1: Cómo enseñar a los niños

"1: Cómo enseñar a los niños," Parte C: La enseñanza de diferentes grupos en base a sus edades, ()


Cuando ministró a los nefitas, el Señor resucitado demostró Su gran amor por los niños:

“Tomó a sus niños pequeños, uno por uno, y los bendijo, y rogó al Padre por ellos…

“Y habló a la multitud, y les dijo: Mirad a vuestros pequeñitos.

“Y he aquí, al levantar la vista para ver, dirigieron la mirada al cielo, y vieron abrirse los cielos, y vieron ángeles que descendían del cielo cual si fuera en medio de fuego; y bajaron y cercaron a aquellos pequeñitos, y fueron rodeados de fuego; y los ángeles les ministraron” (3 Nefi 17:21,23–24).

Refiriéndose a ese acontecimiento, el élder M. Russell Ballard dijo: “Es evidente que a quienes se nos han confiado esos preciados hijos hemos recibido una sagrada y noble mayordomía, porque fue a nosotros a quienes Dios llamó para que rodeáramos a los niños de esta época con amor y con la luz de la fe, como así también con el conocimiento de saber quiénes son en realidad” (“Mirad a vuestros pequeñitos”, Liahona, octubre de 1994, pág. 40). El ejemplo del Salvador estableció una norma que nosotros debemos seguir a medida que enseñemos, cuidemos y seamos una influencia en losniños.

Es una sagrada responsabilidad enseñar a los niños el Evangelio de Jesucristo y ayudarles a que aprendan a vivirlo. Usted debe enseñarles la verdadera doctrina, como lo hizo el profeta Nefi, quien dijo: “Hablamos de Cristo, nos regocijamos en Cristo, predicamos de Cristo, profetizamos de Cristo y escribimos según nuestras profecías, para que nuestros hijos sepan a qué fuente han de acudir para la remisión de sus pecados” (2 Nefi 25:26).

A medida que enseñe a los niños, descubrirá estar recibiendo bendiciones muy especiales. Los niños traerán gozo a su alma y le impulsarán a ser un buen ejemplo. Al reconocer la fidelidad, el amor, la confianza y la esperanza de los niños, usted podrá acercarse más al Señor y comprender mejor Su mandamiento de ser “como niños” (Mateo 18:3). Al ser guiado por el Espíritu, podrá amar y enseñar a los niños a la manera de Cristo. Usted puede ayudar a cada niño a encontrar la paz que se ha prometido a todos aquellos que siguen al Salvador:“Todos tus hijos serán instruidos por elSeñor; y grande será la paz de tus hijos” (3 Nefi 22:13).

Pautas para comprender y enseñar a los niños

La siguiente información podrá ayudarle a entender mejor las características de los niños a quienes enseña (véase también“Características de los niños en base a sus edades”, págs. 122–129 y, si está enseñando en la Primaria, las páginas de introducción de su manual de lecciones).

Los niños son creyentes naturales. Creen en lo que les diga; son receptivos a la verdad. Usted tiene la obligación de enseñarles la doctrina correcta de un modo sencillo y claro, con un lenguaje y con ejemplos que puedan entender.

Los niños pueden reconocer la influencia del Espíritu. Enséñeles que los sentimientos de paz, de amor y de entusiasmo que experimentan al hablar o al cantar acerca de Jesucristo y Su Evangelio provienen delEspíritu Santo. Ayúdeles a entender que esos sentimientos son parte de un testimonio.

Los niños aceptan literalmente las cosas. Todo es real para ellos. Si usted emplea alegorías complicadas para enseñarles los principios sagrados del Evangelio, podría confundirlos. Ayúdeles a aprender el Evangelio utilizando hechos y actividades con los que estén familiarizados, como son: el hogar, la familia y el mundo que les rodea. Asegúrese de que no malentiendan lo que les está enseñando.

Los niños son naturalmente curiosos y están ansiosos por aprender. Les encanta aprender a través de nuevas y variadas experiencias. Quieren estar moviéndose, empleando sus cinco sentidos, explorando y probando cosas nuevas. A los niños mayores les agrada el desafío de contestar preguntas y resolver problemas. Los niños de su clase prestarán mayor atención y estarán entusiasmados por aprender si usted emplea una variedad de métodos y actividades para enseñarles los principios del Evangelio (véase“Cómo enseñar con variedad”, págs.99–100).

