Los nefitas necesitaban consuelo; habían sido guiados a través del océano hasta la tierra prometida, solo para tener que mudarse de nuevo (no al otro lado del océano esta vez) a fin de alejarse de Lamán y Lemuel.
Esos lamanitas, sus primos, estaban comenzando guerras contra ellos. ¡Qué triste situación!
En algún momento de esa época, Jacob dio un maravilloso sermón. Resumiendo la historia, recordó a los nefitas que Dios siempre había protegido a Su pueblo escogido. Valiéndose de algunas de las profecías de Isaías, mostró que el Señor seguiría haciéndolo.
Jacob terminó su mensaje con este alegre resumen.
“Anímense, pues, vuestros corazones, y recordad que sois libres para obrar por vosotros mismos, para escoger la vía de la muerte interminable, o la vía de la vida eterna” (2 Nefi 10:23).
El Padre Celestial tiene un maravilloso plan de felicidad para nosotros. Él nos da las Escrituras, los profetas y el Espíritu Santo para guiarnos; es nuestra decisión si caminamos por la senda hacia esa felicidad o no. Al tomar buenas decisiones, Dios nos bendice y nos protege. Él siempre cumple Sus promesas de fortalecernos y ayudarnos.
¡Anímense, pues, vuestros corazones!