Dos de los doce apóstoles de Jesús se llamaban Santiago (o Jacobo), pero ninguno de ellos es el Santiago que escribió la Epístola de Santiago. Ese fue probablemente un tercer Santiago, uno de los hijos de María y José. En otras palabras, ¡era medio hermano del Salvador!
La epístola de Santiago está llena de alicientes, no solo para escuchar y creer en el Evangelio, sino también para actuar en consecuencia, especialmente mediante el servicio a los demás. No es suficiente solo creer en Dios. Como señala Santiago, Satanás también cree en Dios, y ¿de qué le sirve eso? (véase Santiago 2:19). A continuación, se muestran otros versículos sobre la acción:
- “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Santiago 2:17).
- “La fe sin obras es muerta” (Santiago 2:20).
- “Porque como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin obras es muerta” (Santiago 2:26).
Y no olvides el famoso versículo que condujo a la Restauración del Evangelio:
- “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5).
El consejo de Santiago de pedir a Dios inspiró a José Smith a orar para pedir guía. Sentarse y hacerse preguntas no era suficiente. José debía actuar. ¡Y nosotros también!