diferencias en las raíces de nuestra fe, cuyo efecto llega a ser fundamental. Ya que ignoramos cuándo y cómo vendrán nuestras dificultades, y cuánto tiempo durarán nuestras estaciones personales de invierno o verano, debemos arraigarnos tan profundamente como podamos en la única fuente real de alimento para nuestra alma: el Señor Jesucristo. Él quiere que tengamos vida en abundancia; nos invita a venira Él. Dijo: “Aprende de mí y escucha mis palabras; camina en la mansedumbre de mi Espíritu, y en mí tendrás paz”7.

Cultivamos fortaleza de alma para afrontar las tempestades de la vida al aprender de Él. Aprendemos mediante el estudio y la oración. Aprendemos al observar los ejemplos derectitud. Aprendemos al servir a los demás a fin de servirlo a Él8. Aprendemos al procurar emularlo de cualquier modo que podamos.

Escuchar significa dar oído y prestar atención, y no solo oír. Lo escuchamos en el estudio de las Escrituras en privado. Lo escuchamos en la reunión sacramental y en el templo. Lo escuchamos en la “voz apacible y delicada”9. Lo escuchamos en la voz de los profetas y apóstoles vivientes. Escuchar detenidamente nos recuerda que “no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale del aboca de Dios”10. Fortalecemos nuestras raíces con el crecimiento gradual y paso a paso. Conforme escuchamos, seguimos la senda por donde Él anduvo. Él es el inicio y el final de la senda que conduce a la vida en abundancia. Él es la senda entera y la luz que la ilumina11. Él es “el camino, y la verdad y la vida”12.

No hay secretos ni sorpresas sobre lo que hemos de hacer para cultivar nuestras raíces: debemos guardar los mandamientos de Dios. Aunque podemos enumerar rápidamente una lista de lo que debemos hacer, todos hallamos que es más fácil enumerar lo que hacerlo. Nuestra capacidad de hacer Su voluntad aumenta al hacerla. Se vuelve más fácil porque aumentan nuestra convicción y fe. Al perseverar fielmente en poner en práctica los fundamentos del Evangelio en nuestra vida, el Señor nos bendice con mayor fortaleza interior.

La adoración digna y meditativa es una contribución importante a la profundidad de las raíces espirituales. Asistir a la reunión sacramental con reverencia y tomar la Santa Cena con verdad era intención hacen del día de reposo algo más que solo otro domingo. No podemos hundir bien nuestras raíces salvo que lo “[recordemos] siempre”13. Cuando nos preparamos antes de las reuniones, el día de reposo llega a ser una experiencia más edificante para nosotros. Al contemplar nuestra necesidad del perdón y la bendición detener siempre el Espíritu con nosotros, comenzamos a ver la capilla como un santuario y la Santa Cena como un momento de santificación.

Por esa razón, hay algunas cosas que siempre debemos llevar a la sistir a la Iglesia. Entre ellas se destacan un corazón que brantado y un espíritu contrito. Debemos iran helosos por procurar y sentir las bendiciones de la Expiación. Igualmente, siempre debemos dejar algunas cosas en casa. Los pensamientos sobre los deportes, el entretenimiento y las compras deben que dar cerrados bajo llave en un armario en casa, el cual hemos de abrir cualquier otro día, salvo el día de reposo. La auténtica adoración fomenta la conversión real. Nos ayuda a arraigar nuestra fe bien profundamente, donde hallamos un reserva espiritual, que “será en [nosotros] una fuente de agua que brote para vida eterna”14.

Pablo escribió:

“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él,

“arraigados y sobre edificados en él, y confirmados en la fe, así como seos ha enseñado”15.

