Ayuda a las Mujeres Jóvenes a prepararse ahora para obtener las bendiciones del templo más adelante

Por Carol F. McConkie, Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

  • 27 Mayo 2015

Los padres y líderes ayudan a las jóvenes a entender que el templo no consiste solamente en un acontecimiento.

Puntos destacados del artículo

  • Los padres y líderes pueden ayudar a las jóvenes a prepararse para entrar en el templo y vivir de acuerdo con sus convenios.
  • Todas las enseñanzas y las actividades deben señalar a Jesucristo y Su casa.
  • Participar en el Progreso Personal es escoger la santidad.

“No preparamos a las jóvenes simplemente para ir al templo. Preparamos a cada mujer joven para que viva una vida de convenios que guiará sus pasos en la vida terrenal y la preparará para regresar a la presencia de Dios en pureza y en gloria”. —Hermana Carol F. McConkie, Primera Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

A nuestra familia le gusta ir de excursión a las montañas. De hecho, casi cada verano durante los últimos 35 años, hemos subido hasta la parte superior del monte Timpanogos, un impresionante y majestuoso pico de montaña no muy lejos de nuestro hogar. La extenuante experiencia, de un día de duración, constituye un reto y requiere una cuidadosa planificación y preparación, persistencia inalterable y perseverancia personal. Pero llegar a la cima es emocionante y la perspectiva es amplia.

En las Escrituras, la cima de una montaña a menudo se equipara con el templo de Dios, un lugar de santidad y de instrucción espiritual. Los profetas y los verdaderos discípulos de Cristo adoran y están en comunión con el Señor en los montes y en los templos, e invitan al pueblo del convenio del Señor a subir al templo. “…Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará acerca de sus caminos, y caminaremos por sus sendas…” (Isaías 2:3; 2 Nefi 12:3). El templo es la casa del Señor, y Su presencia está allí. Y como cuando Moisés instruyó a los hijos de Israel en el monte Sinaí, debemos estar limpios y santificados, dignos de entrar en la presencia del Señor (véase Éxodo 19:10–11).

Vivir una “vida de convenios”

“El propósito de la organización de las Mujeres Jóvenes es ayudar a cada mujer joven a ser digna de hacer convenios sagrados y cumplirlos, y de recibir las ordenanzas del templo” (Manual 2: Administración de la Iglesia, 2010, 10.1.1). Las líderes de las Mujeres Jóvenes asisten a los padres en ayudar a que sus hijas se preparen para recibir las bendiciones del templo. Los padres y líderes ayudan a las jóvenes a entender que el templo no consiste solamente en un acontecimiento. No preparamos a la mujeres jóvenes simplemente para ir al templo. Preparamos cada mujer joven para que viva una vida de convenios que guiará sus pasos en la vida terrenal y la preparará para regresar a la presencia de Dios en pureza y en gloria.

Recordar y guardar convenios bautismales

Al recordar y guardar los convenios que hicieron al bautizarse y en la ordenanza semanal de la Santa Cena, las mujeres jóvenes esperan son ansias y eligen ser dignas de entrar al templo. “Al estar en las aguas del bautismo, tornamos nuestra vista hacia el templo. Al tomar la Santa Cena, tornamos nuestra vista hacia el templo. Nos comprometemos a recordar siempre al Salvador y a guardar Sus mandamientos como preparación para participar en las sagradas ordenanzas del templo…” (David A. Bednar, “Honorablemente [retener] un nombre y una posición”, Liahona, mayo de 2009, pág. 98).

No hay nada en este convenio que tenga que ver con lo mundano, la moda, las tendencias populares, la fama o la fortuna. Este es un convenio para llegar a ser santos mediante la expiación de Jesucristo: sumisos, mansos, humildes, pacientes y llenos de amor (véase Mosíah 3:19).

Nuestra promesa sagrada semanal de tomar sobre nosotros el nombre de Cristo, recordarle y guardar Sus mandamientos es una promesa que influye en quiénes somos y en todo lo que hacemos. Las decisiones diarias que tomamos acerca de la ropa que usamos, las palabras que expresamos, los pensamientos que tenemos, las imágenes que vemos, la música que escuchamos, los medios de comunicación que permitimos que entren en nuestra mente y corazón y nuestra conducta en público y en privado, reflejan cómo honramos nuestro convenio. Cuando somos fieles a los convenios que hemos hecho en el bautismo y en la Santa Cena, nos estamos preparando para recibir las bendiciones del templo. El élder Robert D. Hales, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “Cuando hacemos convenios y los guardamos, salimos del mundo y entramos en el reino de Dios” (“La modestia: Reverencia hacia el Señor”, Liahona, agosto de 2008).

Nuestras lecciones y actividades señalan al Salvador y a su Santa casa. Los que entren en el templo deben llevar el distintivo de la santidad (véase Russell M. Nelson, La preparación personal para recibir las bendiciones del templo, Liahona, julio de 2001). Los líderes y los padres ayudan a las jóvenes a entender que vivir las normas de Para la Fortaleza de la Juventud es escoger la santidad. Cuando escogen las normas del Señor por sobre las normas del mundo, siempre serán dignas de una recomendación para el templo.

Participar en el Progreso Personal

Participar en el Progreso Personal es escoger la santidad. El mejorar en todo lo que es bueno y honorable edifica la fe en Cristo y guía sus mentes y corazones hacia el templo. El poner en práctica los principios del Evangelio que se analizan en las lecciones dominicales es escoger la santidad. La oración diaria, el estudio constante de las Escrituras, la observancia del día de reposo cada semana y el servicio cristiano en el hogar y familia son preparativos para el templo.

Nuestro amado profeta ha enseñado a los jóvenes: “…siempre tengan el templo en la mira. No hagan nada que les impida entrar por sus puertas y participar de las bendiciones eternas y sagradas de allí” (Thomas S. Monson, “El Santo Templo: Un faro para el mundo”, Liahona mayo de 2011).

Como escalar una montaña, el viaje al templo puede ser difícil. Pero tenemos la esperanza de que cada uno de nosotros camine con nuestras hijas preciadas con fe firme en Cristo, para que ellas estén preparadas para hacer y guardar convenios sagrados y recibir las ordenanzas del templo.