1990–1999
La Confianza En El Señor
Octubre 1995


La Confianza En El Señor

Tenemos “la absoluta seguridad de que, cuando el Señor lo disponga, aparecerá la solución, la paz prevalecerá y el vacío se llenara”.

El no recibir la respuesta deseada a una oración ferviente y sincera es muy difícil, y mas aun, si el Señor contesta no cuando hemos pedido algo que consideramos digno y que sabemos nos daría gran gozo y felicidad. Sea el alivio de una dolencia o de la soledad, la recuperación de un hijo extraviado, la entereza frente a un impedimento o el ruego de prolongar la vida de un ser querido que se nos va, parece tan razonable y de acuerdo con nuestra felicidad recibir una respuesta favorable. Es difícil entonces comprender por que, habiendo sido siempre obedientes, el ejercer una fe sincera y profunda no nos trae el resultado deseado.

Nadie quiere pasar adversidades. Las pruebas, las desilusiones, la tristeza y el dolor surgen de dos origines que son fundamentalmente diferentes: los que quebrantan las leyes de Dios siempre las tendrán; la otra razón de la adversidad es que se cumplan los propósitos del Señor de que seamos refinados por las pruebas. Para cada uno de nosotros es esencial reconocer de cual de esos dos origines provienen nuestras tribulaciones y dificultades, puesto que la conducta a seguir para corregir la situación es muy diferente en ambos casos.

Si sufres por los descorazonadores efectos de la transgresión, te pido que reconozcas que la única senda hacia un alivio permanente de la tristeza es el arrepentimiento sincero, con el corazón quebrantado y el espíritu contrito. Date cuenta de que dependes totalmente del Señor y de la necesidad que tienes de encaminar tu vida con Sus enseñanzas; no hay ningún otro modo de lograr una paz duradera. Posponer el arrepentimiento humilde sólo demorara o impedirá que recibas el alivio. Reconoce tus errores y busca ayuda ahora; el obispo es tu amigo y tiene la autoridad para ayudarte a hallar paz de conciencia y contentamiento. Así tendrás fortaleza para arrepentirte y recibir el perdón.

Ahora deseo dar unas ideas a los que enfrentan la adversidad del otro origen, el de las pruebas que nuestro sabio Padre Celestial considera necesarias aun para los que viven dignamente y obedecen Sus mandamientos.

En el preciso momento en que todo parece ideal, a veces surgen simultáneamente múltiples dificultades. Si esas pruebas no son resultado de tu desobediencia, son evidencia de que el Señor sabe que estas preparado para progresar mas (véase Proverbios 3:1112). Entonces te da experiencias que estimulen tu progreso, tu comprensión y compasión y que te refinan para tu bienestar eterno. Llegar de donde estas adonde El quiere que estés exige un penoso esfuerzo que generalmente va acompañado de pesar y dolor.

Cuando enfrentas la adversidad, quizás tengas la propensión a hacer muchas preguntas, algunas buenas, otras no. El preguntar “¡Por que tiene que pasarme esto?,¿Por que tengo que sufrir?, ¿Que hice para merecerlo?”, te llevara a callejones sin salida. No es bueno hacer preguntas que impliquen oposición a la voluntad de Dios. Es mejor preguntarse: “¿Que debo hacer? ¿Que aprenderé con esto? ¿Que puedo cambiar? ¿A quien debo ayudar? ¿Estoy dispuesto a recordar mis muchas bendiciones en medio de la prueba?” La disposición a sacrificar los anhelos personales mas profundos sometiéndose a la voluntad de Dios es muy difícil. Pero, el pedir con real convicción: “Dame a saber tu voluntad” y “Hágase tu voluntad”, es la mejor forma de recibir la máxima ayuda de tu amoroso Padre.

Esta vida es una experiencia de profunda confianza en Jesucristo, en Sus enseñanzas y en nuestra capacidad, guiados por el Santo Espíritu, de obedecer las que nos darán felicidad ahora y una existencia eterna significativa y de supremo gozo. Confiar quiere decir obedecer voluntariamente desde el principio sin saber el fin (véase Proverbios 3:57). Para producir fruto, tu confianza en el Señor debe ser mas fuerte y duradera que la que tengas en tus propias ideas y experiencia.

Ejercer la fe es confiar en que el Señor sabe lo que hace contigo y que lo lograra por tu bien eterno aun cuando tu no entiendas cómo lo hará. Somos como infantes para comprender los asuntos eternos y el efecto que tienen en nosotros aquí, y sin embargo, a veces nos portamos como si lo supiéramos todo.

Cuando pasas una prueba para que se cumplan Sus propósitos, si confías en El, si ejerces la fe en El, El te ayudara. Lo hará paso a paso, poco a poco. La aflicción y el pesar continuaran al pasar cada fase de este proceso; si todo se resolviera después de la primera suplica, no progresarías. Tu Padre Celestial y su Amado Hijo te aman con amor perfecto, y no te exigirán pasar un solo momento mas de dificultad que los indispensables para tu beneficio o el de tus seres queridos.

Como en todo lo demás, el Maestro es nuestro ejemplo perfecto de esto también. Nadie habría podido pedir con fe mas perfecta, con mayor obediencia ni con una comprensión mas completa que El cuando le dijo a Su Padre en Getsemaní: “Padre mío, si es posible, pase de mi esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tu” (Mateo 26:39). Mas tarde, oro dos veces mas: “Padre mío, si no puede pasar de mi esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad” (Mateo 26:42, 44).

Cuan agradecido estoy de que el Salvador haya enseñado que debemos terminar las oraciones mas fervientes, aquellas en las que pedimos lo que es de máxima importancia para nosotros, con las palabras: “Hágase tu voluntad” (Mateo 26 42).