Las raíces también se benefician por la oposición. De vez en cuando, el viento debes oplar y el clima debe ser severo si queremos adquirir fortaleza real. Debe hacerse un esfuerzo para aguantar, para resistir el viento y el clima, si queremos ser fuertes. Cuando sopla un fuerte viento, derriba con facilidad el árbol que no se ha afianzado bien en el suelo. De modo semejante, debe haber algunas estaciones secas, o las raíces no se hundirán para buscar agua. Por otra parte, demasiada agua debilitará el árbol, al dejar que las raíces se mantengan cerca de la superficie sin lograr suficiente profundidad.

Sino pasamos algunas tormentas personales y algo de sequía, nuestras raíces jamás tendrán la oportunidad de fortalecerse. Si todo es sencillo, no maduran. Irónicamente, la navegación tranquila es toda una prueba y bastante difícil. La ausencia de problemas puede debilitarnos, sino tenemos cuidado. Podríamos no “[cuidarnos] a [nosotros] mismos, y [nuestros] pensamientos, y [nuestras] palabras y [nuestras] obras, y … no [observar] los mandamientos de Dios ni [perseverar] en la fe”16 sin una prueba que nos doble las rodillas y obre en nuestro corazón.

Por otra parte, tampoco debemos andar en busca de pruebas y tribulaciones. La vida tiene su propia manera de darnos aflicciones a todos, aun cuando demos lo mejor de nosotros. Salvo que tomemos decisiones terribles, que siempre resultan entrage dia, por lo general no escogemos cuándo ni cómo nos llegarán los problemas de la vida. Pero ciertamente sí decidimos a diario cómo nos prepararemos para ellos. Por ello el recordatorio de Josué: “Escogeos hoy a quién sirváis”17.

Aquí hay otro recordatorio:

“Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella.

“Porque estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”18.

No debería sorprendernos sufrir falta de fe si andamos por los bordes del sendero estrecho y angosto. Lo que hacemos y no hacemos sí importa, porque las acciones tienen consecuencias, así como la falta de ellas. Cuando no prestamos atención a las acciones pequeñas, diarias y repetitivas pero esencial es del creer, debilitamos nuestras raíces. Con el tiempo, lentamente nos apartamos de Dios. Así, pues, la forma en que nos hablamos unos a otros, los libros y artículos que leemos, los programas de televisión y las películas que vemos, lo que no leemos y lo que nunca debemos ver, los chistes que decimos o los que decidimos no oír, y mucho menos repetir, todo el lo refleja en qué parte del sender o estrecho y angosto estamos: en el centro o en los bordes. No podemos decir que nutrimos las raíces si lo que hacemos y lo que no hacemos no a punta a hacernos mejores santos. La seguridad solo se encuentra en el centro del sendero estrecho y angosto.

No hay mejor modelo de vida en ningún lugar, no hay modo más seguro de hallar la paz y la senda hacia a delante que seguir al Señor Jesucristo. Su nombre es el único nombre dado debajo del cielo con el poder de hacer nuestra vida más celestial. No hay ninguna otra persona a quien podamos contemplar que tenga el poder salvador, renovador y transformador que el Salvador tiene.

Se nos ha advertido sobre lo que ocurre sinos volvemos a otra persona u otra cosa en busca de sentido y propósito supremos. Las palabras de Judas captan el inevitable vacío de la vida que con el tiempo rodea a quienes eligena otra persona o cosa en vez de al Salvador: “Nubes sin agua, las cuales son llevadas de acá para allá por los vientos; árboles marchitos como en otoño, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados”19.

Nuestra alma debe estar tan profundamente arraigada en Cristo como para poder soportar cualquier dificultad, triunfar sobre cualquier aflicción, resistir cualquier ataque a nuestra fe, y llegar a ser como el roble: firme, inamovible y seguro, sin importar el calor del día ni la fuerza de la tormenta. Esa clase de firmeza trasciende el tiempo y sobrevive a todo enemigo, a una los sutiles, invisibles e insidiosos.