Los niños son amorosos y quieren que se les ame y se les acepte. Trate de encontrar oportunidades para reafirmar la natural conducta bondadosa y cariñosa de los niños. Siendo que por lo general desean complacerle y les agrada ayudar a otros, ofrézcales oportunidades para el servicio. Pídales que le lleven los libros, que sostengan algunasláminas o que contesten preguntas. Aliénteles para que se ayuden unos a otros. Demuéstreles que les ama. En todo lo posible, cultíveles la confianza propia manifestándoles aprecio por sus esfuerzos. Escuche con atención lo que digan.

Los niños están comenzando a prepararse para el futuro. Aunque la edad de madurez parezca ser lejana para ellos, los niños se están preparando ahora para sus futuras responsabilidades en sus respectivas familias, en la Iglesia y en sus empleos. Usted podría ayudarles a reconocer de qué manera sus experiencias actuales los están preparando para ello. Por ejemplo, podría decir: “Marta, he observado cómo ayudaste a que Graciela encontrara ese pasaje en las Escrituras. Has sido muy paciente y bondadosa. Algún día, cuando seas madre, estoy seguro de que podrás enseñar muchas cosas maravillosas a tus hijos”. O podría decir: “Carlos, llegarás a ser un magnífico misionero gracias a que has aprendido a establecer objetivos y llevarlos a cabo. ¡Estoy muy contento contigo!”

Los niños seguirán su ejemplo. Usted está enseñándoles constantemente, aun cuando no se dé cuenta de ello. Con frecuencia estará enseñándoles más con su actitud y su ejemplo que con sus palabras. Por ejemplo, los niños notarán si usted trata respetuosamente las Escrituras. Observarán cómo se refiere a nuestro Padre Celestial y a Jesucristo. Percibirán la forma en que usted vive los principios que les enseña. Su ejemplo de rectitud les ayudará a desarrollar mayores sentimientos de amor y de respeto por nuestro Padre Celestial y Su Hijo.

La atención de los niños pequeños es de breve alcance y por eso no pueden mantenerse quietos por mucho tiempo. No espere demasiado de ellos. Reconozca que su falta de atención podría significar que están cansados o que tienen hambre, que no entienden lo que les dijo, que necesitan moverse un poco o que están aburridos. La mejor manera de captar su atención y ayudarles a que aprendan consiste en alentarlos a participar en las lecciones. Puesto que cuentan con mucha energía, planee permitirles que se muevan, observen, escuchen, huelan o toquen algo como parte de cada lección. Les agrada mucho aprender mediante repeticiones, relatos sencillos, canciones y actividades.

Cómo ayudar a fortalecer las familias

Si usted es un maestro o líder, puede ayudar a los padres en su esfuerzo por enseñar el Evangelio a sus hijos. Informe a los padres lo que les está enseñando a sus hijos a fin de que puedan reafirmar esos principios del Evangelio en el hogar (véase“Ocasiones regulares para la enseñanza en el hogar”, págs. 154–157). Aliente a losniños a compartir con sus familias lo que están aprendiendo. En la noche de hogar pueden compartir las canciones, los pasajes de las Escrituras, los juegos y los principios que aprenden en las clases o actividades de la Primaria. En ocasiones, podría enviar con ellos a su hogar algunos informes sobre las lecciones o actividades en que hayan participado para que entonces puedan reforzar en el hogar lo que hayan aprendido. Asimismo, podría informar a los padres cuando sus hijos hayan sido de particular ayuda o cuando se les haya asignado a decir una oración o dar un discurso. También podría pedir a los padres que compartan sus experiencias o sus testimonios como parte de una lección.

Recuerde que cuando les ayuda a obtener un testimonio y a vivir el Evangelio, losniños pueden ejercer gran influencia en sus familias. Al enseñar el Evangelio a los niños y ayudarles a que aprendan a vivirlo, estará fortaleciendo también a sus familias.