La familia actual: Creemos en los niños

“Al mirar a los ojos de un niño, vemos a un amigo hijo o hija de Dios que estuvo con nosotros en la vida premortal”, dijo el élder Neil L. Andersen del Quórum de los Doce Apóstoles. “Es el privilegio culminante de un esposo y una esposa que pueden tener hijos proporcionar cuerpos mortales para esos hijos espirituales de Dios. Creemos en las familias y creemos en los niños”.

El élder Andersen usó doctrinas y principios del Evangelio para enseñar en cuanto a los niños y en cuanto a la responsabilidad de los padres durante su discurso de la conferencia general de octubre de 2011.

Parte del plan del Padre Celestial

“Cuando a un esposo y a una esposa les nace un hijo, están cumpliendo parte del plan de nuestro Padre Celestial de traer hijos a la tierra”, dijo el élder Andersen. “El Señor dijo: ‘…ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre’. Antes de la inmortalidad, debe haber mortalidad”.

La Familia: Una Proclamación para el Mundo enseña que la familia es ordenada por Dios. “Las familias son fundamentales en el plan de nuestro Padre Celestial aquí en la tierra y a través de las eternidades”, dijo el élder Andersen. “Después de que Adán y Eva fueran unidos en matrimonio, en las Escrituras dice: ‘Y los bendijo Dios y les dijo Dios: Fructificad y multiplicaos; y henchid la tierra’. En nuestros días, los profetas y apóstoles han declarado: ‘El primer mandamiento que Dios les dio a Adán y a Eva se relacionaba con el potencial que, como esposo y esposa, tenían de ser padres. Declaramos que el mandamiento de Dios para Sus hijos de multiplicarse y henchir la tierra permanece en vigor’”.

“Este mandamiento no se ha olvidado ni se ha desechado en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Expresamos profunda gratitud por la enorme fe que demuestran los esposos y las esposas (especialmente nuestras esposas) en estar dispuestas a tener hijos”.

Acérquense al hacer sacrificios

“Por todo el mundo, ésta es una época de inestabilidad económica e incertidumbre financiera”, dijo el élder Andersen. Él citó al presidente Thomas S. Monson: “‘Si les preocupa el proveer económicamente para una esposa y una familia, permítanme asegurarles que no tiene nada de bochornoso el que una pareja sea frugal y economice. Por lo general, es durante estas épocas desafiantes que se unirán más como pareja al aprender a sacrificarse y tomar decisiones difíciles’”.

Actúen con fe

También citó al presidente Spencer W. Kimball (1895-1985, doceavo presidente de la Iglesia), contando acerca de cómo en una entrevista con un joven que estaba pensando en retrasar tener hijos para poder llegar a ser doctor, él le hizo esta pregunta penetrante: “¿Dónde está su fe?” Para encontrar la respuesta a la pregunta del presidente Kimball, el élder Andersen dijo que debemos acudir a las Sagradas Escrituras.

“Adán y Eva no tuvieron su primer hijo en el Jardín de Edén”, dijo él. “No fue en su hogar en Jerusalén, con oro, plata y cosas preciosas, que Lehi y Saríah, actuando con fe, tuvieron a sus hijos Jacob y José; fue en el desierto”.

Él dijo que Moisés fue un niño que nació por fe en un tiempo en que el Faraón mataba a los niños. “En la puerta de la casa no hubo ningún cartel de bienvenida para anunciar su nacimiento”, dijo él. Incluso el Señor Jesucristo nació en circunstancias humildes. “En la historia más querida sobre el nacimiento de un niño no hubo una habitación especialmente decorada ni una cuna de marca exclusiva, sólo un pesebre para el Salvador del mundo.

“En ‘el mejor de los tiempos [y]… [en] el peor de los tiempos’, los verdaderos santos de Dios, actuando con fe, nunca han olvidado, desechado ni descuidado ‘el mandamiento de Dios… de multiplicarse y henchir la tierra’. Vamos adelante con fe, reconociendo de nuevo que la decisión de cuántos hijos tener y cuándo tenerlos es asunto entre el esposo, la esposa y el Señor. En este asunto no debemos juzgarnos unos a otros”.

