Parte 5: Enseñar el evangelio de Jesucristo

Por la hermana Carol F. McConkie, de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

  • 9 Agosto 2016

La reunión de presidencia de clase es una oportunidad para enseñar el Evangelio a medida que cada una de las miembros de la presidencia trabaja para completar eficazmente sus responsabilidades.

Puntos destacados del artículo

  • La enseñanza eficaz es la esencia misma del liderazgo en la Iglesia.
  • Las presidencias de clase tienen muchas oportunidades de enseñar el Evangelio.
  • Una líder de la presidencia de clase puede “sembrar en los corazones la devoción a la verdad”.

“Como mujeres jóvenes, que prestan servicio en las presidencias de clase, procuren de manera continua el Espíritu y pongan atención a los susurros que llegan a su corazón y mente, estos pueden darles el valor de hablar con claridad, enseñar y testificar la una a la otra, a amigos y a miembros de la familia”. —Carol F. McConkie, Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

Este artículo es el quinto de la serie sobre las presidencias de clase de las Mujeres Jóvenes.

La reunión de la presidencia de clase es una oportunidad para preparar a cada miembro de la presidencia para poner en práctica el principio de liderazgo “Enseñar el Evangelio”.

Hace muchos años el presidente Gordon B. Hinckley instruyó a los líderes generales de la Iglesia con lo siguiente: “La enseñanza eficaz es la esencia misma del liderazgo en la Iglesia” (“How to Be a Teacher When Your Role as Leader Requires You to Teach”, Reunión de la mesa directiva del sacerdocio para Autoridades Generales, 5 de febrero de 1969).

En el capítulo 3 del Manual 2: Administración de la Iglesia, se nos instruye que todos los líderes son maestros porque son llamados a fortalecer a los demás con su testimonio del Padre Celestial y de Jesucristo y vivir según los principios del Evangelio. El presidente Thomas S. Monson enseñó: “Los líderes más influyentes son por lo general los que siembran en los corazones la devoción a la verdad… los que transforman alguna cosa ordinaria en algo desde donde podemos apreciar a la persona que aspiramos ser” (“Ejemplos de rectitud”, Liahona, mayo de 2008, págs. 66-67).

Las líderes de las Mujeres Jóvenes pueden ayudar a las jovencitas que prestan servicio como presidencias de clase a comprender que, como líderes, cuentan con muchas oportunidades para enseñar el Evangelio tanto en entornos formales como informales. De manera informal, “los jóvenes se enseñan mutuamente todo el tiempo al compartir experiencias, al ayudar a un amigo a comprender un principio del Evangelio o al dar el ejemplo mediante sus acciones” (Enseñar a la manera del Salvador, pág. 28).

Con frecuencia se le pregunta a la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes: “¿Cuán a menudo pueden enseñar las lecciones dominicales las jovencitas?”. Ellas se guían por la instrucción del Manual 2, 10.6.2. “Las mujeres jóvenes pueden ayudar en la enseñanza de vez en cuando. Cuando las mujeres jóvenes impartan instrucción, una integrante de la presidencia de las Mujeres Jóvenes o una asesora las ayuda a prepararse”. En cualquier momento o dondequiera que las jovencitas enseñen, cada momento de enseñanza es una oportunidad para elevar, inspirar y fortalecer a los demás.

Las lecciones de liderazgo para las presidencias de clase que se centran en “Enseñar el Evangelio” les ayudarán a aprender a poner en práctica los cuatro principios siguientes de enseñanza para que estén mejor preparadas a influir en otras jovencitas para bien, por medio del ejemplo y en una variedad de situaciones de la enseñanza.

Amar a quienes se enseña

A medida que las miembros de la presidencia de clase procuren el Espíritu Santo, ellas recibirán la guía divina para saber lo que el Señor desea que hagan para que así demuestren amor cristiano sincero, la clase de amor que ablandará el corazón de cada jovencita y preparará la mente de ellas para recibir la palabra del Señor. Quizás ellas saludarán de manera personal a cada jovencita que asista a la clase, demostrarán interés sincero por aquellas mujeres jóvenes que tal vez estén pasando por momentos difíciles y ayudarán a todas a sonreír y sentirse bienvenidas. Ellas pueden tender una mano a las que no están asistiendo por medio de un mensaje de texto, una llamada telefónica o visitarlas en sus hogares. Mediante estos esfuerzos, la clase de las Mujeres Jóvenes puede llegar a ser un lugar seguro y sagrado, donde la enseñanza y el aprendizaje se llevaría a cabo por medio del Espíritu.

