(Un pensamiento sobre Génesis 18–23).
Cuando el Señor mandó a Abraham que sacrificara a su hijo, Isaac, fue “una semejanza de Dios y de su Hijo Unigénito” (Jacob 4:5), es decir, un símbolo de la expiación de Jesucristo que se llevaría a efecto muchos años más tarde.
La conexión entre Abraham (casi) sacrificando a Isaac y el Padre Celestial dando a Su Hijo Unigénito es obvia. ¿Qué otras conexiones hay?
- El Señor le dice a Abraham que lleve a Isaac a “la tierra de Moriah” (Génesis 22:2). Muchos eruditos creen que ese es el mismo lugar donde más tarde se edificó el templo de Jerusalén, lo cual significa que está a poca distancia de donde el Salvador sería crucificado.
- Cuando Abraham hace que Isaac lleve la leña del holocausto (véase Génesis 22:6), se puede comparar a cuando Jesús tuvo que llevar Su propia cruz (véase Juan 19:17).
- Isaac pregunta dónde está el cordero que se supone que deben sacrificar, y Abraham le dice: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto” (Génesis 22:8). Esto se puede interpretar de dos maneras, ambas verdaderas: “Dios mismo proveerá un cordero” o “Dios se proveerá a Sí mismo como Cordero”. A corto plazo, Dios les da un carnero para sacrificarlo en lugar de Isaac (véase Génesis 22:13). A largo plazo, por supuesto, Jehová mismo vino a la tierra y fue sacrificado en favor nuestro.
¿Puedes encontrar algún otro paralelismo entre Isaac y la expiación de Jesucristo?