Invítelos a actuar con fe

Ayudar a otras personas a adquirir conocimiento espiritual

Anime a los alumnos a recordar experiencias que hayan tenido en las que sintieron el Espíritu Santo, y a aferrarse a las verdades que han aprendido hasta que reciban más conocimiento.

Sugerencias

  • Invite a los alumnos a meditar sobre cómo su comprensión y testimonio del Evangelio pueden ayudarlos a resolver sus preocupaciones.

  • Invite a los alumnos a reflexionar sobre sus experiencias espirituales pasadas haciéndoles preguntas que comiencen con frases como: “En qué ocasión han sentido…?”. “Piensen en alguna ocasión en la que…”. ¿De qué manera es diferente su vida debido a…?”. “¿Cuándo han visto…?”.

  • Invite a los alumnos a llevar un diario personal para registrar sus respuestas a esas preguntas o sus sentimientos acerca de otras verdades del Evangelio en las que creen. Anímelos a consultar su diario a medida que continúan adquiriendo conocimiento espiritual.

Recursos adicionales

El élder Paul V. Johnson, de los Setenta, enseñó que “la verdadera protección para nosotros y nuestros alumnos radica en tener un poderoso conocimiento espiritual que viene de buscar y aprender apropiadamente de experiencias espirituales pasadas” (Paul V. Johnson, “Un modelo para aprender temas espirituales” [Transmisión vía satélite de Seminarios e Institutos de Religión, 7 de agosto de 2012]).

El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, también habló de este principio:

“Una de mis actividades preferidas como líder del sacerdocio es visitar a los miembros en sus hogares. Disfruto en particular de saludar a los miembros a los que se suele describir como ‘menos activos’ y de conversar con ellos.

“Durante los años en los que fui presidente de estaca, acostumbraba ponerme en contacto con alguno de los obispos y le solicitaba que, tras orar sobre ello, seleccionase a personas o a familias a las que podríamos visitar juntos…

“Nuestras visitas eran sencillas y precisas. Expresábamos a los miembros afecto y gratitud por la oportunidad de encontrarnos en su casa, y les reiterábamos que habíamos llegado hasta allí como siervos del Señor comisionados por Él. Además, les poníamos de relieve el hecho de que los echábamos de menos y de que los necesitábamos, al mismo tiempo que ellos necesitaban las bendiciones del Evangelio restaurado…

“El obispo y yo los escuchábamos con atención y con sinceridad, y en seguida, uno de nosotros les preguntaba acerca de su conversión al Evangelio restaurado y de su testimonio de este. Mientras conversábamos, a esas buenas personas se les llenaban los ojos de lágrimas al recordar el testimonio confirmador del Espíritu Santo y describir sus anteriores experiencias espirituales. La mayoría de las personas ‘menos activas’ a las que he visitado tenían un testimonio perceptible y tierno de la veracidad del Evangelio restaurado” (David A. Bednar, “Y no hay para ellos tropiezo”, Liahona, noviembre de 2006, pág. 89).

Después de compartir el relato de un padre que llevó a su afligido hijo al Salvador para ser sanado (véase Marcos 9:14–29), el élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:

“En momentos de temor o duda, o en tiempos de dificultad, mantengan la fe que ya han cultivado, a pesar de que esa fe sea limitada. En el proceso para progresar por el que todos tenemos que pasar en la mortalidad, todos pasaremos por algo que en el aspecto espiritual será similar al sufrimiento de ese muchacho o a la desesperación de ese padre. Cuando lleguen esos momentos y surjan los problemas, y la resolución de esos problemas no sea inmediata, aférrense al conocimiento que ya tienen y manténganse firmes hasta que reciban más conocimiento. Fue en referencia a este preciso incidente, este milagro específico que Jesús dijo: ‘… si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible’ [Mateo 17:20]. La cantidad de fe que tengan o el grado de conocimiento que posean no es lo que importa; es la integridad que demuestren hacia la fe que ya tienen y hacia la verdad que ya conocen” (Jeffrey R. Holland, “Creo”, Liahona, mayo de 2013, pág. 94).

Invite a los alumnos a estudiar las Escrituras, los consejos proféticos y otras fuentes que los edifiquen, entre ellas la página de Temas del Evangelio en LDS.org.

Sugerencias

  • Invite a los alumnos a constantemente atesorar y confiar en las Escrituras y las enseñanzas de los profetas de los últimos días como la fuente principal en su búsqueda de la verdad. Guíelos para que busquen más comprensión por medio de las fuentes espirituales así como el consejo de sus padres y líderes del sacerdocio y otros líderes.

  • Ayude a los alumnos a reconocer fuentes adicionales que estén en armonía con los principios para adquirir conocimiento espiritual, entre ellos mormon.org o la página de Temas del Evangelio en LDS.org. Visiten juntos algunos de esos sitios e invite a los alumnos a estudiar esos recursos por sí mismos.

