La celebración de una vida de servicio


Desde su infancia cuando crecía en su barrio de Salt Lake City a las décadas de servicio que nos ha brindado en sus años de adulto, el presidente Thomas S. Monson siempre ha buscado elevar a los oprimidos, inspirar a los desanimados y ser un testigo de Jesucristo.

El presidente Monson ha tenido muchas oportunidades de servir a los demás durante sus 85 años de vida.

Muchas de esas oportunidades empezaron cuando, a la edad de 22 años, fue llamado para presidir como obispo de una congregación de más de mil miembros, que incluía 85 viudas, a quien visitaba con regularidad.

Un profeta de Dios


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Otra oportunidad de servir se presentó cuando el presidente Stephen L. Richards, de la Primera Presidencia, pidió a Thomas Monson de 31 años de edad que dirigiera la obra de 168 misioneros como presidente de la misión canadiense.

El servicio que el presidente Monson ha brindado a los demás se basa en su fuerza motriz: su amor por el Señor y amor por su prójimo.

El presidente James E. Faust (1920–2007) dijo del presidente Monson: “Nadie en este mundo es más fiel que Tom Monson. Una vez que usted es amigo de Tom, es su amigo para siempre. Su mente no se olvida de nada, ni tampoco su corazón, especialmente de las personas”.

Al dirigir mediante su ejemplo de servicio durante toda la vida y obediencia al Señor, el presidente Monson ha llegado a ser un profeta amado y digno de confianza, al compartir la sabiduría y el consejo del Espíritu, siempre con un relato, un toque de humor, y su gran amor por los demás y por el Señor.