Anímense y sigan al Salvador

El élder Oaks, a la derecha, saluda al presidente Cecil O. Samuelson, de la Universidad Brigham Young.

A pesar de que vivimos en tiempos difíciles, los graduados deben mirar con entusiasmo hacia un futuro lleno de esperanza, les aconsejaron los miembros del Quórum de los Doce Apóstoles en los mensajes de la ceremonia de graduación pronunciados en tres diferentes instituciones académicas de la Iglesia.

El élder Dallin H. Oaks habló en la Universidad Brigham Young en Provo, Utah, el 19 de abril de 2012; el élder M. Russell Ballard habló en la Universidad Brigham Young-Idaho en Rexburg, Idaho, el 6 de abril; y el élder D. Todd Christofferson discursó en la ceremonia de graduación de primavera en LDS Business College (Instituto Superior de Comercio LDS) en Salt Lake City, Utah, el 14 de abril.

El élder Oaks en BYU

Al hablar de los desafíos que enfrenta el mundo—las guerras, los desastres naturales y económicos y el retroceso de las normas morales, el élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo a los graduados que mirasen hacia el futuro con fe.

“Aunque el corazón de las personas desfallezca, ustedes tienen que animarse. Siempre hubo tiempos difíciles”, dijo el élder Oaks. “Nosotros, las generaciones de sus predecesores, hemos sobrevivido a grandes dificultades y ustedes también lo harán. La respuesta a todas estas dificultades es el misma de siempre. Tenemos un Salvador y Él nos ha enseñado lo que debemos hacer”.

Citando al segundo presidente de la Iglesia, Brigham Young (1801–1877), el élder Oaks se centró en los principios de autosuficiencia. “En lugar de averiguar qué podría hacer el Señor por nosotros, preguntémonos qué podemos hacer por nosotros mismos. En tanto que podamos ser autosuficientes, nuestro deber es serlo”.

Continuó la cita: “¿Tengo alguna buena razón para decirle a mi Padre Celestial: ‘Pelea mis batallas’, cuando Él me ha dado la espada para que la empuñe, y el brazo y el cerebro, para que luche por mí mismo? ¿Puedo pedirle que pelee mis batallas, mientras que yo me siento tranquilamente a esperar que Él lo haga? No puedo… Me parece absurdo esperar que Dios haga por mí lo que yo puedo hacer por mí mismo”.

El élder Oaks también señaló que es nuestra responsabilidad el buscar las cosas de Dios. Dijo que Brigham Young enseñó que “tenemos el deber de saber estas verdades eternas por nosotros mismos”.

El élder Oaks dijo que cuando los santos sufren las críticas y las persecuciones del mundo, harían bien en recordar otra declaración de Brigham Young:

“Cada vez que persiguen y tratan de destruir a este pueblo, nos enaltecen, se debilitan a sí mismos y fortalecen nuestra condición. Y cada vez que se disponen a reducir nuestro número, lo aumentan. Y cuando tratan de destruir la fe y la virtud de este pueblo, el Señor fortalece a los débiles y aumenta en los indecisos la fe y el poder en Dios, la luz y la inteligencia”.

El élder Ballard en BYU-Idaho

El élder Ballard saluda a un graduado bajo la mirada del presidente de BYU-Idaho, Kim B. Clark.

“Les insto a que se comprometan con ustedes mismos y con el Padre Celestial a dedicar su vida y a consagrar su tiempo y talentos para la edificación de la Iglesia de Jesucristo en espera de la Segunda Venida del Salvador”, dijo el élder Ballard.

“Dejen que el motivo de sus pensamientos y acciones sea glorificar a Dios y bendecir a su prójimo. Dejen que este deseo les inspire a dar la bienvenida a cada día con entusiasmo. Permitan que eso sea la fuerza motriz de sus pensamientos y acciones durante cada día. Si lo hacen, serán bendecidos en medio de un mundo que está rápidamente perdiendo su dirección, y ustedes y sus seres queridos se sentirán seguros y serán felices”.

Una época de maldad

El élder Ballard habló a los graduados y a sus familiares acerca de la incertidumbre y el peligro a los que se enfrentan en el mundo actual. Habló de la pérdida de las normas de moralidad; la ruptura continua de la integridad, la honradez y la rectitud de los líderes; de guerras entre naciones; y de la guerra entre el bien y el mal.