Recursos adicionales

El presidente Russell M. Nelson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó lo siguiente:

“Las Escrituras proporcionan una de las mejores maneras de hallar nuestro camino y permanecer en él. El conocimiento de las Escrituras también proporciona protección valiosa. Por ejemplo, a lo largo de la historia, infecciones como la ‘fiebre del parto’ cobraron la vida de muchas madres y bebés inocentes. Sin embargo, ¡en el Antiguo Testamento ya constaban hacía más de 3000 años los principios correctos para tratar a personas con infecciones [véase Levítico 15:13]! ¡Muchos perecieron porque el hombre, en su búsqueda del conocimiento, hizo caso omiso a la palabra del Señor!

“Mis queridos hermanos y hermanas, ¿qué falta en nuestra vida si ‘siempre [estamos] aprendiendo, pero nunca [llegamos] al conocimiento de la verdad’ [2 Timoteo 3:7]? Podemos lograr mucho conocimiento gracias a las Escrituras y obtener inspiración mediante las oraciones de fe” (Russell M. Nelson, “Manifiesten su fe”, Liahona, mayo de 2014, pág. 30).

El élder Robert D. Hales, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó: “En décadas recientes, la Iglesia, en mayor parte, no ha tenido que afrontar los terribles malentendidos ni las persecuciones que vivieron los primeros santos; esto no siempre será así. El mundo se aleja del Señor más rápido y más lejos que nunca. El adversario ejerce su poder e influencia sobre la tierra. Vemos, oímos, leemos, estudiamos y compartimos las palabras de los profetas a fin de estar prevenidos y recibir protección” (Robert D. Hales, “La conferencia general: Fortalece la fe y el testimonio”, Liahona, noviembre de 2013, pág. 7).

La hermana Bonnie L. Oscarson, Presidenta General de las Mujeres Jóvenes, dijo: “¿Debería sorprendernos que las personas todavía duden de que José Smith sea el Profeta de la Restauración, que encuentren faltas en él y no crean en su divina misión? Fue profetizado desde el principio de la Restauración. La diferencia en nuestros días es que aquellos que desean calumniar y criticar al profeta José Smith tienen en la punta de sus dedos una poderosa autopista de la información llamada internet, y que cualquiera que tenga un iPad, celular o computadora puede encontrar las falsedades y las mentiras con el clic de un botón. Espero que podamos enseñar a nuestra juventud a discernir cuando se trata de lo que leen en internet. Como padres y como maestros, podemos enseñar a nuestros jóvenes a escoger fuentes e información que edifiquen la fe y el testimonio en José Smith en lugar de aquellas que siembran dudas y perpetúan falsedades. Estas cosas han estado ahí durante años, y ahora se reinventan como algo nuevo e impactante” (Bonnie L. Oscarson, “Expectativas más altas”, Transmisión vía satélite de Seminarios e Institutos de Religión, 5 de agosto de 2014).

Invite a los alumnos a actuar con fe buscando la ayuda del Padre Celestial por medio de la oración y la obediencia a los mandamientos.

Sugerencias

  • Invite a los alumnos a hacer continuamente las cosas que invitan la compañía y la guía del Espíritu en su vida.
  • Mientras esperan que el Señor les envíe conocimiento espiritual adicional, anime a los alumnos a aplicar los principios y las prácticas para adquirir conocimiento espiritual:

o Continuar orando y siendo obedientes.

o Procurar aprender mediante el estudio y el actuar con fe.

o Reflexionar sobre las ocasiones en las que han sentido la influencia o la guía del Espíritu.

o Estudiar las Escrituras o las palabras de los profetas vivientes y registrar las impresiones espirituales en un diario personal.

o Compartir verdades, impresiones espirituales o el testimonio con los demás.

Recursos adicionales

El antiguo profeta Alma enseñó este principio:

“He aquí, os testifico que yo sé que estas cosas de que he hablado son verdaderas. Y, ¿cómo suponéis que yo sé de su certeza?

“He aquí, os digo que el Santo Espíritu de Dios me las hace saber. He aquí, he ayunado y orado muchos días para poder saber estas cosas por mí mismo” (Alma 5:45–46).

El presidente Thomas S. Monson expresó las siguientes verdades: “En esta era iluminada en que se ha restaurado la plenitud del Evangelio, no es necesario que ustedes ni yo viajemos por mares inexplorados o andemos por caminos desconocidos en busca de la verdad. Un Padre Celestial amoroso ha trazado nuestro curso y ha proporcionado una guía infalible: la obediencia. Recibimos un conocimiento de la verdad y la respuesta a nuestros más grandes interrogantes cuando somos obedientes a los mandamientos de Dios” (Thomas S. Monson, “La obediencia trae bendiciones”, Liahona, mayo de 2013, pág. 89).

El élder Paul V. Johnson, de los Setenta, explicó que “las respuestas a preguntas espirituales las reciben los que no endurecen su corazón, los que piden con fe, los que creen que recibirán y los que guardan diligentemente los mandamientos” (“Un modelo para aprender temas espirituales” [Transmisión vía satélite de Seminarios e Institutos de Religión, 7 de agosto de 2012]).

El élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo: “La respuesta del Señor a veces será: ‘No lo sabes todo, pero sabes lo suficiente’, lo suficiente para guardar los mandamientos y hacer lo correcto” (Neil L. Andersen, “Sabes lo suficiente”, Liahona, noviembre de 2008, pág. 13).