Parte 4: Ministrar a los demás es un mandamiento y convenio

Por la hermana Bonnie L. Oscarson, Presidenta General de las Mujeres Jóvenes

  • 23 Junio 2016

Ministrar a las personas que están a nuestro alrededor es una parte del convenio que cada una de nosotros ha hecho. María camina por las calles con su prima Elisabet y con otra mujer en una escena de los videos SUD de la Biblia.

Puntos destacados del artículo

  • Ministrar como lo hizo el Salvador incluye ofrecer sanación, consuelo, ánimo y amor a los demás.
  • Las presidencias de clase de las Mujeres Jóvenes son llamadas para velar y cuidar por las jovencitas en su clase.
  • Todas las personas que han sido bautizadas han hecho el convenio de ministrar a los que necesitan de consuelo.

“Nuestras mujeres jóvenes pueden tocar corazones y rescatar almas de maneras que las líderes adultas no pueden. Los jóvenes tal vez necesiten consejo y tiernos recordatorios, pero con apoyo y dirección, las mujeres jóvenes pueden hacer cosas increíbles”.—Hermana Bonnie L. Oscarson, Presidenta General de las Mujeres Jóvenes

Este artículo es el cuarto en una serie sobre las presidencias de clase de las Mujeres Jóvenes.

No mucho después de recibir mi llamamiento, estaba sentada en una reunión con varias Autoridades Generales hablando del tema de la reunión sacramental. Uno de los líderes del sacerdocio se volteó hacia mí y dijo algo como: “Los hombres jóvenes de nuestra Iglesia tienen la oportunidad de prepararse y repartir la Santa Cena cada semana. ¿Qué oportunidades significativas de servicio tienen las mujeres jóvenes en la Iglesia?”.

Ministrar como lo hizo el Salvador

La pregunta me tomó por sorpresa y no tuve una respuesta inmediata, pero desde entonces he orado y lo he pensado detenidamente, y creo que sé la respuesta. Todas nuestras mujeres jóvenes, pero en especial las miembros de nuestras presidencias de clase, tienen la oportunidad de ofrecer amor cristiano y servicio a medida que ministran unas a otras.

En esta serie sobre elevar las funciones de las presidencias de clase de nuestras Mujeres Jóvenes, hemos escrito sobre la importancia de la preparación espiritual y de deliberar en consejo. Ministrar, el tercer principio de liderazgo, es quizás uno de los más importantes.

Usamos la palabra ministrar a menudo, pero ¿entendemos lo que significa? Y aún más importante, ¿ayudamos a las miembros de nuestras presidencias de clase a entender que ministrar es una de las responsabilidades más importantes en sus llamamientos?

El Salvador Jesucristo estableció el mejor ejemplo de ministrar. Él tendió la mano a las personas, una por una, y les ofreció sanación, consuelo, ánimo y más que nada, amor. La caridad es la característica distintiva de la vida del Salvador, y el amor cristiano define lo que significa ministrar. Jesucristo es el Maestro en demostrar a los demás que son importantes, que son valiosos a la vista de su Padre Celestial y que tienen un valor infinito. Él enseña que debemos dejar a las noventa y nueve para encontrar a la oveja que se perdió (véase Lucas 15: 3-7).

Lo que nuestras presidencias de clase pueden hacer

Las miembros de nuestras presidencias de clase de las Mujeres Jóvenes tienen la oportunidad de tender la mano igual que el Salvador al fortalecer a las mujeres jóvenes en sus clases que están teniendo dificultades y necesitan ánimo. El Salvador enseñó: “De manera que, sé fiel; ocupa el oficio al que te he nombrado; socorre a los débiles, levanta las manos caídas y fortalece las rodillas debilitadas” (D. y C. 81:5).

