Principio de autosuficiencia 3: Sea obediente

17 February 2016

El tercer principio de la autosuficiencia del manual Mi fundamento es “sea obediente”. Al ser obedientes, podemos ser bendecidos tanto espiritual como temporalmente.

No creo que haya ninguna otra cualidad tan esencial para el éxito de cualquier tipo, como la cualidad de la perseverancia. Supera casi todo, incluso la naturaleza.

John D. Rockefeller

De qué manera la autodisciplina mejora nuestra vida temporal y espiritual

Admitámoslo: somos humanos; queremos tenerlo todo. Deseamos comer lo que queramos, trabajar cuando queramos, divertirnos más que trabajar y tener la relación ideal. Por desgracia, la vida no es así; de hecho, no era la intención que fuera así. No vinimos a esta tierra como seres perfectos, por lo que debemos aprender y progresar, y eso no es posible a menos que seamos probados. ¿Cuáles, pues, son las reglas del progreso?

La obediencia: la primera ley del cielo

“Hay una ley, irrevocablemente decretada en el cielo antes de la fundación de este mundo, sobre la cual todas las bendiciones se basan;

“y cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se basa” (D. y C. 130:20–21).

Por medio de la obediencia, podemos recibir las bendiciones prometidas, en esta vida y en la venidera. El profeta José Smith enseñó:

En la obediencia hay gozo y paz sin defecto y sin mezcla; y en vista de que Dios ha proyectado nuestra felicidad, así como la felicidad de todas Sus criaturas, Él jamás ha instituido, jamás instituirá una ordenanza ni dará mandamiento alguno a Su pueblo, que en su naturaleza no tenga por objeto promover esa felicidad que Él ha designado, y que no resulte en el mayor bien y gloria para aquellos que reciban Su ley y Sus ordenanzas. (Véase Enseñanzas del profeta José Smith, pág. 313).

¿Cómo podemos llegar a ser más obedientes?

La obediencia es una habilidad que debe desarrollarse por medio de la autodisciplina. La autodisciplina del Salvador era perfecta; Él sometió Su voluntad a la del Padre y estuvo dispuesto a padecer todas las cosas: “… Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). Con el ejemplo del Salvador como guía, podemos desarrollar la autodisciplina y aumentar nuestra capacidad de ser obedientes.

Los especialistas en la ciencia de la conducta afirman que ningún cambio se lleva a cabo sin motivación. ¿Qué podría ser más motivador que ver nuestras posibilidades eternas? Recuerde que cada uno de nosotros tiene un potencial divino: la posibilidad eterna de estar con nuestra familia para siempre. Mantener la vista en el ejemplo del Salvador y desarrollar nuestra fe en Él hace que aquella imagen de la familia eterna ocupe el primer lugar en nuestra mente.

Las cosas se pondrán difíciles; todos pasaremos por momentos en los que estaremos desanimados o abrumados, pero nuestro Padre Celestial no nos ha dejado solos en el desierto. Él nos dio una cuerda salvavidas: el Espíritu Santo. Podemos orar para pedir guía, confirmación de nuestras decisiones y energía para realizar las tareas que debemos llevar a cabo. Sin embargo, las respuestas llegarán solo si estamos obedeciendo los mandamientos.

Luego debemos aprender las habilidades necesarias para dirigir eficazmente nuestra vida. Una vez más, los especialistas en la ciencia conductual afirman que, para tener éxito, debemos controlar las cosas que podemos controlar (a lo que agregamos: tener fe cuando estamos en situaciones que no podemos controlar). Este es el arte de adquirir hábitos saludables: acostarse a una hora razonable, levantarse temprano y prepararse para el día leyendo las Escrituras y orando, y luego organizar el día; ser honesto, ser amable, dedicar tiempo para poner en práctica buenos hábitos diarios. Al hacerlo, hallará que aumenta su autodisciplina y se vuelve más fácil ser obediente. Algunas de las bendiciones de ser obediente se encuentran en la Palabra de Sabiduría:

Y todos los santos que se acuerden de guardar y hacer estas cosas, rindiendo obediencia a los mandamientos, recibirán salud en el ombligo y médula en los huesos;

y hallarán sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, sí, tesoros escondidos;

y correrán sin fatigarse, y andarán sin desmayar.

Y yo, el Señor, les prometo que el ángel destructor pasará de ellos, como de los hijos de Israel, y no los matará. Amén.

Por último, se necesita persistencia y corregir el curso de vez en cuando. El arrepentimiento no es solo para los pecados más graves; podemos arrepentirnos por no ser tan productivos como deberíamos y, a su vez, pedir la fortaleza para mejorar. Al final de cada día podemos evaluar cómo nos fue: escribir nuestros logros, las pequeñas consecuciones que nos hacen felices y hasta las relaciones que mejoraron o que fueron significativas. Escriba una pequeña nota sobre cualquier acto de servicio que haya realizado y de cómo se siente al respecto, cómo fue bendecido debido a sus esfuerzos y obediencia. Este simple hábito de autoevaluarse al final de cada día le ayudará a ver el progreso que esté logrando.

Los cambios no se producen de la noche a la mañana, pero, si perseveramos, se efectúan, y Dios nos bendecirá por ello.

La FELICIDAD es el propósito y el designio de la existencia. “Existen los hombres para que tengan gozo”. La virtud, la rectitud, la fidelidad, la santidad y el guardar los mandamientos de Dios conducen a una vida feliz; aquellos que siguen ese sendero no lo hacen con cara larga ni son santurrones, privándose de las alegrías de la existencia. (David O. McKay, Pathways to Happiness, pág. xi)