Helamán nos enseña cómo la promesa de la fortaleza de la roca depende de que edifiquemos nuestra vida sobre el Redentor: “Ya hora bien, recordad, hijos míos, recordad que es sobre la roca de nuestro Redentor, el cuales Cristo, el Hijo de Dios, donde debéis establecer vuestro fundamento, para que cuando el diablo lance sus impetuosos vientos, sí, sus dardos en el torbellino, sí, cuando todo su granizo y furiosa tormenta os azoten, es tono tenga poder para arrastraros a la bismo de miseria y angustia sin fin, a causa de la roca sobre la cual estáis edificados, que es un fundamento seguro, un fundamento sobre el cual, si los hombres edifican, no caerán”20.

La belleza de los Jardines Butchart

Ahora que hemos visto las raíces, vamos a ver las flores conforme consideramos el segundo ejemplo; la belleza de los Jardines de Butchart:

En 1904, Robert Butchart y su esposa, Jennie, se mudaron al extremo sur de la isla de Vancouver, en Columbia Británica, Canadá. Robert Butchart era un empresario del cemento y necesitaba piedra caliza para el aborar su producto. Abrió una cantera de piedra caliza a cielo abierto cerca de lo que hoy es la Ciudad de Victoria. Con la piedra caliza producía cal, un ingrediente clave del cemento. Cerca de la cantera, los Butchart construyeron una casa, una cancha de tenis, y plantaron rosales y guisantes [chícharos].

Con el tiempo, sea gotaron las reservas de caliza en algunas partes de la cantera. Pronto la cantera dejó de utilizarse. Lo que quedó era un hoy o grande y feo en los terrenos, lleno de trozos de piedra que brados y mellados. Al advertirlo que suce día, Jennie Butchart decidió convertir aquel hoyo rocoso en la tierra en un jardín. Trajo toneladas de tierra fértil a la cantera con carromatos tirados a caballo y las depositó en el fondo de esta. Empezó a plantar flores, arbustos y árboles en lazona y, con el tiempo, creó uno de los jardines más famosos del mundo, el famoso “Jardín Hundido”. Pero no se de tuvo allí.

Jennie siguió ampliando y añadiendo variedad al jardín. Los Butchart viajaban por todo el mundo, recolectando variedades de flores, arbustos y árboles exóticos para los jardines en expansión. Entre 1906 y 1929, los Butchart crearon el Jardín Japonés, el Jardín Italiano, el Jardín Mediterráneo, y el hermoso Jardín de las Rosas, además del Jardín Hundido. Los jardines abarcan más de veinte hectáreas y hoy son un sitio histórico nacional de Canadá.

Son el maravilloso resultado de años de paciente y minucioso trabajo. Asimismo, son un testimonio de lo que puede hacer secuando alguien tiene la capacidad de ver cómo se puede crear belleza en un lugar horrible. El sitio web del jardín, del que provienen estos datos, informa que casi un millón de personas visita los jardines al año21.

Hay algo de cantera de caliza dentro de todos nosotros. Por seguridad, venimos del mundo preterrenal “con destellos celestiales”22. Venimos con fortalezas y capacidades espirituales que cultivamos allí; pero también venimos arrastrando algunas debilidades. No éramos perfectos allí y no llegamos perfectos aquí; inocentes sí, pero perfectos no.

Consideremos un poco nuestra propia cantera de caliza. Nacemos en un mundo caído y he redamos una naturaleza caída, “porque el hombre natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de Adán”23. Nuestro yo interior, el espíritu masculino o femenino que somos, tiene debilidades y flaquezas. Tenemos características individuales no deseables que no hemos doble gadoplenamente y defectos que no hemos superado. Hemos cometido algunos errores en el sendero de la vida. Seguimos haciéndolo cada día. Pudo haber habido momentos depecado grave, del tipo que paraliza el crecimiento espiritual. Es probable que haya habido momentos en que hayamos sido crueles, impacientes o perezosos. Quizá hayamos tenido prioridades equivocadas o tenido oportunidades que no aprovechamos. Todos tenemos nuestras propias ineptitudes e insuficiencias.