Cuando un poseedor de las llaves del sacerdocio aparta a las presidencias de clase, el cargo de velar y cuidar de las demás personas en su clase está intrínseco en su llamamiento. Como líderes y padres, necesitamos asegurarnos de recalcar la importancia de esa responsabilidad y enseñarles lo que significa ministrar. El Manual 2 ofrece las siguientes ideas que las presidencias de las mujeres jóvenes pueden usar para ministrar a las miembros de sus clases:
• Recordar cómo se llaman y familiarizarse con ellas.
• Amarlas sin juzgarlas.
• Velar por ellas y fortalecer su fe “una por una”, como lo hizo el Salvador.
• Establecer una amistad sincera con ellas, así como visitarlas en sus hogares y en otros lugares.
(Véase Manual 2: Administración de la Iglesia, 2010, 3.2.3).

A medida que las mujeres jóvenes en las presidencias de clase buscan el Espíritu y deliberan en consejo sobre quién necesita su atención y qué se debe hacer, el Señor les dará las respuestas inspiradas. Pensarán en maneras en las que pueden tender una mano y ministrar a las mujeres jóvenes que necesitan su amor. Al actuar en respuesta a esas impresiones espirituales, ocurrirán milagros en la vida de aquellas personas a quienes ministran, al igual que en sus propias vidas. El presidente Henry B. Eyring dijo: “[El Salvador] nos ha llamado a servir a los demás para que fortalezcamos tanto nuestra fe como la de ellos. Él sabe que mediante el servicio llegaremos a conocerle” (“Velar y fortalecer”, Liahona, julio de 2000, pág. 79). Qué gran principio para enseñarle a nuestras mujeres jóvenes: a medida que servimos a otras personas como lo hizo el Salvador, nosotras somos bendecidas de maneras maravillosas.

Las líderes de las Mujeres Jóvenes a menudo preguntan cómo tender una mano a las personas menos activas. Siempre les digo que tienen un recurso poderoso y maravillosamente efectivo para lograr esa meta. Las animo a utilizar a sus presidencias de clase para ayudar a buscar a las ovejas perdidas. Les sugiero que animen a las mujeres jóvenes a tender una mano a sus compañeras y les ofrezcan una mano de amor y hermandad. Nuestras mujeres jóvenes pueden tocar corazones y rescatar almas de maneras que las líderes adultas no pueden. Los jóvenes tal vez necesiten consejo y tiernos recordatorios, pero con apoyo y dirección, las mujeres jóvenes pueden hacer cosas increíbles.

Una responsabilidad para todas

Ministrar a otras personas no es solo una responsabilidad que viene con un llamamiento específico de liderazgo. Cada persona que ha sido bautizada en esta Iglesia se ha comprometido a “entrar en el redil de Dios y ser llamados su pueblo, y [estar] dispuestos a llevar las cargas los unos de los otros para que sean ligeras; sí, y [estar] dispuestos a llorar con los que lloran; sí, y a consolar a los que necesitan de consuelo” (Mosíah 18:8–9). Ministrar a las personas que están a nuestro alrededor es una parte del convenio que cada una de nosotras ha hecho; los llamamientos de liderazgo simplemente dan un enfoque especial y una dirección a nuestro cuidado y preocupación.

Nuestras presidencias de clase de las Mujeres Jóvenes son líderes increíblemente eficaces. A medida que entiendan y actúen de acuerdo al principio de ministrar como lo hizo el Salvador, cambiarán eternamente la vida de aquellas personas a las que ministren al igual que las suyas.

Las lecciones de liderazgo para las presidencias de clase tituladas “Liderar a la manera del Salvador” se encuentran en el sitio web de las Mujeres Jóvenes bajo Liderar a la manera del Salvador.

Otros artículos en la serie

Parte 1: “Llamadas a liderar”: La influencia de las presidencias de clase de las Mujeres Jóvenes

Parte 2: La preparación espiritual es fundamental para las líderes de las Mujeres Jóvenes

Parte 3: Vengan ahora y razonemos juntas