En medio de tanta incertidumbre, solo hay una manera de sentirse en paz, la paz verdadera que sobrepasa todo entendimiento. Esa paz se encuentra en la fe en el Señor Jesucristo.

Un acontecimiento dramático e inesperado

Durante varias décadas de servicio a la Iglesia, he vivido algunos momentos inolvidables mientras viajaba. Uno ocurrió hace varios años mientras volaba a la toma del cargo de un rector universitario, donde yo iba a ofrecer la primera oración. Era un vuelo corto en un pequeño avión de dos motores. Estábamos a mitad de camino de nuestro destino cuando el motor derecho explotó de repente, arrojando combustible encendido por todo el lado derecho del avión. Las hélices cesaron de funcionar. El avión estaba en llamas, precipitándose a tierra en una caída en espiral. Pensé que moriría.

Milagrosamente, el descenso extinguió el fuego. El piloto pudo restablecer el funcionamiento del otro motor y lograr un aterrizaje seguro. De hecho, llegué a tiempo a la toma del cargo.

A lo largo de la dramática e inesperada experiencia, me hallé sorprendentemente tranquilo. Los recuerdos de toda mi vida se desplegaron ante mí. Mientras me acercaba a lo que parecía ser una muerte inevitable, me encontraba en paz. Sabía que mi familia estaría bien cuidada. Sabía que mi esposa y yo estábamos sellados eternamente y que nuestros hijos estaban sellados a nosotros. Debido a mi fe en Jesucristo y a la obediencia a Sus mandamientos, sabía que la vida más allá del sepulcro era real y llena de gozo. Gracias al Señor, sabía que todos estaríamos juntos otra vez. Estaba en paz, listo para conocer a mi Hacedor.

Gracias al cielo, sobreviví y ahora puedo relatar esa experiencia.

Durante el año pasado, todos hemos estado lidiando con acontecimientos significativos e inesperados.

En medio de tanta incertidumbre, solo existe una manera de sentirse en paz, esa paz verdadera que sobrepasa todo entendimiento. Esa paz se encuentra en la fe en el Señor Jesucristo.

La Pascua de Resurrección brinda paz y esperanza

Cuando Él sufrió por nuestros pecados y debilidades, murió en la cruz y resucitó, el Salvador volvió a escribir la historia de la humanidad. Gracias a Él, no tenemos que enfrentar nuestras debilidades, pecados y temores a solas. Gracias a Él, la muerte no es el fin. La resurrección se concede a todos cuantos hayan vivido. Gracias a Él, las familias pueden estar juntas para siempre. Gracias a Él, la culpa se convierte en paz, el remordimiento se convierte en alivio y la desesperación se convierte en esperanza. Se nos dan segundas oportunidades, páginas en blanco y nuevos comienzos. Gracias a Jesucristo, celebramos la Pascua de Resurrección, y la Pascua de Resurrección brinda paz y esperanza.

Durante esa primera temporada de Pascua de Resurrección hace dos milenios, el Señor sufrió una agonía indescriptible en el Jardín de Getsemaní y en la cruz al tomar sobre Sí los pecados y los dolores de toda la humanidad. Allí, en el jardín que lleva el nombre hebreo de Getsemaní —que significa “prensa de aceite”— se habían magullado y prensado aceitunas para proporcionar aceite y alimento. Allí mismo, en Getsemaní, el Señor “sufrió el dolor de todos los hombres, a fin de que todo[s] […] pudiese[n] arrepentirse y venir a él”1. Tomó sobre Sí el peso de los pecados de todo el género humano, soportando su enorme carga que hizo que sangrara por cada poro.

Fue traicionado por alguien a quien Él había llamado Su amigo. Fue arrestado, azotado, ridiculizado y crucificado. Sobre la cruz, el Salvador del mundo fue levantado. Dio Su vida como parte de Su sacrificio expiatorio. Su resurrección subsiguiente, Su victoria triunfal sobre el sepulcro, se registra en las Santas Escrituras: “Pero ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos; y llegó a ser primicias de los que durmieron”2.

Una proclamación dada por mensajeros angelicales cerca de un sepulcro vacío —“No está aquí, porque ha resucitado”3— declaró que el Señor Jesucristo había vencido la muerte por medio de Su expiación y resurrección. Él vive. Y gracias a que Él vive, nosotros también podemos conocer “la paz en este mundo, y la vida eterna en el mundo venidero”4.

El Salvador mismo ha enseñado que ese gran sacrificio fue con un propósito: “Porque he aquí, yo, Dios, he padecido estas cosas por todos, para que no padezcan, si se arrepienten”5. Gracias a que el Salvador se ofreció a Sí mismo como la infinita Expiación, ustedes y yo tenemos la oportunidad —el privilegio— de ser perdonados si nos arrepentimos. También podemos acudir a Él para sanar nuestro corazón, recibir fortaleza cuando nos sentimos débiles y ayuda para las cosas que simplemente no podemos hacer solos.

Recordemos las palmas de Sus manos

En este Domingo de Ramos, los invito a hacer que la próxima semana sea verdaderamente santa al recordar no solo las palmas que se agitaron para honrar la entrada de Jesús en Jerusalén, sino a recordar las palmas de Sus manos.

De acuerdo con Isaías, el Salvador prometió que Él nunca se olvidará de ustedes, diciendo: “He aquí que en las palmas de mis manos te tengo grabad[o]”6. Esos pasajes de las Escrituras enseñan mucho acerca de la misión y el ministerio del Señor.

Una invitación a actuar

Después de todo lo que Jesucristo hizo por ustedes, los invito a hacer algo esta semana para seguir Sus enseñanzas. Podrían hacer sus oraciones de manera más ferviente. Podrían perdonar a alguien o ayudar a un amigo necesitado. Pueden comenzar hoy una nueva búsqueda espiritual.

En esta Pascua de Resurrección, los animo a centrarse en el Salvador. Si están buscando un lugar para adorar: ¡Vengan, únanse a nosotros! El domingo de Pascua de Resurrección, la conferencia general mundial de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días estará llena de mensajes y música centrados en Cristo. Nos reuniremos virtualmente para adorar a nuestro Redentor. ¡Vengan, únanse a nosotros! ¡Inviten a sus amigos!

¡Jesucristo vive! Como nuestro Salvador resucitado y expiatorio, Él está dispuesto a ayudarnos a progresar a partir de los acontecimientos dramáticos e inesperados de nuestra vida. En esta época de Pascua de Resurrección, adorémosle y expresemos alabanzas por la paz, la esperanza, la luz y la verdad que Él nos brinda.

Comentarios
0