Un pensamiento sobre Mateo 3, Marcos 1 y Lucas 3
Al principio del ministerio del Salvador, no muchas personas sabían quién era Él todavía, pero eso estaba a punto de cambiar.
En un día, Jesús hizo todo esto:
- Enseñó en una sinagoga.
- Echó a un espíritu inmundo fuera de un hombre.
- Sanó a la suegra de Simón Pedro.
- Ministró a las personas que aparecieron después de escuchar acerca de Sus otros milagros (véase Marcos 1:21–34).
Según Marcos, “toda la ciudad se agolpó a la puerta” (Marcos 1:33). ¡De repente había MUCHAS personas que querían el tiempo y la atención de Jesús!
Así que, a la mañana siguiente, Jesús se aseguró de estar listo para un día ocupado. “Y levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Marcos 1:35).
Si el Salvador necesitaba dedicar tiempo a estar solo, orar y recargar Sus baterías espirituales, ¿cuánto más lo necesitamos NOSOTROS? No importa cuán ocupados estemos, siempre debemos recordar dedicar tiempo al Señor.