También pueden existir dentro de nosotros otras clases de canteras de caliza que ofrecen gran dificultad. Algunos aquí presentes hoy han su frido terribles maltratos, que pueden dejar enormes heridas emocionales que sanan lentamente y recuerdos que atormentan. Otros pueden tener problemas con abuso de drogas o alcohol, o quizá vean pornografía. Algunos padecen depresión, enfermedades u otros males.

La vida en abundancia que ofrece el Salvador brinda un remedio para todas las canteras de caliza de nuestras almas. Sin importar cuán áspera sea la roca ni feas las carencias de nuestra alma, sin importar cuán poco atractivo sea nuestro interior, podemos ser sanados y embellecidos. La belleza perfecta del alma del Salvador es nuestro ejemplo.

Qué maravilloso es que el Hijo del Hombre, cuya alma era un jardín de virtudes, haya padecido en un jardín para que nosotros también podamos plantar las semillas de las virtudes en nuestra alma. Sea cual sea el sufrimiento al que hayamos estado sujetoso la profundidad a la que nos hayamos dejado caer, podemos cultivar la belleza del alma. Es “gloria en lugar de ceniza”24. Son flores que brotan en una cantera de pie dracaliza. Es la adquisición gradual de los atributos de Cristo en un alma con las cicatrices de los problemas y peligros de la vida. Se logra debido a Su amor por nosotros y mediante Sugracia. Se alcanza a través del poder de Su expiación y bajo las condiciones del arrepentimiento continuo y sincero.

Sorprendentemente, podemos ser sanados; podemos llegar a ser algo bello y valioso. Se nos promete que podemos llegar a ser nuestra propia versión interior de los Jardines Butchart. El hacerlo es parte esencial del Plan de Salvación; una preparación para volver a la presencia de Dios.

Si todo esto parece un tanto milagroso, es porque lo es. Alma, el hijo de Alma, había sido “un hombre muy malvado e idólatra”25. Su padre era el profeta y el sumo sacerdote presidente de la Iglesia. Pero Alma y sus amigos, los hijos del rey Mosíah, andaban “tratando de destruir la iglesia y descarriar al pueblo del Señor”26. Mientras viajaban en su empeño por lograrlo, se les apareció un ángel. La experiencia los cambió a todos para siempre.

Alma experimentó una conversión milagrosa y enseñó que “todo el género humano, sí, hombres y mujeres, toda nación, tribu, lengua y pueblo, deban nacer otra vez; sí, nacer de Dios, ser cambiados de su estado carnal y caído, aun estado de rectitud, siendo redimidos por Dios, convirtiéndose en sus hijos e hijas;

“y así llegan a ser nuevas criaturas; y a menos que hagan esto, de ningún modo pueden he redar el reino de Dios”27.

Cuando nos bautizamos, se pultamos simbólicamente al viejo hombre o mujer depecado con nuestra inmersión, y después salimos del agua a una nueva vida como nuevas criaturas. El rey Benjamín enseñó que “a causa del convenio que habéis hecho, seréis llamados progenie de Cristo, hijos e hijas de él, porque he aquí, hoy él os ha engendrado espiritualmente; pues decís que vuestros corazones han cambiado por medio de la fe en su nombre; por tanto, habéis nacido de él y habéis llegado a ser sus hijos y sus hijas”28.

Las personas pueden recibir un testimonio rápidamente y a menudo lo hacen. A demás, hay muchos ejemplos de personas y grupos de personas que han escuchado el Evangelio y experimentado “un potente cambio” en el corazón en un breve período, de modo que “ya no [tuvieron] más disposición a obrar mal, sino a hacerlo buen ocontinuamente”29. Este potente cambio es ser “engendrado” espiritualmente.

Sin embargo, por lo general, obtener un testimonio y experimentar un potente cambio son pasos de un proceso de toda la vida de crecimiento y refinamiento. La mejora de nuestro ser mismo, en la esencia de nuestra alma, ocurre de forma gradual30. Jennie Butchart trabajó en su jardín durante 25 años a fin de producir una frondosa belleza donde antes había habido caos y fealdad. Requiere una vida y más refinar plenamente el hombre o la mujer de nuestro interior.