Enseñar y testificar por el Espíritu

“Enseñar y testificar por medio del Espíritu requiere vivir dignamente, orar con fervor y aprender a reconocer y seguir con valentía la guía del Espíritu” (véase D. y C. 43:15–16 y “Enseñar el Evangelio”, Lecciones de liderazgo para las presidencias de clase de las Mujeres Jóvenes). Como mujeres jóvenes, que prestan servicio en las presidencias de clase, procuren de manera continua el Espíritu y pongan atención a los susurros que llegan a su corazón y mente, estos pueden darles el valor de hablar con claridad, enseñar y testificar la una a la otra, a amigos y a miembros de la familia.

Observé a una presidenta de la clase de Laureles dar testimonio sobre el poder de las Escrituras. Compartió que su familia estaba atravesando por pruebas extremadamente difíciles. Ella deseaba hacer algo que la fortaleciera para seguir adelante con fe. Al orar, se sintió compelida a leer las Escrituras cada día, de ese modo, hizo un compromiso personal de realizarlo. Desde enero no ha fallado ningún día. Ella testificó del poder divino que ha encontrado en las Escrituras. Mediante el Espíritu puede sentir el poder que obra la expiación de Jesucristo en su vida; también puede sentir el amor del Padre Celestial por ella y su familia. La lectura diaria de las Escrituras la ha fortalecido espiritual y emocionalmente. Esta mujer joven habló por medio del Espíritu y con una convicción sincera que inspiró y alentó a todas las jovencitas a buscar las bendiciones que se hallan en la lectura de las Escrituras.

Enseñar la doctrina de las Escrituras

Las líderes ayudan a las presidencias de clase a confiar en la virtud de la palabra de Dios y de su efecto potente en el corazón y la mente (véase Alma 31:5). Ellas enseñan de los materiales autorizados para las lecciones, las Escrituras, las enseñanzas de los profetas de los últimos días y otros recursos aprobados por la Iglesia. No mezclan la doctrina de Cristo con las filosofías del hombre (véase Colosenses 2:8). No huyen a las preguntas difíciles, sino que se deleitan en las palabras de Cristo en su estudio personal. Además, ellas atesoran las palabras de los profetas y están preparadas a hablar cuando sienten impresiones o son llamadas a hacerlo.

Cuando la presidenta de clase o una de las consejeras comparte lo que significa personalmente para ella un pasaje de las Escrituras o un discurso de conferencia, sus palabras tienen mucha relevancia e influencia en la mente de sus compañeras. Por medio del Espíritu, sus palabras pueden elevar e inspirar a otras jovencitas y alentarlas a acudir a la fuente de verdad, sentir el Espíritu, encontrar respuestas a sus preguntas y sentir unión y amor por el Señor y la una a la otra.

Invitar el aprendizaje diligente por las miembros de la clase

Las presidencias inspiran a todas las miembros de la clase a participar en el proceso de aprendizaje. Ellas llevan las Escrituras a clase, leen de las mismas y comparten versículos favoritos. Participan en análisis y comparten experiencias que fortalecen el testimonio o citas favoritas de discursos de la conferencia. Una miembro de la presidencia de clase podría comenzar con la primera parte de la lección al compartir cómo ella ha puesto en práctica un principio del Evangelio en su vida. Al concluir la lección, la presidenta de la clase puede dirigir la sección “Vivir lo que se aprende” y deliberar en consejo junto con la clase acerca de lo que ellas harán o lo que cada jovencita le gustaría hacer para aplicar una norma o un principio del Evangelio de lo que han aprendido o sentido en la lección. Las líderes otorgan a las presidencias de clase el tiempo suficiente durante la lección para que ellas puedan alentar a otras mujeres jóvenes a actuar.

Cuando las líderes de las Mujeres Jóvenes preparan a una jovencita, ella, que presta servicio en una presidencia de clase, tendrá la habilidad de cumplir con la palabra profética del presidente Monson. Ella puede ser la líder que “[sembrará] en los corazones la devoción a la verdad”. Será una sierva llamada por Dios que ayudará a otras jovencitas a llegar a ser la persona que aspiran ser.