El presidente Eyring dice a los presidentes de misión y a sus esposas: “Mi misión es bendecir”

Por Sarah Jane Weaver, editora adjunta de Church News

  • 6 Julio 2015

El presidente Henry B. Eyring, Primer Consejero de la Primera Presidencia, muestra una placa que ha colgado en su hogar durante muchos años. Muestra una cita inspirada del presidente Gordon B. Hinckley: “Mi misión es bendecir”.  Fotografía por Matthew Reier.

Puntos destacados del artículo

  • El presidente Gordon B. Hinckley inspiró al presidente Eyring, quien le dijo a los presidentes de misión y a sus esposas que hagan de esta frase su lema: “Mi misión es bendecir”.
  • Si amamos al Señor podemos encontrar tiempo para ser misioneros.
  • Los Santos de los Últimos Días pueden ofrecer a los demás el Evangelio debido a que tienen el mismo amor que los hijos de Mosíah sintieron por sus enemigos.

“Nuestra oportunidad y desafío más grande es dar testimonio de que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente y de que Él dio Su vida por los pecados de cada uno de nosotros”. —Presidente Henry B. Eyring

PROVO, UTAH

Los Santos de los Últimos Días han hecho convenio de hacer todo lo posible en ayudar a los demás a obtener y ejercer la fe en el Señor que los conducirá a ser dignos de la bendición más gloriosa de la vida eterna, dijo el presidente Henry B. Eyring en el Seminario 2015 para nuevos presidentes de misión el 26 de junio.

“La fe en el Señor Jesucristo genera el poder de hacer convenios y de mantenerlos hasta el final”, dijo el presidente Eyring, Primer Consejero de la Primera Presidencia. “Es la fe en el Señor lo que lleva a las personas al verdadero arrepentimiento. Es la fe en Jesucristo lo que las lleva a ser bautizadas. Es la fe en el Salvador lo que nos lleva a recordarle siempre y así tener el Espíritu Santo como nuestro compañero. Y esta es la fe que nos motivará a orar siempre al Padre para que no seamos vencidos.

“Nuestra oportunidad y desafío más grande es dar testimonio de que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente y de que Él dio Su vida por los pecados de cada uno de nosotros”.

El presidente Eyring comenzó su discurso intitulado “Mi misión es bendecir”, al compartir recuerdos de un seminario similar que asistió hace mucho tiempo.

“En ese momento escuchaba hablar al presidente Gordon B. Hinckley. Él no dijo por qué cada presidente de misión y su esposa habían decidido servir; les dijo por qué el Señor los había llamado. Los instó a tomar esta frase como su responsabilidad personal: ‘Mi misión es bendecir’”.

El presidente Eyring dijo que las palabras del presidente Hinckley le conmovieron tan profundamente que las talló en una placa de madera.

“Ha colgado en la pared de nuestra casa y estuvo allí mientras nuestros cuatro hijos crecieron y salieron a servir; dos en Japón, uno en Chile y uno en Holanda. Ellos la miraban cuando venían a visitarnos mientras cada uno servía como obispo. Yo la leo cuando salgo a enseñar el evangelio de Jesucristo a los hijos de nuestro Padre Celestial en todo el mundo”.

El coro de misioneros que prestan servicio en el Centro de Capacitación Misional de Provo canta durante la sesión del Seminario 2015 para nuevos presidentes de misión. Fotografía por Matthew Reier.

El Seminario 2015 para nuevos presidentes de misión se llevó a cabo en el Centro de Capacitación Misional de Provo, Utah; fue para 126 matrimonios de todo el mundo y para dar instrucción. Fotografía por Matthew Reier.

Las bendiciones más valiosas provienen de Dios, explicó.

“En cada momento de nuestro servicio a los demás por Él, podemos demostrar con nuestras acciones que el Salvador es nuestro amigo querido, nuestro hermano amoroso y nuestro ejemplo constante”, dijo.

El presidente Eyring dijo que debido al amor por el Señor todas las personas pueden encontrar tiempo para ser misioneras. “Esto será a su propia manera y cuando sus circunstancias lo permitan, pero encontrarán formas de hablar a alguien en el banco del parque o en la estación del tren, como lo hice una vez en Tokio.

“Puede que no hablen el idioma como me sucedió en Japón, pero un joven alto se destacó entre la multitud. Me le acerqué y para mi asombro él hablaba y entendía inglés.

“Era de China y estaba estudiando en Japón. Hablamos. Me preguntó por qué estaba en Japón. Eso me dio la oportunidad de dar mi testimonio del Salvador. Él parecía interesado. Le presenté a los misioneros que estaban cerca”.

Es una historia sencilla, dijo el presidente Eyring, pero me cambió a mí y a los misioneros. Tuve una confirmación en mi corazón de que el Señor había traído a ese joven para que nos reuniéramos. Los misioneros vieron que un Apóstol dedicó tiempo para brindar las bendiciones de la Expiación a un desconocido”.

El presidente Eyring dijo que los Santos de los Últimos Días pueden brindar a los demás el Evangelio con el mismo amor que los hijos de Mosíah sintieron por sus enemigos, y cuando lo hagan, sentirán el amor y el aprecio del Señor. Sentirán que Él estuvo delante de vuestra faz, como prometió que lo haría.

“Él los guiará a personas que Él ha preparado para ustedes y colocará ángeles, como lo fueron esos misioneros en Japón para mí, a vuestra diestra y a vuestra siniestra.

“Y entonces ustedes podrán testificar mediante su propia experiencia que el Señor está participando en la obra con nosotros”.

Los Santos de los Últimos Días son los siervos del Señor en Su viña, dijo el presidente Eyring. “El Padre Celestial responderá a la petición del Salvador de enviarles el Espíritu Santo como compañero en su servicio misional. El Espíritu Santo llevará a cabo Su misión de dar testimonio del Cristo viviente… Su poder de testificar y enseñar de Él crecerá”.

El presidente Eyring concluyó brindando su testimonio del Salvador.

“Testifico que Jesucristo vive, que ésta es Su Iglesia… Ustedes serán bendecidos cuando bendigan a los demás con su testimonio del Padre y de Su Amado Hijo”.