El Salvador gradualmente llena los hoyos de nuestra alma y sana las heridas que nos hemos infligido o nos han causado otras personas. El Señor nos da “línea por línea, precepto por precepto, un poco aquí y un poco allí; y benditos son aquellos que escuchan mis preceptos y prestan atención a mis consejos, porque aprenderán sabiduría; pues aqui en reciba, le daré más”31. Él añade a nuestra alma virtud sobre virtud y nos da gracia sobre gracia32 conforme nos esforzamos por ser puros y adquirir a tributos cristianos.

Es importante no llegar a ser autocomplacientes ante cualquier progreso interior que ya hayamos logrado, ni debemos “[cansarnos] de hacer lo bueno”33. Más bien, seguimos adelante constantemente.

Pedro nos insta a seguir de virtud en virtud, dando pasos sucesivos casi como si los diésemos uno encima de otro. Escribió:

“Poned toda diligencia en añadir a vuestra fevirtud; ya la virtud, conocimiento;

y al conocimiento, templanza; y a la templanza, paciencia; y a la paciencia, piedad;

y a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.

“Porque si en vosotros están estas cosas y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo”34.

Con el tiempo, el proceso decrecimiento y refinamientos e acelera: “Porque la inteligencia sea llega a la inteligencia; las abiduría recibe a las abiduría; la verdad abraza a la verdad; la virtud ama a la virtud; la luz sea llega a la luz; la misericordia tiene compasión de la misericordia y reclamalo suyo; la justicia sigue su curso y reclamalo suyo”35.

Es por eso que el ejemplo del trabajo de Jennie Butchart durante veinticinco años para crear sus jardines estan aleccionador. Uno la imagina a ella y a los que trabajaron con ella plantando un arbusto aquí, una mata de hiedra allá, y un árbol por el camino. Es fácil imaginar su planificación y organización, procurando que cada nueva flor y cada nuevo arbusto estuvieran en el lugar correcto. El proceso decrecimiento en los atributos de Cristo es el equivalente espiritual de agregar a un jardín árboles, arbustos y flores uno a uno, y luego nutrirlos hasta la madurez. El efecto inmediato de plantar alguna virtud en particular en nuestra alma quizá no sea sorprendente, pero si seguimos plantando y nutriendo con fe, gradualmente, con el tiempo, el jardín del alma creceen belleza. Nuestra vida comienza a ser abundante en todo sentido tocante a la rectitud.

Ahora les pido que mediten sobre esta pregunta: ¿qué van a plantar hoy para embellecer el jardín de su alma? Por favor, compartan su respuesta en los medios sociales con el #LDSdevo. Me encantaría oír de ustedes.

Isaías plasmó en pocas palabras la esencia de lo que significa estar arraigado en el Señor Jesucristo y producir cual fruto en nuestra alma parte de los atributos del Salvador. Escribió: “Y Jehová te guiará siempre, y en las sequías saciará tu alma y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego y como manantial cuyas aguas nunca faltan”36.

El Salvador, Jesucristo, es el ejemplo de toda virtud. Él fue el único hombre perfecto que habrá de vivir. Él expió nuestros pecados; mediante Su expiación, podemos ser mujeres y hombres de Cristo. Se nos puede limpiar, cambiar, sanar y refinar. Nuestras almas pueden llegar a ser hermosuras.

Ruego que podamos contemplar “el Hombre” más plenamente. Ruego que lo emulemos con mayor adoración. Ruego que lo sigamos más anhelosamente. Ruego que hundamos más nuestras raíces en el suelo de la salvación hasta que descansen sobre Él, “la Roca de nuestro Redentor”37. Ruego que podamos gozar cada vez más de la bendición de la vida en abundancia que Él ofrece y llegar a ser como huerto de riego. En el nombre de Jesucristo. Amén.