Tu disposición a aceptar la voluntad del Padre no cambiara lo que en Su sabiduría El haya decidido hacer, pero cambiara el efecto que esa decisión tenga en ti. La evidencia del uso apropiado del albedrío hará que Sus decisiones te brinden bendiciones mucho mayores. He aprendido que, por el deseo del Padre de vernos progresar~ nos dará impresiones suaves, casi imperceptibles, que después ampliara, si aceptamos la prueba sin quejas, para que nos iluminen dándonos una indicación muy clara de Su voluntad. Esa luz es el resultado de nuestra fe y disposición a hacer lo que El nos pida aun cuando nosotros desearíamos otra cosa.

Nuestro Padre Celestial te ha invitado a expresarle tus carencias, esperanzas y deseos; pero no debes hacerlo con la idea de negociar sino con la determinación de obedecer Su voluntad, te lleve adonde te lleve. Sus palabras: “Pedid, y recibiréis” (3 Nefi 27:29), no te aseguran que recibirás lo que quieras; pero te garantizan que, si eres digno, recibirás lo que necesites de acuerdo con el juicio de un Padre que te ama con amor perfecto y desea tu felicidad eterna aun mas que tu.

Testifico que cuando el Señor cierra una puerta muy importante, demuestra Su amor y compasión abriendo, mediante el ejercicio de nuestra fe, muchas otras que nos compensen. El coloca a tu paso haces de luz espiritual que iluminan tu camino y que surgen muchas veces después de las pruebas mas grandes como demostración de la compasión y el amor de un Padre que todo lo sabe; además, te indican la senda hacia una felicidad y comprensión mayores, fortaleciendo tu determinación de aceptar Su voluntad y obedecerla.

La fe en el Salvador y el testimonio de Sus enseñanzas son una bendición maravillosa. Muy pocos tienen esa brillante luz que los guíe. La plenitud del evangelio restaurado nos da perspectiva, propósito y comprensión, y nos permite enfrentar lo que de otro modo parecerían dificultades injustas y sin razón. Aprende esas provechosas verdades meditando sobre el Libro de Mormón y las otras Escrituras; trata de entender esas enseñanzas no solo con la mente sino también con el corazón.

La felicidad real y duradera, acompañada de la fortaleza, el valor y la capacidad de sobreponerse a las peores dificultades, se obtiene concentrando la vida en Jesucristo. La obediencia a Sus enseñanzas provee una base segura sobre la cual edificar. Pero exige esfuerzo, y no hay garantía de resultados inmediatos sino la absoluta seguridad de que, cuando el Señor lo disponga, aparecerá la solución, la paz prevalecerá y el vacío se llenara.

Hace poco, un gran líder que sufría los impedimentos físicos propios de una edad avanzada, dijo: “Me alegro de tener lo que tengo”. Es sabio abrir las ventanas a la felicidad reconociendo nuestras abundantes bendiciones.

No dejes que los pesares de la adversidad absorban tu vida por completo. Trata de entender lo que sea posible; haz lo que puedas y deja el asunto en manos del Señor por un tiempo, mientras te dedicas a dar de ti a los demás hasta que llegue el momento de ocuparte de lo tuyo otra vez.

Entiende que al mismo tiempo que enfrentas un problema que te causa tristeza puedes sentir también paz y regocijo . S i, e l dolor, la desilusión, la frustración y la angustia son actos pasajeros en el escenario de la vida; detrás de ellos puede encontrarse un fondo de paz y la seguridad de que el Padre amoroso cumplirá Sus promesas. La determinación de aceptar Su voluntad, la comprensión del plan de la felicidad, el recibir todas las ordenanzas y guardar los convenios que aseguran su cumplimiento te harán digno de esas promesas.

El plan del Señor es exaltarte para que vivas con El y recibas grandes bendiciones. Tu capacidad de madurar, de progresar, de amar y de dar de ti determinaran el tiempo que te lleve ser digno de ello. El te esta preparando para ser un dios y, aunque no entiendas por completo lo que eso significa, El lo sabe. Al confiar en El, conocer y seguir Su voluntad, recibirás bendiciones que tu mente limitada no puede comprender acá en la tierra. Tu Padre Celestial y Su Santo Hijo saben mejor que tu lo que trae felicidad. Ellos te han dado el plan de la felicidad y, al comprenderlo y seguirlo, tendrás la bendición de ser feliz. Si obedeces de buena gana, recibes y honras las ordenanzas y los convenios de ese santo plan, tendrás la satisfacción mas grande de esta vida; si, incluso momentos de maravillosa felicidad. Y te prepararas para una gloriosa eternidad con tus seres queridos que sean dignos de ese reino.

Se que estos principios de los que te he hablado son verdaderos y los he probado en el crisol de la experiencia propia. El reconocer la mano del Señor en tu vida y aceptar Su voluntad sin quejas es el comienzo, y esa decisión no eliminara las luchas que tendrás para tu progreso, pero te aseguro que es la mejor manera que existe de desarrollar fortaleza y comprensión; te librara de los callejones sin salida a los que te conduzcan tus propios pensamientos y hará que tu vida sea una experiencia fructífera y significativa, mientras que de otro modo quizás no supieras como seguir adelante (véase D. y C. 24:8).

Testifico que tienes un Padre Celestial que te ama y que el Salvador dio Su vida por tu felicidad. Yo lo conozco. El comprende todas tus necesidades. Se sin dudas que si aceptas la voluntad de Ellos sin quejas, te bendecirán y te sostendrán. En el nombre de Jesucristo. Amén.