Las bendiciones vendrán

Dirigiéndose a aquellos que no pueden tener hijos, el élder Andersen dijo: “No siempre podemos explicar las dificultades de nuestra mortalidad; a veces la vida parece ser muy injusta, en especial cuando nuestro más grande deseo es hacer exactamente lo que el Señor ha mandado. Como siervo del Señor, les aseguro que esta promesa es cierta: ‘Los miembros fieles cuyas circunstancias no les permitan recibir las bendiciones del matrimonio eterno y de la paternidad en esta vida recibirán todas las bendiciones prometidas en las eternidades, siempre y cuando guarden los convenios que hayan hecho con Dios’”.

Modelos de conducta

El élder Russell M. Nelson del Quórum de los Doce Apóstoles hizo hincapié en la importancia de que los jóvenes adultos fieles sean modelos de conducta que, después de casarse, den su conocimiento del Evangelio a sus hijos.

“En un mundo en que la espiritualidad está decayendo”, dijo en su mensaje de un devocional, “ustedes, los jóvenes adultos de la Iglesia, entran en el escenario. Tienen firmes cimientos de fe. Son modelos a seguir, tanto en el noviazgo, como en el matrimonio; ustedes saben lo que está bien y lo que está mal. Se mantienen en los principios de rectitud; conocen las enseñanzas del Señor, y se las enseñarán a sus hijos y a sus nietos. Ustedes son la ‘Juventud de la promesa, esperanza de Sión’. Tienen mucho más poder espiritual del que nosotros tuvimos a su edad. Al continuar hacia adelante en el campo de batalla de la vida, se les cuenta entre ‘el pueblo del convenio del Señor,… dispersados sobre toda… la tierra;… y tenían por armas su rectitud y el poder de Dios en gran gloria’ (1 Nefi 14:14). Estamos muy, pero muy orgullosos de ustedes.

“Al mirar hacia atrás, la hermana Nelson y yo, podemos decir con sinceridad que nuestra familia y la membresía en la Iglesia son las cosas más importantes para nosotros. Cuán agradecidos estamos de haber escuchado el consejo de los líderes de la Iglesia de casarnos en el templo, traer niños a nuestra familia y servir al Señor. Si hubiéramos puesto nuestra educación por delante de nuestra familia, no seríamos tan bendecidos ahora. La educación fue un proceso largo para nosotros. Obtener dos títulos de doctor me llevó mucho tiempo. Después, pasamos muchos más años con dificultad para obtener una especialización en cirugía. No mandé una factura por servicios quirúrgicos hasta después de más de doce años de haber terminado la escuela de medicina. Para ese entonces, teníamos cinco hijos. De alguna manera, salimos hacia adelante”.

Un privilegio y un deber

En un mensaje de la Primera Presidencia que se publicó en las revistas Liahona y Ensign de junio de 2000, el presidente Thomas S. Monson compartió un mensaje acerca del privilegio y el deber que se da a los esposos y las esposas de crear familias. “Considero muy significativo el hecho de que Jesús amara tanto a estos pequeñitos que hacía poco habían salido de la preexistencia para venir a la tierra”, dijo él. “Los niños, en aquel entonces, como ahora, bendicen nuestra vida, despiertan nuestro amor y nos inspiran a hacer buenas obras.

“Con razón el poeta Wordsworth se expresa así de nuestro nacimiento: ‘Al salir de Dios, que fue nuestra morada, con destellos celestiales se ha vestido’.

“La mayoría de estos pequeños vienen a padres que los esperan ansiosamente, a padres y madres que se regocijan de tomar parte en el milagro que llamamos nacimiento. Ningún sacrificio es demasiado, ningún dolor muy grande, ninguna espera demasiado larga…

“Tenemos el solemne deber, el preciado privilegio, sí, la sagrada oportunidad, de recibir con amor en nuestro hogar y en nuestro corazón a los niños que enriquecen nuestra vida”.