Pasaje de las Escrituras del día: “¡Oh Dios!, Aarón me ha dicho que hay un Dios; y si hay un Dios, y si tú eres Dios, ¿te darías a conocer a mí?, y abandonaré todos mis pecados para conocerte, y para que sea levantado de entre los muertos y sea salvo en el postrer día. Y cuando el rey hubo dicho estas palabras, cayó como herido de muerte”. —Alma 22:18
El padre de Lamoni era el rey de todos los lamanitas, ostentaba el poder absoluto en el reino de ellos, ¡podía decidir si las personas vivían o morían!,
y se enfureció cuando supo que su hijo Lamoni había faltado a uno de sus eventos para ayudar a Ammón, un nefita. ¡El rey trató de matar a Ammón!, pero Ammón logró vencerlo, y el rey tuvo que suplicar por su vida.
“Si me perdonas la vida, te concederé cuanto me pidas, hasta la mitad del reino”, dijo el padre de Lamoni (Alma 20:23).
El rey sintió el Espíritu y se quedó impresionado por lo mucho que Ammón amaba a su hijo Lamoni. Así que, cuando Aarón, el hermano de Ammón, fue a enseñarle, el rey estaba dispuesto a escuchar más acerca del Evangelio.
Se humilló y oró, diciéndole al Señor:
“Abandonaré todos mis pecados para conocerte” (Alma 22:18).
El rey estaba dispuesto a renunciar a la mitad de su reino para salvar su vida, pero estaba dispuesto a abandonar todos sus pecados para conocer mejor a Dios.
El hombre más poderoso del país se humilló lo suficiente como para orar a un Dios que ni siquiera estaba seguro de que existiera.
¡Qué gran ejemplo!