Citando al decimoquinto presidente de la Iglesia, Gordon B. Hinckley (1910–2008), el élder Ballard dijo: “Vivimos en una época en la que los hombres violentos hacen cosas terribles e infames. Vivimos en una época de guerra. Vivimos en una época de arrogancia. Vivimos en una época de maldad, pornografía e inmoralidad. Todos los pecados de Sodoma y Gomorra afligen a nuestra sociedad. Jamás nuestra gente joven ha enfrentado más grandes desafíos. Jamás hemos visto en forma más clara la lasciva cara de la maldad”.

El élder Ballard continuó diciendo que debido a las Escrituras, las circunstancias del mundo no son una sorpresa, muchos profetas de la antigüedad testificaron que vendrían tales tiempos.

Una época de luz

“Saben que todavía experimentaremos algunas cosas desagradables, porque el diablo continúa con sus intentos para lograr sus malos designios. Al mismo tiempo, los profetas de antaño que vieron nuestros días, que vieron la generación de ustedes, sabían que este tiempo —el de ustedes— sería una época de luz y asombro, como nunca antes había experimentado el mundo”.

El élder Ballard les recordó a los alumnos las palabras del Señor que proporcionaron calma y seguridad a José Smith: “…[sed] de buen ánimo, porque yo os guiaré”.

Reemplacen el miedo con fe

Animó a los asistentes a reemplazar el miedo con la fe en Dios y en el poder de la expiación de Jesucristo y a afrontar el futuro con optimismo.

“Al pensar en su futuro, deben estar llenos de fe y esperanza. Recuerden siempre que Jesucristo, el creador del universo, el arquitecto de nuestra salvación y la cabeza de esta Iglesia es quien tiene el control. Él no le permitirá que su obra fracase. Saldrá victorioso sobre toda oscuridad y mal.

“Él nos invita a todos, los miembros de su Iglesia y a otras personas que son de corazón sincero, a unirse a la batalla en favor de las almas de los hombres. Junto con todo lo demás que hagamos en la vida, debemos también dedicar y consagrar nuestro corazón, alma, mente y fuerza a Su causa, andando con fe y trabajando con convicción”.

El élder Christofferson en el LDS Business College (Instituto Superior de Comercio LDS)

El élder Christofferson, en el centro, y el élder Jeffrey R. Holland, también del Quórum de los Doce Apóstoles, saludan a un graduado de LDS Business College (Instituto Superior de Comercio LDS). El élder Holland asistió a la ceremonia de graduación con su esposa, Patricia, quien recibió una condecoración.

“Entre todos los propósitos posibles y dignos para la educación y capacitación, espero que, o bien hayan venido aquí con un deseo específico por encima de cualquier otro, o que lo hayan desarrollado durante su estadía aquí”, dijo el élder Christofferson.

“Y ese (deseo) es formar su capacidad de servir a su prójimo. Un deseo de servir nacido del agradecimiento, el respeto y el amor por los demás les brindará la satisfacción que buscan”.

La fibra de una vida exaltada

Él citó a Marion G. Romney (1897–1988), un consejero anterior de la Primera Presidencia, quien dijo: “El servicio no es algo que soportamos en esta tierra a fin de ganar el derecho de vivir en el reino celestial; es la fibra misma de la que se compone una vida exaltada en el reino de los cielos… ¡Qué glorioso el día en que estas cosas sucedan de manera natural debido a nuestra pureza de corazón! Ese día no habrá necesidad de tener un mandamiento, porque nosotros mismos habremos experimentado el hecho de que sólo cuando nos encontramos embarcados en el servicio desinteresado somos realmente felices”.

Además de verdadera satisfacción y felicidad, el élder Christofferson dijo que la dedicación al servicio proporciona equilibrio a la vida.

“Si tienen siempre presente en su alma el deseo de servir, ello privará a otras virtuosas motivaciones de llegar a ser vicios, como a veces sucede”, dijo el élder Christofferson.

También enseñó que el servicio encuentra su expresión más grande en la creación del hogar y la familia. “Recuerden que aun cuando incluye sacrificio o tareas simples que algunos consideraríamos como monótonos, el servicio no es servilismo. Todo servicio, grande o pequeño, es ennoblecedor y vale la pena… Espero que durante su vida ofrezcan y reciban con gratitud los actos de servicio”.